Hogar.

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Eran pasadas las cuatro de la mañana cuando volvió al departamento.

Entró en silencio, como una sombra,
Dejó sus zapatos en la entrada y caminó hacia la habitación, en donde la castaña dormía profundamente, sin siquiera haberse dado cuenta de la ausencia de su compañero y es que a Sesshomaru le había venido muy bien que justamente ese día, Rin hubiese estado estudiando sin descanso ni tregua, ya que le había comentado que pronto tendría una clase de importante prueba en su universidad...

La cama, alrededor de la exhausta joven, estaba repleta de libros, cuadernos y hojas de papel impresas.
Su computadora portátil estaba abierta en la mesa de noche y había marcadores de colores regados por el suelo.

Así había estado cuando Sesshomaru se fué, pero ésta vez, lo veía con ojos diferentes... No importaba lo agotado, dolorido y lastimado que él estuviera... Ella lucía tan frágil...

Ignorando por completo los gritos de su cuerpo lastimado y cansado, cerró la computadora, comenzó a recoger los objetos del suelo y tomó, acomodó y apiló con cuidado en la mesa de noche los libros y documentos que estaban regados en la cama.

Se dió una ducha y se aseguró de quemar las vendas ensangrentadas que recubrían sus puños.
Se aseguró de ponerse unos pantalones cómodos para dormir y una hoodie, con la intención de cubrir los moretones en su cuerpo, aunque no hubiera forma de cubrir las ligeras heridas de su rostro... Ya se le ocurriría una buena excusa para cuando Rin se diera cuenta.
Por el momento, solo quería dormir, pero ni siquiera él se había dado cuenta de lo verdaderamente exhausto que estaba sino hasta que se arropó con las mantas que estaban impregnadas del aroma floral de la joven Tenno y se acurrucó detrás de ella, pasando uno de sus brazos a rodearla como era su costumbre, pero ésta vez, pegándola mucho más hacia sí mismo, permitiéndose capturar el aroma de su cabello...
Todo eso se había convertido en lo cotidiano de los últimos meses que tenía de conocerla, pero ese día, ese específico día, no solo le pareció novedad... Fué como un milagro.
Y aún siendo el un demonio, un asesino, un criminal, un monstruo, una basura o cualquier otra cosa que el mundo ya había decidido que era, desde antes de haber nacido, se permitió agradecer a cualquier deidad que quisiera o pidiera escucharlo todavía y agradeció no por la ducha caliente, no por las mantas suaves, no por una cama mullida ni por un techo en su cabeza con una puerta que en verdad daba seguridad, no. Agradeció por ella.
Muy en el fondo de su ser horrible, comenzó a entender esa madrugada, mientras entrelazaban su mano con la de ella, que, justamente, ella era esa ducha reconfortante, esas mantas suaves, esa cama cálida y ese lugar seguro.
Se dió cuenta de que en verdad se había acostumbrado a eso y pensó que ya no era algo que estuviera dispuesto a perder.















Lo despertó su propio grito en medio de una pesadilla, si corazón latía desenfrenado, su cabello se pegaba a su frente perlada y respiraba como si hubiese corrido una maratón...

------ Rin...!!!

Aquel grito despertó también a la castaña que dormía a su lado, ella encendió la.luz de su lámpara de noche y lo atendió:

------ Sesshomaru, qué pasa?? ------ Puso su frágil mano sobre el agitado pecho de su compañero, quien permanecía sentado, luchando por calmarse. ------ Calma... Tranquilo, respira...  ------ Lo consolaba. ------- Ya pasó, si? Fué solo una pesadilla. ------ La joven suspiró con compasión. ------ No te había pasado desde la pelea en la arena de mi padre... ----- Se le acercó más y lo abrazó, poniendo su cabeza sobre su hombro. ------ Ya, tranquilo. Estás bien. Estás en casa. No pasa nada.

Sesshomaru suspiró en medio de un último jadeo profundo y llevando su mano para buscar la de Rin sobre su hombro, sujetándola suavemente pero con firmeza.

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