Día 23:sábado,1 de diciembre del 2012

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Búrlate, te doy permiso. No pude dejar el papel y aquí estoy dando vueltas por toda la habitación mientras trato de escribir nuestra historia, pero no como la real. sino como la que siempre quise, una digna de estar en una novela de amor eterno, dos chicos que se conocieron en la adolescencia, sin saber hacia donde se dirigian sus pasos, pero que eligieron la misma dirección.

Cuando decidiste irte de la ciudad para seguir con la medicina, nunca pensé que fuera un fin, sabes? Dijiste que querias salvar vidas y ya mataste una. Pensé en todo menos esto, pues te admiraba, quería ser tan valiente come tú y confieso que a veces quería ser tú. La gente te aclamaba tanto, te veían como un genio incapaz de equivocarse, hablabas con tanta elocuencia y seguridad ante el público, podías decir mil barbaridades, pero todos te creían.

Recuerdo cuando te inventaste un artículo cientifico, las personas quedaron boquiabiertas yo sabia que no habias leído eso, pero no importa, eras tú quien lo decía y si ellos te creian, era obvio que hasta yo creeria un amor infinito. Fui una tonta que veía tu capacidad de mentir y manipular y no pensé que lo usarias en mi contra

El punto es que deseaba tu vida, yo era tan tímida y pequeña, no era nadie, solo tu sombra, el eco perfecto
de los aplausos ante tus acrobacias, ese era el único empleo que podías darme, porque si alguien se fijaba en mi, de inmediato le llamabas la atención para que solo te miraran a ti.

Cartas que nunca llegaron Donde viven las historias. Descúbrelo ahora