Capítulo 5: El Baile del Pecado

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En un chasquido, Alastor estaba listo, luciendo un traje a medida de manera elegante y sofisticada. Se dirigió al lugar donde se llevaría a cabo el gran evento, que se realizaba una vez al año en la fecha en que se dice que el soberano invocó el pentagrama para proteger a todo el infierno del ataque celestial.

Al llegar, las grandes puertas se abrieron y al ingresar, todo era majestuoso y elegante. El gran salón ya estaba lleno de invitados, y como dijo Rosi, había miembros de la alta realeza del infierno, señores poderosos y orgullosos, todos reunidos en un mismo lugar. Era como tener toda una habitación llena de pólvora que solo necesitaba una pequeña chispa para convertirse en una gran explosión.

Con su característica sonrisa, Alastor ingresó con elegancia al salón, donde encontró a su querida amiga Rosi teniendo una agradable plática con otras damas.

La música se detuvo y todos prestaron atención al lugar donde resplandecía un majestuoso trono. Una figura hizo presencia, asombrando a muchos, ya que no esperaban que el mismísimo soberano del infierno se presentara.

_ Mis queridos súbditos, espero que disfruten de la fiesta _ exclamó con una mirada que demostraba quién era.

Con este único anuncio del Rey, la fiesta dio inicio. Cada uno de los pecados capitales fue apareciendo, inclinándose y saludando como era debido ante su rey. También se unieron a la celebración.

_ Oh, mi querido amigo Husk _ saludó Alastor al overlord de aspecto felino.

_ Alastor, no creí verte aquí _  respondió Husk con una mueca de disgusto, tomando lo último que le quedaba en su copa.

_ Ya sabes, mi querido amigo, que adoro un buen escenario para el caos _  dijo Alastor con una sonrisa.

_ Solo no causes problemas, el rey está presente y no querrás enfrentar su ira_  le advirtió Husk. Él sabía del amor que Alastor tenía por el caos y la muerte. Tuvo suerte de estar lo suficientemente sobrio como para no aceptar jugar con él en aquella ocasión.

Que el mismísimo Demonio del Juego no haya aceptado una partida con el demonio de la radio solo hizo que la reputación de Alastor tomara más fuerza como un demonio temible.

_ Oh, no tienes nada de qué preocuparte _ respondió Alastor con confianza.

Con una sonrisa, se alejó de Husk y avanzó con confianza por el salón, abriéndose paso entre los presentes hasta llegar donde se encontraba el rey, sentado en su trono de manera majestuosa, imponiendo su poder sin importarle mucho las miradas que recibió. Subió las escaleras para quedar justo enfrente del soberano.

_ Me consede esta pieza, su majestad_  preguntó Alastor, extendiendo una de sus manos.

El rey, que había visto a Alastor aproximarse, lo esperó con una sonrisa complaciente.

_ Por qué no, mi querido pecador _  respondió, aceptando su invitación y tomando la mano extendida del demonio de la radio.

El demonio tiró de la mano del rey, quien chocó contra su pecho. El soberano dio una risilla y colocó una de sus manos en el hombro del más alto.

Alastor tomó una mano del rey y la otra la colocó en la cintura. La música tenía un ritmo lento y sensual. La forma en que ambos bailaban hizo que sus cuerpos se complementaran en un instante, como si siempre hubieran bailado juntos.

Lucifer se perdió en la mirada del más alto, sin darse cuenta de que sus súbditos presentes los miraban con asombro y confusión.

Nadie en el infierno había bailado con el mismísimo rey, y que ese demonio lo haya hecho era algo sorprendente. Muchos tenían dudas y se preguntaban qué significaba este baile entre el soberano y Alastor.



El segundo gobernante Donde viven las historias. Descúbrelo ahora