I: Traidor

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Si era un sueño, Harry necesitaba despertar.

Sin embargo, continuaba petrificado frente a la puerta principal de su casa, siendo acorralado por los fuertes golpes, que, horriblemente, conocía muy bien. Tomó la mano de Louis y se apegó más a él, totalmente afligido y despedazado por aquel cruel sueño que lo venía atormentando hacía meses. Harry observó a su alrededor, percatándose de que las ventanas vibraban por los fuertes estruendos.

—Louis... no creo que sean forasteros. —susurró, con una voz ajena y antigua. Relamiendo sus labios mientras que en su interior gritaba una y otra vez que salieran por la puerta del jardín para salvarse.

—Yo tampoco lo creo —respondió Louis, dejando a Harry detrás de su espalda.

La puerta fue tocada aún más fuerte.

Louis soltó la mano de su esposo y cogió uno de los martillos del bolso de su trabajo para defenderse. Pero en ese momento, la puerta fue prácticamente derribada. Una cara familiar se reveló en el umbral y cinco hombres armados se adentraron con sonrisas siniestras al interior de la cabaña. Harry entreabrió los labios, incrédulo a creer que, frente a ellos, Elov estaba con dos cuerdas atadas en el cuello y una espada casi enterrándose en su pecho. Su rostro moreno era la representación de una fatigosa vergüenza y terror.

Harry negó lentamente, contemplando la mirada vidriosa que Elov le daba con el corazón latiendo en sus oídos. Del hombre que los había ayudado a huir de las garras de Ribëia un año atrás. Elov... Los había traicionado. Miles de preguntas acudieron a su mente, pero no pudo decir o hacer nada más que negar y negar. Aturdido.

Louis extendió su brazo hacia él, manteniéndose firme con el martillo en alto. A pesar de no verlo, Harry podía descifrar su expresión: Cejas juntas, ojos llenos de fuego. Tenía rabia, ira, lo supo al ver como los hombros de Louis subían y bajaban frenéticamente por cada respiración que ejercía. Le dio la mano a modo de consuelo y clavó sus ojos ya llorosos en Elov, quien sollozó débilmente en el umbral de la puerta.

—Elov... —susurró Harry, con la voz quebradiza —¿Qué hiciste...?

El hombre dejó caer su cabeza, derrotado.

—¿Son ellos juguetero? —Preguntó uno de los hombres uniformados. Todos traían los trajes azules y blancos de Ribëia. La insignia de mariposa parecía batir las alas en alegría de volver a ver a su príncipe desheredado.

Harry quiso vomitar.

Elov cerró los ojos y asintió.

Louis enseñó los dientes.

—No se atrevan a avanzar. —Habló, con voz ronca. Harry atenazó su mano en su bíceps y preguntó:

—¿Qué quieren? —Ninguno de los hombres respondió. El labio inferior de Harry tembló — ¡¿Elov qué quieren?!

Elov negó sin alzar la cabeza y los hombres lo jalaron hacia atrás por las cuerdas en su cuello, entrando a la cabaña sin pensárselo dos veces. Harry ahogó un grito y retrocedió con el corazón en la boca en dirección a la cocina. Rápidamente, el bullicio en su hogar comenzó. Los hombres atacaron a Louis, golpearon su abdomen y las piernas, robándole horribles hilillos de sangre de su preciosa boca que fueron a parar al suelo. Harry buscó algo con que luchar, encontrando uno de los cuchillos sobre la mesa. Al tomarlo, el filo brilló bajo la luz de las velas. Sin tener idea de cómo tomarlo o pelear, lo alzó, rogando a los dioses para que le ayudaran a ganar como fue con Erik.

No quería llorar y tampoco lo hizo. En este sueño, las cosas siempre acababan igual. Cubrió su boca con una mano y vio como Louis le molía el rostro a uno de los soldados con el martillo. La sangre bañó sus facciones, logrando impregnar su ojo blanco, tornándolo completamente rojo.

Mariposa (ls)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora