Apolo me ha cantado toda la tarde. Pero yo no paro de imaginar que eres tú quien lo hace. Debería correr, ¿no? Antes de que termine todo como con Helios. No quiero ser un cristal roto que va cortando a todo aquel que sin querer lo roce. Soy una bestia, tú ya lo habías dicho, no tenemos tantas diferencias, o tal vez sí,
yo si siento culpa.
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Cartas que nunca llegaron
Romancelibro de gilraen eärfalas el libro no es mío todos los derechos reservados a la autora