Tengo mi corazón empolvado, lo observé desde fuera pensando en si podría limpiarlo y dejar paso libre a un nuevo huésped, pero me quedé en la puerta y no quise entrar para no caer otra vez, para no aumentar mi necesidad de ti y llorarles a todas tus huellas. Ya sabes, ando controlando esta adicción, entre más lejos, mejor, aunque eso me aleje también de mí.
Urge mantenimiento, la sal está deteriorando todo, me he vuelto un mar interno.
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Cartas que nunca llegaron
Romancelibro de gilraen eärfalas el libro no es mío todos los derechos reservados a la autora