Capítulo 26 · Hola & Adiós.

951 63 4
                                    

➤NAIN ·


Miré al tipo irse después de decirme eso, volteé con mi hermano —súper molesta, y él seguía burlándose de mi con esa sonrisita suya—, negué y me acerqué a hablarle, claramente no iba a ponerme a gritar enfrente de todos.

—¿Qué pasó? ¿Se te subió ya? —lo miré de pies a cabeza.

—Ay, bendito... Nain, tú sabe’...

—¿Cuándo fue que yo anduve preguntándole a to‘a esas cueros que tú llevabas pa’ casa ‘e mami si habían chingado? ¿Ah? —le dije mirándolo a los ojos—. ¿Cuándo fue que yo anduve metiéndome en tus cosas? Ahora yo no puedo estar con alguien porque ahí vas tú a dañar to’ Julito...

—Ese cabrón era lo que quería, jodía’ tonta —soltó súper serio, bajándose un poquito las gafas—. Era lo que él buscaba contigo... ¡Esconderlo y después irse! ¿Qué no te diste cuenta? Aprovechó que tú estaba’ en nota pa’ ya tú sabe’ y después irse, beba... El cabroncito este, era lo que quería y más na’ y tú caíste...

—¿Y quién te dijo a ti que la que caí fui yo? —respondí apretando los dientes, Julito negó.

—No le creas na’ de lo que te diga ese cabrón después de ahora —me advirtió bebiendo y después me miró a los ojos—. Va a querer seguir con eso, te va hablar bonito pa’ que tú estés ahí pa’ él...

—Si yo me lo quiero comer, me lo voy a comer y ya... No es necesario que me hable bonito, porque a mi me gusta que me hablen malo, no te confundas, hermanito.

Negó—. ¡Ay ‘dito! Pero, tú eres como yo...

—No, no... Yo no soy una puta —me reí.

—Óyeme, ¿y esa faltaera de respeto?

Me encogí de hombros y fui por ahí, justo dónde quedaba mi habitación para darme un bañito mientras en mi cabeza estaban las palabras de Omar resonando una y otra vez.

—Diablo’ su cara...

Si me afectó, Julito era un hijo de puta cuando se lo proponía y era obvio que quiso joder a Omar con esa tomtería. Suspiré quitándome esos pensamientos de la cabeza, cuando abrí la puerta de mi habitación y miré al tipo ahí, estaba mirándome bien serio.

—Tú eres loco, ¿qué carajos haces aquí metido? —cerré rápidamente y me recargué al lado de la puerta.

No dijo nada, simplemente vino hacia a mi sin perder el contacto visual que me ponía súper en tensión. Se detuvo a unos pocos centímetros de mi cara, yo levanté un poco mi cabeza para verlo y él ahí, respirando como un loco —yo llenando mis pulmones con su rico perfume—, casi suspiraba.

—Julito es...

—Me importa poco lo que haya dicho allá... No estoy aquí pa’ hablar de eso —su aliento chocó contra mis labios, casi cerré los ojos.

Estaba matándome la cercanía.

—Quería tenerte de cerca de una vez más...

—Omar...

—Shh... —se acercó aún más.

Su cuerpo estaba pegado al mío, no había nada separándonos. Su mano derecha sobre mi cintura, la izquierda al costado de mi cabeza sobre la pared. Nuestras miradas conectadas, sus labios rozando los míos.

—Quería hacer esto na’ más, na’ malo... Tú sabe’ que no soy...

—Omar, fue un polvo —lo interrumpí hablando bajito, él asintió rompiendo el contacto visual—. Lo que dije allá, con mi hermano ahí...

Asintió sin verme, su mano seguía sobre mi cintura.

—Sé que fue un polvo —dijo empujándome contra la pared con esa mano que mantenía firme sobre mi cintura, me acorraló.

—So, ¿qué más tú quieres que te diga? —susurré aún más bajito que hace rato.

Negó mirándome a los ojos, se acercó todavía más a mi cara y su mano bajó lento, deslizándose por mis caderas, él me jaló con fuerza contra él y se inclinó.

—Tú ere’ tan chiquita, bonita... Acho’ tan linda, baby —dijo sobre mis labios, con coraje.

Su mirada fue a mis labios, él estaba agitado y yo, muriendo por saber que iba a hacer conmigo, ansiosa.

—Dijiste que te gustó... Lo que yo hice...

—Deja eso ya —casi pareció un gemido, más que una queja.

Humedeció sus labios y me tomó por el rostro, su frente estaba sobre la mía y cuando sentí que ya estaba más cerca de besarme. Cerré los ojos, esperando sentir sus labios pero, eso no pasó.

Escuché como abrieron la puerta, abrí mis ojos y lo vi a él saliendo, con una sonrisa en el rostro. Una sonrisa de burla mordiéndose la puntita de su lengua —en la cual se encajaba su colmillo que llevaba diamantes—, arquee mis cejas ya que, no entendía. Él hizo un mohín y cerró sin hacer mucho ruido.

—Diablo’ este cabrón...

Cogí aire, me recogí el cabello y me miré en el espejo, tenía la cara roja y el cuerpo entero me temblaba, no hace falta mencionar como estaba de allá abajo. Claramente quiso jugar conmigo, se molestó por lo que pasó con mi hermano pero, la culpa fue mía.

—Coño, ni pa' que...

—¡Nain! —dijeron a la vez que tocaban a mi puerta, era Lynnie—. Nena, ¿estás ahí?

—Entra, estoy aquí...

Se abrió la puerta y ahí venía ella, con mi hermano al lado, los dos sonriendo.

—Sé que no te gustan los regalos, no te gustan los detalles caros... No te interesas en lo material, y me encanta baby...

—Julio Alberto.

—¡Diantre, Nain! Suenas como mami —rodó los ojos riéndose.

—¿Qué pasó ahora? —solté con brusquedad, no estaba muy contenta ahora después de lo que pasó.

Ellos dos se miraron, Julito sacó unas llaves y me las dió.

—De parte ‘e Nani...

El corazón comenzó a latirme súper fuerte al escucharlo, miré las llaves en mi mano, después a Lynnie quién tenía lágrimas en los ojos y mi hermano, sonriendo como un nene emocionado.

—Tenía preparado dártelo después de to’ esta jodienda pero, la cagué contigo...

—Ay, que...

—Mi amor, Nani te dejó el regalo preparado pa’ tu cumpleaños... Ella consideraba que la edad que tienes ahora, es la mejor para vivir sola —decía lento, tomándose su tiempo para explicarme, to atenta escuchando—. No estoy pa’ na’ de acuerdo con eso y tú lo sabe’ yo no voy a venir a hacerme el loco ahora pero, es algo que Nani quería pa’ ti...

Volví a fijarme en Lynnie, ahora ella lloraba y yo, sin poder hacer algo o decir una sola palabra.

—Debbie y tú fueron como mamá e hija, eras la luz de sus ojos... Ella te compraba to’ lo que tú necesitabas y, fueron amigas más que cualquier cosa...

—Julio —dije casi sin voz.

—Nain, me duele esto con cojone’ tú no sabes pero, yo fui con ella para conseguírtelo y hoy te lo entrego mi amor... Las llaves de tu apartment.

Le brinqué encima al borde de las lágrimas y lo abracé con todas mis fuerzas —agradecida con él porque aunque sea un cabrón que jode con cojones, es mi hermano y lo amo—, Julio me abrazó de igual manera, suspirando como un pendejo y aguantándose las ganas de llorar, me reí.

—Como eres llorón —nos separamos, los dos con lágrimas en los ojos y nos reímos de nosotros mismos—. Llévame ahora pa’ estrenarlo con mis besties... Lynnie, ve por Héctor, que hoy es noche de pijamas.

TENTACIÓN ‹ OMAR COURTZ › Completa.✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora