Mariposa (ls)

XXVI: Puñalada

Louis enredó sus dedos en los rizos de Harry, notando sus mejillas frías por el viento que corría en ese momento. Le alzó levemente la cabeza para buscar su mirada, esperanzado de poder perderse en esas dos pupilas del color del jade otra vez, pero antes de poder siquiera hacerlo, el rostro de Harry se contrajo en dolor y sus ojos se cerraron abruptamente; un siseo adolorido emanó desde su garganta, a la vez que su cuerpo se tensaba. Louis lo sostuvo por su cintura cuando lo vio flaquear y buscó rápidamente a su alrededor la causa de su descompensación, cuando, desde lo lejos, una piedra fue lanzada y golpeó con crudeza la espalda de Harry otra vez. Su chico jadeó más alto esta vez, mientras sus dedos se aferraban a sus brazos y miraba hacia los hombres que, rápidamente, empezaban a aglomerarse a su alrededor. 

El semblante agonizante que tuvo Louis después de haber tenido a Harry entre sus brazos cambió abruptamente cuando contempló a la multitud, toda cargando fierros, piedras, escopetas. Sus ojos se tornaron oscuros y su boca se tensó en una línea. Sin decir palabra alguna atrajo más a Harry a sus brazos, intentando a toda costa protegerlo de los golpes y piedrazos que pronto llegarían. Leves recuerdos danzaron de su niñez en su mente en aquel instante, de hombres parecidos a ellos que lo golpeaban en la calle al ver su ojo blanco. Sin embargo, él ya no era un niño indefenso como aquellas veces y algo mucho más preciado necesitaba de su ayuda ahora. Por mucho que quiso seguir besando los labios gruesos de Harry, de tocar esos rizos tan suaves como la seda, no le quedó más remedio que actuar.

Un hombre los apuntó, mientras en su otra mano sostenía un cartel de Harry y lo enseñaba al grupo de pescadores furiosos. La mirada despiadada que les lanzó dijo absolutamente todo.

—¡Es él! ¡Es el culpable de que estemos así! ¡Atrápenlo!

El hombre sacó una navaja y corrió hacia ellos, pretendiendo coger a Harry por el cuello de la capa para clavar el filo en su cuerpo, pero Louis se movió rápido y puso su propia espalda para recibir el golpe, abrazando a Harry para que nadie pudiera herirlo. La navaja cortó una parte de su piel cuando recibió el golpe, robándole un crudo jadeo.

Tensó sus brazos alrededor del cuerpo de su chico, apretándolo mucho más contra sí.

Harry intentó mirar el rostro de Louis después de que lo girara, pero al estar enjaulado en sus brazos no pudo conseguirlo, sin embargo, era consciente de que algo no iba para nada bien, y sentir como la ropa de él empezaba a mojarse fue una clara señal de alarma. Llevó sus dedos a las costillas de Louis, encontrándose con un líquido viscoso y tibio. Sus ojos se abrieron, mientras sus manos empezaban a temblar.

Sangre.

Lo habían herido.

Louis había recibido el golpe por él.

—Louis... —jadeó, intentando romper el abrazo para ver la herida, pero no hubo necesidad de poner fuerza. Louis lo soltó y empujó. Dos brazos lo recibieron y el olor de Astrid golpeó su nariz. Harry vio como Louis se giraba y sacaba su daga, preparándose para pelear con esa muchedumbre de hombres furiosos —¡No!

Recuerdos de aquella noche alumbraron ante él, pero a diferencia de esa vez, Harry no se encontraba solo, y apenas pretendió dar un paso para salvar a su pareja, Niall apareció, sosteniendo en sus manos una de las dagas que Elov les dio.

La pelea inició violentamente. Niall golpeó el rostro de uno de los hombres con su puño, intentando no herir de gravedad a ninguno, pero la sangre voló de todas maneras, siendo el causante una sola persona: Louis. Harry miró a su dirección, quedando sin aire cuando lo vio clavar su daga en el costado del hombre que había lanzado la piedra a su espalda. El hombre jadeó, aun queriendo defenderse, pero la sangre brotó como un ruidoso rio y manchó el suelo del muelle. Los hombres alrededor, que solo eran espectadores, ahogaron un grito al contemplar el líquido carmesí combinarse en los charcos de agua salada y no tardaron en unirse a la pelea. Sujetaron a Louis por los brazos y golpearon su vientre, provocando que más sangre emanara de su boca.