ﾟ･* 🛍 ¸¸.•*¨*• 𝐹𝑎𝑛𝑐𝑦 𝑌𝑜𝑢 •*¨*•.¸¸ 🛍 *･ﾟ (𝐿𝑖𝑏𝑟𝑜𝑠 𝑑𝑜𝑠)

🛍𝒄𝒉𝒂𝒑𝒕𝒆𝒓 𝒇𝒐𝒖𝒓𝒕𝒆𝒆𝒏 🛍

Soltó un suspiro tras alejarse de la mujer que tenía desnuda baja él.

Ni siquiera podía concentrarse en nada que no fuera YajaTzael.

— ¿Qué pasa?

Bajó la mirada para ver a la pelinegra.

Mierda.

Es que ahora que había visto a YajaTzael, a su hermano, fue tan emocionante y odioso a la vez.

Lo odiaba, tenía un gran resentimiento hacia él y eso nadie podía cambiarlo.

— Vete.

Luego de decirle eso a la mujer, se bajó de ella para poder sentarse en la orilla de la cama.

— ¿Pero por qué? Estábamos a...

— Qué te vayas — Gruñó — No me hagas repetirlo.

Mientras la mujer bajaba de la cama para vestirse, él sacó de su bolsillo una bolsita que contenía cocaína.

La observó con las manos temblorosas.

No quería probarla, pero a la vez sí.

Maldición.

Le ha costado prácticamente toda su vida dejar de meterse esa mierda.

Ya llevaba dos meses sin hacerlo y eso era un gran logro pero, claro, eso nadie lo sabía porque a nadie le interesaba acercarse o conocer a un drogadicto.

Él mismo ha tenido que celebrar su propio logro.

— Me llamas cuando quieras verme, Dael.

— Pensé que ya te habías ido.

La pelinegra lo miró mal antes de dirigirse a la puerta.

Entonces, cuando pudo estar solo, sacó su celular y marcó directamente al número de SooBaing.

— ¿Puedes contestar, imbécil?

Gruñó al escuchar que la llamada iba directo al buzón de voz.

— ¿Dónde carajos te metiste?

Suspirando dejó el móvil sobre las colchas y después miró nuevamente la bolsita de cocaína.

Le picaban las manos por abrirla y meterse algo por la nariz, pero tampoco quería echar esos dos meses por la borda.

Pero él se preguntaba si realmente había alguien que le interesara si se drogaba o no.

Sus hijos, obviamente lo iban a odiar.

¿Qué más daba ya?

Profundamente enojado abrió la bolsita y la esparció sobre la cómoda para luego poder hacer una línea con un billete.

— " ¿Por qué tienes que drogarte? "

— " Sadi... Yo necesito que tú me ayudes "

Estrelló el puño contra la cómoda tras recordar ese episodio de su vida.

— " Tú debes ayudarte, Dael, no yo "

— " Entonces, prométeme que vas a cuidar de los gemelos mientras vuelvo "

— " Como sea "

— ¡Maldito, debías cuidarlos, no robármelos!

Mierda.

Ni siquiera intentaría controlarse de esos ataques, solo se puso de pie y aventó la cómoda al piso.

Entonces, cegado por la rabia y la ira empezó a destruir toda la habitación sin importar que se destruyera a sí mismo.