Para mi sorpresa, Eros hace pasteles, me ha traído uno a la universidad. Puso mi nombre con una N, como lo hacías tú al principio, mucho me costó acostumbrarte a colocar las dos porque te dije que así era más estético. Ese chico no para de sonreír cada vez que estoy frente a él, no sé si es así de feliz o es que conmigo así se siente. Por un momento quise contarle sobre ese día que lo vi, pero temí que me mirara extraño y quisiera tomar distancia. Es decir, yo lo haría.
El pastel luce precioso, lástima que no pueda comerlo.
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Cartas que nunca llegaron
Romancelibro de gilraen eärfalas el libro no es mío todos los derechos reservados a la autora