Día 67:lunes,14 de enero del 2013

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Lo que nadie me dijo de dormir juntos es que cuando regresara a la cama sola, me costaría conciliar el sueño y daría vueltas por todo el colchón para descubrir que mi cama matrimonial es el mismísimo Sahara, con noches heladas y días que queman.

Sigue tu silueta en el lado derecho y lo sigo respetando como si fueras a volver. Me quedo mirándola largas horas pensando que este escenario llevaría por título "Quinientas noches", como la canción de Sabina, aunque apenas llevara sesenta y siete, qué importa, se sienten como quinientas.

Me advirtieron de tantas cosas, que el amor es un in- vento del gobierno, que la unión es esclavitud, que la monogamia es un mito, pero se les olvidó lo más importante: que cuando volviera a la cama, los sueños serían a ojos abiertos, te vería a mi lado como la pesadilla más bonita, porque no estás.

El poema no viene porque cierres la puerta, viene porque la almohada de mi derecha sigue como la dejaste y te llora, como te lloran mis manos con letras, como te lloran las sandalias que dejaste en el balcón y el cepillo dental que se ha bebido el enjuague porque se enteró de su veintiséis porciento de alcohol.

Nadie sabe qué tan grande es su cama hasta que vuelve a dormir solo.

Nadie sabe que la odisea es salir ileso de las sábanas. Nadie sabe que un laberinto, puede ser una cama.

Cartas que nunca llegaron Donde viven las historias. Descúbrelo ahora