Capítulo 19 · Imaginándola.

1.3K 81 9
                                    

➤COURTZ ·


«Hoy llega Casper... ¿Quieres cenar con nosotros, Lynnie? Van a estar todos en casa. Hydro me está llevando a casa ‘e mami, si quieres llégale.»

—¿Lynnie? Acho’ bestie —murmuré escuchando esa voice note, inmediatamente caché—. Puñeta, viene con Hydro...

En mi guagua montado, tuve que responderle con un «ok» y salí de ahí —por que si, estaba enfrente de su casa—, quería verla para despedirme de ella porque  salgo de PR por la mañana y no sé cuando vaya a volver, porque me salen partys por USA cada que voy y me presento.

Puede que me tarde más del mes fuera, sin verla y sin saber de ella.

—¡Puñeta! —le di al volante con la palma de la mano, me causó dolor pero decidí ignorarlo.

Estaba molesto, claramente.

Llamé a Julieta, no tardó nada en responderme y fue que le pregunté, sin rodeos:

—¿Paso por ti? Un polvo y ya, ¿puedes?

«Pa’ ti siempre bebé... ¿Te veo en el motel?»

—Dale, si estás cerca ahí te veo —respondí con rapidez, acelerando y esperé ese «sí» nada más para terminar la llamada y guiar hacia allá.

En un corto lapso de tiempo, yo llegué a donde siempre. Ya Julieta me había dicho como y donde era que estaba esperándome, me dirigí allí sin dudarlo o pensarlo tanto.

Abrí la puerta para entrar, ahí estaba ella en la cama —con las piernas abiertas en un camisón y con tacos puestos, sin pantie—, me sonrió a la vez que deslizaba una de sus manos por su entrepierna, sin dejar de verme a la cara.

—Estás bien adelantá’ cabrona...

Comencé a quitarme la ropa con rapidez, en cuestión de segundos, ya estaba yendo por encima de ella, tocando su zona e introduciendo mis dedos mientras jugaba con sus tetas y la oía gemir. Me excitaban sus jadeos, como me hablaba cuando yo mordía sus senos y los apretaba a la vez que abajo era un aguacero.

—¡Métemelo, papi! ¡Quiero sentirte!

Rogaba entre gemidos y la veía a la cara, ella sabía como hablarme y poner esas caritas que me gustaba verle a las nenas cuando las tenía en esta posición. Jugué un poco hasta que sentí ese fluido salir y llenar mi mano, ahí fue que me puse el condón y se lo metí de una.

Julieta se agarraba de las sábanas, el colchón y las almohadas. Se cubría la boca con una mano o me apretaba de los hombros mientras la martillaba sin siquiera verla a los ojos, y es que ahora estaba más molesto que nunca y por eso se lo hacía así.

Me puse de rodillas en medio de sus piernas, abriéndolas para después ponerla encima de mis hombros y darle fuerte. Desesperado y a falta de aire, mientras me corría dentro de ella, pensaba en Nain.

No podía dejar de imaginarla aquí conmigo, viéndome con esos ojos marrones oscuros o sonriendo de manera traviesa, quizás con burla o jugándose el cabello y los labios. Esos ricos labios que sabían delicioso, un saborcito dulce que me ponía loco,el ruido que hacía al reírse —bendito, esa risita de nena buena—, la miradita juguetona.

—Diablo, que rico...

—Papi, otro más.

—Vamo’ a darle hasta que sean las dos —respondí moviéndome lento, para acabar por fin y cambiar de posición.

 

「 Horas después 」

Verla tendida en la cama, de espaldas a mi. Me hizo sentir como un pendejo.

—¿Qué me costaba quedarme ahí con el pretexto de buscar a Hydro? De mentirle, diciendo que me habían avisado que estaba con la nena y me enviaron la ubi...

—¿Es tanta la culpa que tú sientes?

Miré a mis espaldas, Julieta se ponía el brasier despacio y yo la ignoré, no dije más nada hasta que ella rodeó el final del cama para llegar conmigo y tomarme de las manos.

—¿Ah, papi? —se arrodilló en medio de mis piernas, viéndome hacia arriba—. ¿Sientes culpa por haber estado conmigo? ¿Qué pasa con ella? Por lo que entiendo, esa chamaquita está con Hydro en secreto.

—¿Qué tú dice’..? —desvié la mirada, negando con una media sonrisa que casi parecía una mueca de desagrado.

—Ajá —asintió poniendo esa carita de bellaca, y llevó mis manos a sus hombros—. Pero, no te preocupes baby... Yo estoy aquí pa’ eso, pa’ hacerte olvidar to’ aquello... En este momento, no existe nadie fuera de nosotros... Na’ más la vida y la muerte, y hoy quiero que me mates.

Me reí—. Diablo, Juli... Mejor ponte tus cosas y vete, que tengo que salir... Apúrate.

Puso los ojos en blanco, y esa carita sucia se convirtió en una de repudio hacia a mi. Mientras que yo fui a buscar algo de dinero para dárselo y que se fuera con una sonrisa, al menos, sin odiarme tanto.

—Dale, toma.

Miró el par de billetes entre mis dedos, luego se fijó en mis ojos por unos segundos y sin dejar de ponerse la ropa, me quitó el dinero de las manos con un acto brusco y arrebatado.

—De panas, Omar... Pa’ la próxima será más lo que tú tienes que pagarme porque el precio que tenía pa’ ti era porque estabas exclusive conmigo y Kathy.

—¿Y a qué se debe el aumento?

—A qué tienes una nena ahora, y es diferente.

—¿En qué? —me crucé de brazos sonriéndole y ella sabe por qué.

Negó molesta—. No estoy mordía’ pero hay que cuidar el negocio... Hacerlo contigo era pa’ mi un privilegio porque éramos tú y yo.

—Y Katherine.

Asintió—. Pero tú y yo... Era diferente.

—Okay, Julieta.

No quise hacerle caso, me terminé de poner la ropa —eran las dos treinta—, salí de ahí huyendo «casi, casi» porque Julieta estaba en su mood y no quería bregar con una situación así, menos con ella que se supone, ese es su trabajo.

—Ahora sí, pa Miami —me monté en la guagua.

En par de minutos ya me dirigía a mi apartment, con Wisin & Yandel de fondo, y a mi cabeza llegaba el recuerdo de ella, raro. La veía sonriendo, jugando con su cabello castaño y esos mechones que se colocaban sobre su cara con el viento, se me escapó una sonrisa y negué.

—¿Qué carajo’ fue que tú me hiciste, mami?

TENTACIÓN ‹ OMAR COURTZ › Completa.✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora