WITH-OUT ME.

Demonio. (Parte 2).

Lo escuchó claramente mientras vaciaba la cocina por última vez.
Lo escuchó ésta vez usar la estufa, los sartenes, los cuchillos...
Parecía más paciente en ésta ocasión... Quizá, ya no sentía tanta hambre.

Ella no se movió de su lugar.
Se quedó ahí, acostada en la cama, sintiendo que si movía un solo músculo, se rompería.

Ni siquiera le importó cuando lo escuchó irse...
Escuchó la puerta de la entrada abrirse y casi de inmediato, volver a cerrarse, dejando todo en total y profundo silencio...
Se había ido.

Se quedó ahí por varios minutos más, hasta que sintió que si no se levantaba, moriría de hambre y de sed.

Se incorporó lentamente, sintiéndose aún adolorida y cuando pudo estar de pié y se vió en el espejo de su habitación se dió asco. Estaba hecha un desastre...

Entró pues primero al cuarto de baño y vió todo el desastre...
El espejo estaba roto y sus pedazos esparcidos por el tocador junto con un montón de sangre...
No tenía cabeza ni energías para darle importancia de momento.

Entró al área de la regadera y abrió las canillas, dejando correr el agua nuevamente y sintiendo que su cuerpo entero suspiraba de alivio...

Sin embargo... Cada vez que cerraba los ojos... Ya fuera para dejar que el agua scariciara su rostro o para que el shampoo no le cayera en los ojos... Lo veía a él.
Veía sus ojos clavados en los de ella...
Veía su cabellera empapada pegándose a su frente...
Veía su firme y fuerte torso...
Veía su rostro jadeante frente a ella... Con la boca entre abierta y sus afilados dientes...

Pasó su mano suavemente por la herida en su cuello para lavarla y el dolor que sintió, irónicamente, le hizo recordar también el tremendo placer que la había hecho sentir...
Jamás pensó que podría relacionar directamente tanto placer con semejante dolor...

Cerró la corriente de agua y salió de la regadera.

Solo tomó una bata del armario cercano y volvió a su habitación... Era un desastre también...
Parecía que un huracán había llegado, había arrancado las sábanas; una de las lámparas a los lados estaba rota en el suelo y además, también había sangre por todos lados...
Rin pensó que si alguien mirase con una lámpara de luz negra... La sangre sería el menor de los problemas.

Suspiró con agotamiento.
Tampoco tenía ánimos para preocuparse por volver a dormir en una cama limpia.

Salió de la recámara y llegó a la sala comedor... Sus ojos se abrieron con inmensa sorpresa...

Había esperado encontrar al menos la cocina en las mismas lamentables condiciones que su baño y su habitación, pero no. Todo estaba limpio. Inmaculado de hecho.

Buscó en las alacenas los desperdicios que ella misma había escondido ahí al llegar su madre tan de repente aquella mañana, pero no estaban...
En general, las alacenas y la nevera estaban prácticamente desiertas, pero estaban impecables.
No había basura a la vista, trastes sucios o si quiera una migaja en la barra o la mesa del comedor. Nada.

Miró sobre la estufa un par de cazuelas tapadas y se percató de que tenían comida adentro que no parecía haber sido tocada... De hecho, aún estaba caliente.

Él no solo había limpiado todo cuidadosamente antes de irse, sino que, pese a que él comió todo lo que encontró en frío, se molestó en cocinar solamente para ella, lavando todo justo después de usarlo...
Rin no supo cómo sentirse con eso... No sabía cómo sentirse respecto al peliblanco en general...  Pensar en él le traía mil emociones juntas, entre ellas, miedo a la vez que compasión...
Nunca había sentido tanto por nadie.