Sonó el teléfono, nadie me había escrito desde ha cia doce días. Pensé que sería alguien del banco, algún servicio que estaba próximo a cortar, pero no, eras tú. Mil interrogantes pasaron por mi mente en un segun- do, ¿volvías, ¿para que?, ¿arrepentimiento? Seguro ya no soportabas todo ese desierto y querías regresat, te diste cuenta de que fue un error y venías para enmendar los daños, era lo más lógico. ¿Había otra cosa? Ya tenía el 'si en la lengua peleando por ser pronunciado. Tenia nuevas promesas, nuevos acuerdos, qué importa, podía dejar el pasado atrás, reinstalarnos, digo, no era la primera vez, volveríamos a hacerlo y seria mejor, pero...
¿Quieres tus cosas de vuelta?».
Si, tonta, tonta, mil veces tonta. ¿Es que no aprendo? ¿Se puede ser más estúpida? Me falta, sé que puedo serlo más. Pero dime, tú, ¿para qué quiero las cosas de vuelta? ¿De qué me sirven ahora? Lo único que quería de vuelta e integro era el corazón, ese sí me lo hubieras regresado tal cual te lo entregue.
No tienes vergüenza.
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Cartas que nunca llegaron
Romantiklibro de gilraen eärfalas el libro no es mío todos los derechos reservados a la autora