🛍𝒄𝒉𝒂𝒑𝒕𝒆𝒓 𝒇𝒐𝒖𝒓𝒕𝒚 𝒔𝒊𝒙🛍

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YoonGi se sujetó de la pared ante la crisis de mareos que estaba sufriendo.

Había ido a un bar con su tío GiYoon para celebrar la nueva mercancía que lograron obtener con el nuevo cártel extranjero y habían tomado botella tras botella durante unas cuantas horas.

Llegaron hace apenas unos diez minutos, así que él no dudó en subir a su habitación y meterse a la ducha para que se bajara todo el alcohol que consumió, pero el problema es que ese bar era conocido por mezclar sustancias a las bebidas de sus clientes, por lo que él estaba demasiado desorientado.

Estaba tan desorientado que ni siquiera recuerda en qué momento se quitó la ropa, solo recuerda que se metió bajo la lluvia artificial y ya.

El agua fría caía por todo su cuerpo mientras tenía la frente y la palma de las manos contra la pared para poder sostenerse y así evitar tener una caída.

Tenía unos intensos mareos en el que hasta la mirada se le oscurecía, tenía unas grandes ganas de vomitar, un terrible dolor de cabeza y todo le daba vueltas.

Por la gran puta que lo parió que juraba ya no tomar otra vez, al menos no de esa forma y no en ese bar.

Maldecía la hora en que aceptó salir con GiYoon.

— JiMin-Ah...

Así, todo desorientado y mareado, sonrió con los ojos cerrados cuando una mata de cabellos rositas se aparecieron en su campo de visión.

Era su chaparro.

— Tenía un par de días de no verte, chaparro — Susurró — ¿Dónde estabas?

El menor decidió no responder, solo pasó los brazos por sus anchos hombros y rápidamente se adueñó de sus labios para obtener un fogoso beso que le robó el aliento por completo.

Maldición.

Había extrañado tanto a JiMin que, sintiendo la necesidad de tocarlo, lo sujetó de la cintura para cargarlo y luego apoyarlo contra la pared y su cuerpo, de esa forma se acomodó y pudo corresponder al beso como se debía.

Aún se sentía mareado, pero se concentró más en posar sus grandes manos sobre el pomposo trasero del menor, quien de inmediato enredó los dedos entre sus negruzcas hebras para jalar levemente de ellas mediante subían el tono del ósculo.

Sus lenguas chocaron estrepitosamente, pero luego lograron encajar a la perfección y llegaron a crear un enredo en el que los chasquidos se hacían presente en esas ajustadas paredes.

Era el beso más intenso que había tenía con el pelirosa, pero lo había calentado tanto que decidió sujetarlo mejor para, sin dejar de enredar sus lenguas, salir del baño a ciegas y así dirigirse hacia la cama.

Sin llegar a abrir los ojos, manoseó toda la pequeña espalda del menor antes de que sus rodillas chocaran con la orilla de la cama, fue ahí en donde se dejó caer sobre las colchas, dejando al menor bajo su cuerpo para buscar cómo meterse entre sus piernas.

Entonces, con unas intensas ganas de probar la piel de su novio, deshizo el fogoso beso para dirigir sus labios hacia ese cuello que muchas veces ha sido su refugio.

Cerrar los ojos en momentos tan importantes como ese era la clave de vivirlo mejor.

Aunque tampoco los quería abrir porque se seguía sintiendo mareado y no quería arruinar el momento con el menor.

Sus labios chuparon con necedad el cuello y parte de la clavícula que tan loco lo tenía, sus manos vagaron por esos muslos mientras sentía cómo, desesperado, el menor empuñaba mechones de su cabellos con las piernas inquietas por cerrarlas, cosa que él no dejó en lo absoluto.

゚・* 🛍 ¸¸.•*¨*• 𝐹𝑎𝑛𝑐𝑦 𝑌𝑜𝑢 •*¨*•.¸¸ 🛍 *・゚ (𝐿𝑖𝑏𝑟𝑜𝑠 𝑑𝑜𝑠)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora