TENTACIÓN ‹ OMAR COURTZ › Completa.✔

Capítulo 4 · ¿Qué Crj?

➤NAIN ·

Sentí unas manos frías pasarse por toda mi espalda de arriba a abajo, luego un leve jalón de cabello y par de risas. Me giré en la cama y jalé la sábana, cubriéndome hasta la cabeza, no quería despertar aún, quería seguir durmiendo pero esta persona que me jodía, quería otra cosa y eso era, que yo me despertara temprano para tener un mal humor que ni yo misma me aguantaría.

—¡Julito! —grité dándome la vuelta y me senté en la cama.

Al ver de quién se trataba, sentí una emoción inevitable apoderarse de mi. El corazón me latía desbocado, mi sonrisa era súper grande y el sueño que tenía o esas ganas de dormir, habían desaparecido.

—¿Qué pasa, chica? ¿Durmiendo a esta hora? Levántate, vamo’ a comer algo, dale...

—¡Emma!

Seguía inmóvil, viéndolo sin poder decir algo más que su nombre, no me la creía.

—¿Vas a quedarte con esa bocota abierta o me darás un abrazo?

Oí una risita detrás suyo, ahí estaba mi hermano mayor y le sonreí, esto seguro era plan de él y se lo agradecía. Entre risas, me paré en la cama y Emma se acercó con los brazos extendidos mientras yo lo veía como una fanática locamente enamorada pero también como su hermanita, con una emoción indescriptible pero que sin duda, me afectaba duro el corazón.

—¿Cuánto tiempo sin vernos, mami? —decía con esa voz ronca, sonando demasiado sentimental.

—Desde que... Ha pasado demasiado tiempo —suspiré con un nudo en la garganta.

Emmanuel —o Emma, Anuel—, vino justo en el momento que más necesitábamos de su compañía. Cuando pasó el accidente de mi hermana, mis sobrinos y su marido. Se me llenaron los ojos de lágrimas y levanté la mirada justo cuando Emma me rodeó con sus brazos —yo le sacaba un poco en altura, ya que estaba de pie arriba de la cama—, pude ver la cara de Julio ponerse roja y sonrió con lágrimas bajando por sus mejillas, cuando Emma y yo, nos dimos ese rico abrazo de hermanos.

—Pasó mucho mami, pero aquí estoy... Visitándolos, ¿qué hacemos hoy? ¿Algún plan?

Negué alejándome de él sin ser fría, pues quería seguir sintiendo ese cariño que me tenía —como su hermanita que soy, al menos era lo que decía él—, Emma me ayudó a bajar de la cama sosteniendo mi mano, me puse mis pantuflas y me jaló a su lado.

—Tienes que bañarte porque hueles a alcohol, niña —me miró mal—. ¿Desde cuándo e’ que esta nena tiene permiso pa’ irse de jangueo y llegar pasada de tragos, papi?

Me reí mirando a Julio quién ya estaba limpiándose esas lágrimas y ahora solo reía junto a nosotros.

—Cabrón, lo que pasa es que ya no e’ una nena...

Emma me miró con esa cara de chiste e incredulidad al mismo que sonreía burlón y asentí riéndome de él.

—Voy a cumplir veintidós, baby... ¿Qué me va’ a regalar?

—Lo que tú quieras que te regale —soltó sin preocupación alguna—. Porque dudo que ahora me aceptes esos chocolates que te daba cuando nena, o aquellas muñequitas...

—Todavía me gustan los chocolates —sonreí.

—Entonces un camión de chocolates vas a tener parquiao’ ahí enfrente cuando sea tu cumpleaños mami... Espéralo.

Miré a Julio quién simplemente negaba y se reía, luego de un rato, apuntó detrás suyo y Emma asintió.

—Vamo’ a esperarte pa’ que te asicales...