Eros me ha invitado al cine, sí, el chico ese que parece mi alma gemela solo porque giró a la derecha y cruzó una Calle. Le dije que sí, no creo que pase nada, es solo una película. De nuevo tengo culpa porque creo estar jugan- do con fuego. Ya sé que esto no te importa, debes estar siendo feliz con la chica del cabello largo y piel canela y yo aquí como quien pide tu permiso.
Veremos una película de amor, y esto sí suena a mala idea. No he pisado el cine desde hace poco más de un año, esos días en los que compartíamos las mismas pa- lomitas y la soda. Ahora iré con alguien más y usaré un vestido que ya no verás.
Estoy cayendo en el mismo juego que con Helios y Apolo, aunque tengo una corazonada que me dice que aquí será diferente: Eros apareció de la nada acertando todas las cosas que lancé al aire. Dicen que debemos estar atentos a las señales y esta fue una. Tal vez deba conocerle, puede que me lleve una sorpresa, es más, no tiene que pasar nada, podemos ser buenos amigos y listo, no me vendría mal, tú me alejaste de la mayoría.
ESTÁS LEYENDO
Cartas que nunca llegaron
Romancelibro de gilraen eärfalas el libro no es mío todos los derechos reservados a la autora