Capítulo 16 · Catarsis.

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➤NAIN ·


Una pendeja en toda la extensión de la palabra, eso era y con esa misma cara iba bajando en el ascensor, sintiéndome como idiota —y cualquier otra palabra que pueda describirme en este instante—, y es que también estaba ese dolorcito en el pecho que me molestaba.

—¡¿Como puñeta se me ocurre venir a buscarlo?! ¡¡Y hoy!! —negué molesta, mirando hacia abajo—. ¡¿Después de janguear?! Era obvio...

Las puertas se abrieron, respiré hondo y al salir, ahí estaba el hombre —había bajado corriendo por las escaleras, ¿no?—, yo simplemente caminé sin tener que verlo.

Y es que, si me fijaba en él detalladamente —iba a quedarme babeando, no hablo precisamente de mi boca—, el torso marcado y sudadito, se le hinchaba el pecho al tratar de recobrar el aliento y bueno, lucía muy bien, muy sexy.

—Nain, ellas son mis amigas...

—No es necesario que me expliques... No tienes porque decirme qué haces o no con tu vida, tranquilo —sonreí, algo que no me creyó, seguro.

—Esa amistad que tú tienes con Hydro, es la que yo tengo con ellas...

—¿En serio? —me reí, es que esto era una burla.

—Sí.

—Julieta me conoce, yo la conozco a ella... Sé lo que hace Omar, y creeme... Si ella estaba ahí metida, seguro pasó algo entre ustedes —jugué con mi cabello, llevándolo detrás de mis hombros—. Quizás su amiga, “La Kathy” también la acompañaba, y posiblemente... O bueno, no. ¡Tuviste algo con ellas! Pero, normal...

—¿Las conoces?

—Como a todas las putas del género, ¿o me vas a negar que las conociste en District?

Su cara era otra cosa, ya no se veía rojito como hace un momento. Esas mejillas se miraban casi transparentes, intentaba disimular que todo lo que estaba diciéndole lo tenía boquiabierto pero es verdad, ellas se pasaban en casa de mi hermano cuando él se quedó soltero por un rato.

—Diantre... Fue mi error venir, yo sé.

—No, no.

—Verte con ellas, te quita todo lo atractivo —sinceramente, me dejó un mal sabor de boca verlo acompañado de ellas—. Pensar en que estuviste con Julieta...

Negué mirándolo a los ojos, Omar no decía nada y fue entonces que decidí irme sin tener que hablar más o desahogarme con él por lo que había presenciado, y es que esas dos son de las peores en este lugar.

—¡Nain!

Me detuve y volteé, él dió un paso más y habló.

—¿Estás mordía?

Reí con fuerza, negué a la vez y me acerqué de vuelta, quedando frente a él.

—No —murmuré bastante seria, mirándolo a los ojos fijamente, él tragó saliva con cierta dificultad—. Estoy asqueada porque hace par de días yo te besé... Y sí, estuvo mal porque ni siquiera sabía quién eras...

—Nain, tú y yo hablamos hace par de horas —decía moviendo sus manos conforme hablaba—. Hablamos de cosas privadas, nos reímos y pasamos un buen rato, ¿ahora no me crees cuando te digo que no chingué con ellas?

—No me interesa creerte, el simple hecho de verte con ellas... Como con Noelia en el estudio, es asqueroso pensar en eso.

—Yo no tuve nada que ver con Noelia.

—¿Y como es que la conoces?

—Por un pana —titubeó.

Yo me quedé callada, mirándolo atenta esperando a que dijera quién.

—Ajá, ¿y luego? —me crucé de brazos.

—Pues...

—Omar, ¿qué estamos haciendo? —entrecerré los ojos, casi riéndome por lo ridícula que era esta situación.

—Mira —habló con firmeza—. Estaba soltero, tenía necesidades como cualquier otro hombre y ellas estaban ahí.

—¿Estabas soltero?

—Estoy todavía pero, es diferente ahora —se acercó más a mi, yo quise alejarme pero él fue rápido y me tomó por la barbilla, levantando mi cara con cierta fuerza.

Inhalé profundamente, el aroma que su cuerpo desprendía era excitante, yo inmóvil frente a él, esperando que sucediera algo.

—Ahora es diferente porque... No puedo dejar de pensarte —dijo observando mis labios.

La piel se me erizó por completo, estaba esa extraña sensación de anoche. Cierta tensión entre los dos, y Omar la provocaba en mi, con solo hablarme y verme directo a los ojos me mantenía ahí, como si fuera su marioneta.

—No puedo dejar de pensar en ti.

Al oírlo decir esas palabras, que para cualquiera sería lo mejor del mundo, a mi me hizo sentir mal. La risa burlona que a veces me aturdía o me contagiaba una felicidad cabrona resonó en mi cabeza —como si la estuviera escuchando ahora mismo—, unos ojos hundidos, con ojeras y después esas mejillas marcadas con unos huequitos y la barba, me obligó a abrazarme a mi misma.

Me aterré.

—Tengo que irme.

Di media vuelta y salí rápidamente de ese lugar, dejando atrás a Omar —quién seguía mirándome a través de los cristales del living—, mientras que yo me dirigía al carro donde Lynnie me esperaba.

Sentía un nudo en la garganta, un dolor en mi pecho y vacío en mi corazón, un vacío enorme que yo trataba de llenar desde el momento en que la persona que yo más quise, se fue.

—Nena, ¿qué pasó? —me miraba confundida—. ¿Le hablaste del tema? ¿Hablaron? ¿No estaba? ¿Qué tienes?

Dijo eso último al oír como sollozaba, me cubrí la cara con ambas manos y dejé que todo saliera, estaba cansada de seguir aguantando y fingiendo que todo estaba bien.

Lloré.

—Que se joda —murmuró sacando el carro de aquí.

Mientras que en mi cabeza, no desaparecía la infinidad de recuerdos que tenía de él.

—¡¿Por qué no puedo continuar?! ¡Sigo atada a él! ¡No desaparece! ¡Siempre está! ¡No me ayuda!

Me quejaba, me odiaba por sentirme débil y no poder pasar página. Me sentía estancada, seguía en ese hueco emocional que me mantenía en depresión por su muerte, y es que me afectó tanto que, quise morir con él y nadie se enteró.

—Pero nena... ¿Qué pasó, mami?

—¡Que Omar es un pendejo! ¡Yeruza no se va!

—Chica, ¿qué dices? —me tomó de las manos después de que detuvo—. ¿Por qué mencionas a Yeru? ¿Qué tiene que ver en..?

—¡Todo! Tiene todo que ver en esto, porque siempre que yo intento salir de esta mierda que me consume... Él aparece, y no pienses que estoy loca Lynnie pero es que... Julián llega a mi mente con cada puta frase que escucho, no puedo olvidarme de él.

—Mi amor, es normal... El tipo fue tu pareja, estuviste viviendo con él y, falleció... Es normal que esto pase, solo tienes que aprender a vivir con eso, ¿o piensas quedarte en casa llorándole?

—Claro que no —casi me quejé.

—Lo vas a tener presente siempre, yo sé cuanto lo quisiste... Cuanto lo amaste, pero ya él no va regresar, no vendrá jamás —decía de la manera más dulce y tranquila—. Tienes que seguir con tu vida, tienes que ser fuerte... Tienes que hacerlo porque si no, vas a pasar toda tu vida sola y en ese mismo renglón. Pasa la página, hay más cosas que hacer y muchas más por vivir.

—Yo sé.

—Nain, yo estoy contigo nena —me abrazó por encima de los hombros, jalándome hacia ella y sentí un gran alivio.

Como si algo saliera de mi, una sensación de felicidad era lo que sentía ahora, un poco más relajada. Miré a Lynnie y sonrió;

—Vamos de shopping, necesitas algo sexy para tu cumple.

TENTACIÓN ‹ OMAR COURTZ › Completa.✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora