Me pinté los labios de rojo, me cepillé el cabello, ya habían pasado setenta y un días desde que no lo hacía. Me puse ese vestido azul, el único que te gustaba de mí. Salí... perdón. Sí, salí con Helios. Me ha traído gerberas naranjas y ha llegado oliendo a malvavisco y lavandas, una camisa blanca y un pantalón azul, es totalmente diferente a ti. No tiene tu rostro, no tiene tu ropa ni tu aroma, no tiene ni una sola cosa parecida a ti, ni siquiera su día de la semana favorito es como el tuyo, y no sé por qué quiero buscarte en él.
Helios me ha sonreído toda la tarde como un tonto, ni siquiera ha notado que en mis ojos estás tú cómodamente dormido, como si mis ojeras fueran una cuna. Lo peor de todo es que le he sonreído también y hasta hoy me he dado cuenta lo buena actriz que puedo ser haciéndome la que te he olvidado, aunque traigo la lengua magullada por todas las veces que me mordí para no pronunciar tu nombre. Salí como lo hice antes, no tengo que darte explicaciones, pero ¿por qué me siento tan culpable?
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Cartas que nunca llegaron
Romancelibro de gilraen eärfalas el libro no es mío todos los derechos reservados a la autora