Capítulo 35: Promesas y Deseos

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La puerta de la habitación se abrió lentamente, revelando la figura de Lucifer entrando en la habitación.

_Al, cariño, ¿estás bien?_ preguntó Lucifer, su mirada reflejaba preocupación.

_Sí, por supuesto_ respondió Alastor, aunque incluso él dudaba de su propia respuesta.

_ Por favor, hasta en mi oficina se escuchó tu risa y no es la clase de carcajadas que suelo escuchar de ti_  dijo Lucifer, acercándose a Alastor, quien estaba sentado al borde de la cama. Se colocó frente a él y lo abrazó.

Alastor correspondió al gesto, rodeó la cintura de Lucifer y abrió las piernas para que el soberano quedara entre ellas, así poder abrazarlo más cómodamente. Su rostro estaba casi en el vientre de Lucifer y por alguna razón se frotó sobre él antes de separarse para hablar.

_Manzanita, es muy pronto para que me puedas escuchar, pero quiero hacerte esta promesa desde ahora_ suspiró Alastor, pero de manera firme volvió a hablar, _ seré el mejor padre que puedas tener_ Dio un beso en el vientre de Lucifer.

Alastor escuchó leves sollozos, así que levantó la vista encontrándose con el rostro de Lucifer lleno de lágrimas, con las mejillas rojas y mordiéndose el labio inferior para contener el llanto.

_¿Qué sucede, Su Majestad?_, preguntó Alastor, un tanto confundido.

_Eres el mejor_, se abalanzó Lucifer sobre Alastor, quien cayó sobre el colchón sujetando a Lucifer con cuidado. _Por supuesto que serás el mejor padre para nuestra Manzanita_ se separó de Alastor para darle un fuerte beso en los labios.

_"No seré como ese sujeto"_ pensó Alastor mientras correspondía al beso. _"Tranquila, mamá, no usaré a mi hijo para mis ambiciones, no como mi padre"_ Con ese último pensamiento, se concentró en los besos que su ángel caído le daba de manera tierna.

Sus labios se movían con gusto por saborear los labios del rubio, apretaba su cintura y lo atraía más a su cuerpo.

Lucifer soltó un gemido complacido cuando sintió las manos de Alastor debajo de su camisa tocar su espalda con cuidado.

Se posicionó a horcajadas sobre el demonio ciervo, sus movimientos cada vez más sugerentes y sexys.

_Mi gobernante_, Alastor cortó el beso, _no sigamos si esta situación escala un poco más, no me contendré y no quiero dañar a nuestra Manzanita

_Está bien_, respondió Lucifer de manera un poco desanimada, pues Alastor lo había dejado muy excitado.





























El segundo gobernante Donde viven las historias. Descúbrelo ahora