Debo quedarme con algo de todo lo que vivimos, no puedo irme con las manos vacías, bastante te llevaste tú.
Quizás con tu mejor versión y la más real, con tus mejores perfumes, porque el último que usaste tenía menos notas que el reguetón moderno. Entonces, me queda la satisfacción de que el hombre perfecto del cual me enamoré solo fue mío y ya nadie lo conocerá, porque murió conmigo.
Me diste un para siempre dentro de mis días contados al inspirarme a escribir, aunque solo trate de dolor. Llevo varias hojas y mis dedos se mueven tan deprisa como la sangre viajándome desde la aorta hasta la cava, aunque me humille al dejarlo colgado en esta página solitaria con diez visitas al día y todas mías. Pero ansio que una sea tuya, que recuerdes a este intento de escritora sabandija que juega a nadar en el ciberespacio, que te utiliza de musa y de tintero, aunque nunca más tu espalda sea mi papiro. Escribo por este medio, pues dicen que lo que se sube a la red nunca se borra. Entonces, aquí te espero, que, si el mundo es pequeño, internet debe serlo también.
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Cartas que nunca llegaron
Romancelibro de gilraen eärfalas el libro no es mío todos los derechos reservados a la autora