El segundo gobernante

Capítulo 4: La Fiesta del Pentagrama

Hace dos años, Alastor llegó al infierno tras una muerte repentina. Aunque lamentaba no haber tenido más tiempo en vida para cumplir sus planes y llevar a cabo sus oscuros deseos, sabía que la muerte era inevitable. Ahora, en el infierno, se sentía en su elemento y comenzó a derrotar a los poderosos señores del infierno y overlord, atrapándolos en sus redes sin posibilidad de escape.

De repente, la voz de su amiga Rosi lo sacó de sus pensamientos.

_Oh, querido Alastor, parece que no me estás prestando atención. No dejes a una dama hablando sola, caballero_ dijo Rosi con un tono juguetón.

_Lo siento, mi querida dama, estoy un poco distraído_ respondió Alastor.

_Lo noté_, replicó Rosi con una pequeña sonrisa. Dejó su taza elegantemente sobre la mesa, mostrando su sofisticación como una verdadera dama de la época victoriana.

_No te preocupes, querido, solo te estaba hablando sobre la Fiesta del Pentagrama_ continuó Rosi.

_Será mi primera vez asistiendo a este evento_, dijo Alastor con curiosidad.

_No fuiste el año pasado porque no quisiste_ reprochó Rosi con una pequeña mueca infantil.

_Me disculpo, pero sabes que tenía otros planes para ese día_ respondió Alastor.

_Por supuesto, siempre eres un hombre muy ocupado_ dijo Rosi con complicidad.

_Pero esta vez me intriga asistir a este evento_ admitió Alastor.

_No te preocupes, querido, te divertirás mucho. La Fiesta del Pentagrama es una de las más grandes en todo el infierno. Grandes señores de todos los anillos infernales asisten, e incluso los pecados capitales hacen regalos a todos los presentes. Es un evento exquisito_  explicó Rosi.

_Vaya, ahora me arrepiento de no haber ido la vez pasada_ dijo Alastor.

Continuaron disfrutando de los bocadillos, aunque Alastor prefería evitar aquellos que contenían ingredientes más inusuales, pues apesar de ser un caníbal sabía que su amiga le gustaba esperomentar con sus ingredientes y pese a que compartía la retorcida mentalidad de Rosie por esta ovacion pasaba

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Después de despedirse de Rosi, Alastor caminó por las calles infernales hacia su hogar. Aunque el infierno no era como los humanos lo imaginaban, con fuego y azufre por todas partes, Alastor sabía que había un ambiente especial en el aire. El sutil aroma a azufre era tolerable, pero lo que realmente diferenciaba al infierno era la presencia de los demonios y el poder que se manifestaba en cada rincón.

Sin embargo, había algo que seguía intrigando a Alastor: el soberano del infierno. Aunque había tenido la oportunidad de conocerlo en persona y compartir su arte y talento con él, el rostro del gobernante seguía siendo un misterio para muchos demonios. Solo los más antiguos tenían el privilegio de conocerlo en persona, mientras que los más jóvenes solo podían escuchar las historias que se contaban sobre él.

Alastor llegó a su casa y se preparó para su transmisión diaria. Sabía que el soberano del infierno podría estar escuchando. Con una sonrisa en su rostro, comenzó su transmisión, esperando que su voz llegara a oídos del misterioso soberano y que su arte fuera apreciado en todo el infierno.