Las tijeras vencieron, me he destrozado. Creo que lo que quería era cortarme los brazos para ya по escribirte y en defensa propia quité lo más débil y vulnerable. Él sabía demasiado, tenía que eliminarlo. Recordaba todas las veces que se enmarañaba entre tus dedos y la forma en la que jugaba con el viento golpeándote el hombro. Guardaba restos de la sal que evaporaron tus ojos, pedazos de hojas del primer otoño, tus huellas dactilares y todas las evidencias de que habitaste en mí. En él va lo que nunca fui ni seré para ti.
Los suicidios a veces tienen apariencia de mal corte de cabello.
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Cartas que nunca llegaron
Romancelibro de gilraen eärfalas el libro no es mío todos los derechos reservados a la autora