Y aunque mi boca no te pidió que te quedaras, claro que te lo dije, todo mi cuerpo te lo pedía, te lo pedía la lluvia golpeándote la piel, los truenos y los pajarillos chillando por perder sus nidos ante la tormenta. Te lo pedía el gris de las nubes y mis lágrimas camuflajeadas con las gotas.
Quería ser tu día soleado, tu sitio de descanso, pero no soy más que una ciudad perdida, el Atlantis arruinado en el que nadie quiere vivir.
Quise detenerte, pero tú ya habías comprado el boleto para el próximo vuelo. Tenías tanto para elegir, tú ansiabas el cosmos, las siete maravillas y yo solo soy escombros que ya no se habitan.
Ve, conoce el mundo y cuéntame qué hay afuera, dime que toda esta hecatombe valió la pena.
Vive todo lo que no hay en mí. Yo debería hacer lo mismo, aunque yo solo quería vivirte a ti.
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Cartas que nunca llegaron
Romancelibro de gilraen eärfalas el libro no es mío todos los derechos reservados a la autora