Día 57:viernes,04 de enero 2013

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Te amé tanto que mi vida se desvanecía con el paso de los días, mientras ansiaba tus migajas de amor y tus abrazos de lástima, porque tus caricias ya no tenían afecto, solo gotas de condolencias por el amor que allí había muerto sin sepultura.

No sé, a veces creía que ibas a cambiar, excusaba tu comportamiento, quería entender lo que no tenía explicación. No quería resignarme a que había terminado, porque nos juramos muchas veces estar siempre, pero ¿qué era para ti ese por siempre?

Tú me olvidabas aun teniéndome contigo, y yo me olvidaba a mí aun habitándome. Me olvidé de dejar de hacerme parte de tus mentiras, me olvidé de que yo era un ser humano, parecía una máquina a tus pies, engrandeciéndote a diario con ideas falsas que tenía sobre ti, porque yo las inventaba. Cómo no iba a amarte, si todo tú eras un invento mío, una alucinación de lo que quería. Te vestí de virtudes que no poseías, te construí el escalón más alto para que me miraras desde arriba, lo peor es que te lo dije, era feliz de ser tu pequeña y amar esa idea de ti que creé:

Te amé tanto que te perdoné un sinnúmero de veces sin que tú me pidieras perdón, excedí el setenta veces siete, porque creí que después de ti ya no habría nada. Tus falsas promesas se hicieron mis más preciadas palabras de amor en espera, porque solo eso era, un amor en espera de que sucediera algo.

Ya no sé si en verdad te quiero de vuelta. No escribo esto para rogarte, no te escribo para saber de ti, ni para que me llames ni para intentarlo una vez más, te escribo porque no encuentro a quién decirle todo esto.

Mi primer amor, mi primer dolor, tú, mi más grande error. Yo, ciega por ti y tú ciego por tu ego. Yo enamorada de ti y tú...

Bueno, algo debes de querer.

Cartas que nunca llegaron Donde viven las historias. Descúbrelo ahora