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— ¿Qué? A la bañera... ¿Con usted?—

— ¿Hay algún problema con eso? Creo que ya me conozco tu cuerpo de memoria a este punto.—

Mire al suelo, sonrojado.

— Ahora voy...— le dije, él entró y dejo abierta la llave de la bañera, traque saliva.

Se conocía mi cuerpo de memoria, y me preguntaba si estaba bien, todo el tiempo, pero siempre era todo actuación ¿No? Me sentía extraño.

En la bañera nos sentamos uno frente al otro, él se veía relajado, reposando los brazos en el borde de la misma, pero yo estaba tenso, abrazando mis piernas.

— ¿Todavía te duele? —

Asentí.

— ¿Crees que lo estoy haciendo muy fuerte para ser actuación? —

Tragué saliva y negué.

No, no, realmente está bien.

¿Por qué estábamos en la bañera juntos?

Si ya no estábamos actuando.

¿Por qué me había pedido entrar con él?

Aunque se conociera todo mi cuerpo, no había nadie viéndonos.

Una vez que sus padres, se crean que está en una relación conmigo, bueno, supuestamente, ¿Qué harán?, que es lo que espera conseguir de ellos.—

Independencia...

Pero usted es un hombre adulto.

Lo sé pero, en mi familia no basta con ser adulto para desligarse de todos los negocios que manejan, son una maldita monarquía, una familia como la realeza, necesito seguridad de su aparte que pruebe y confirme que ya no soy parte de ellos, necesito un documento de libertad, y lo necesito eso ya, desligarme por completo.

¿Cómo sabe que se lo darán?

Por qué estamos haciendo una buena actuación, tu tranquilo, apenas consiga el documento, dejaremos esto, lo estás haciendo bien.

Sonreí, pero un poco triste, me gustaba mucho verlo, estar cerca, aunque no me diera ningún indicio de nada más. Cuando todo terminase ya no íbamos a estar así de juntos, así de cerca.

¿Pero qué estaba pensando? Era un trabajo y ya, no entendía qué demonios hacía mi mente pensando en cosas que no debía.

Cuando había estado en mi casa aquel día había cuidado de mí, de alguna forma, se había visto tan real, me había preguntado como estaba, y sobre mi madre también, pero eso no significaba nada. Luego se fue y su mensaje decía que era por mi rostro triste que lo había hecho y por el bien de nuestra narrativa, solo porque no podía parecer que hubiera algo mal en nuestra 'relación'.

Entonces no había nada más.

Él no sentía nada.

¿Pero yo? ¿Yo sentía algo?

Horas después fuimos a almorzar y fue básicamente más de lo mismo, actuar como siempre, nos tomaban fotos, había muchos paparazzi afuera del restaurante, yo tenía que fingir que no me importaba y que estaba feliz con mi novio, actuar y actuar, nada más.

De regreso en el hotel nos llevaron los trajes que usaríamos para la ceremonia, me sentía muy nervioso, mientras abotonaba la camisa blanca me miraba en el espejo tratando de encontrar fortaleza en mis ojos. Prometiéndome a mí mismo no sentir nada que pueda arruinar el trabajo, rogándome a plegarias que no me enamorara del hermoso hombre al que acompañaba y que me hacía gritar su nombre, no caer en sus ojos, ni en su falsa amabilidad.

La Mejor Actuación | Ineffable HusbandsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora