Día 46:lunes,24 de diciembre del 2012

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Desde que devolví esa última comida no he querido ingerir nada más, apenas si tomo agua porque hasta ella me da miedo. Me he pesado en la báscula, sesenta y seis kilos, pero siento que la ropa me ahorca, levanto las piernas y me pesan cien kilogramos cada una. Me he golpeado el vientre sintiendo que me ha traicionado, he querido sacarme los ojos para dejar de ver, rebanarme como filetes esas partes que no se quedan dentro de su sitio. Las tijeras han vuelto a cobrar vida y voluntad, le han quitado diez centímetros más a mi cabello, total, más fea no puedo estar.

He dejado de culparte. Siempre fuiste franco y agradezco la sinceridad, aunque fuera de forma indirecta. De frente o a mis espaldas ¿qué más da? El dolor es uno. Sin embargo, a ellas les has mentido, ¿no? Les llamabas amor al mismo tiempo, seis o siete, las que alcancé a contar. No me enamoré de esto, tú no eres quien yo conocí, por favor, te lo has comido o qué, no pude haber sido tan tonta para engancharme con alguien tan ruin y sin corazón.

La cena de navidad está servida, todos me hablan, pero no puedo... ni siquiera me he colocado el vestido, sería un desperdicio en mi cuerpo. Yo nunca noté algo mal en mí hasta que me lo hiciste ver, de no haber pasado, seguiría yendo y viniendo, sintiéndome guapa.

Qué tonta, creí que lograba impresionarte cada vez que utilizaba un nuevo vestido, pero hoy quisiera lanzarlos todos a una hoguera, usarlos de leña y que sirvan de calefacción para los vagabundos esta noche.

Cartas que nunca llegaron Donde viven las historias. Descúbrelo ahora