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Al despertar no tuve que girar para saber que él ya no estaba a mi lado, el reloj en la mesa de noche indicaba que era medio día, me estiré sintiéndome muy cómodo en esa cama tan grande de suaves sabanas.

Mirando al techo, recordé sus brazos rodeándome para dormir hace algunas horas, no podía estar más confundido que en ese momento, me había abrazado en un momento en el que sentía el peso del mundo sobre mi, había sido amable, conmigo, había sido bueno.

Me levanté y entre al baño a lavarme, me veía terrible, mis ojos aún delataban mis lágrimas del día anterior, suspiré, camine sigilosamente hacia el salón, sin hacer ruido y tratando de ser cuidadoso al buscarlo. Pero no estaba por ningún lado.

Joven, buenas tardes, ¿Qué va a desear de almuerzo? — la voz de la mujer asustó y me hizo saltar, con la mano en el pecho le sonreí nervioso.

¿Qué? Yo... es que no lo sé. Emm ¿Dónde está Michael?

El Sr. Sheen salió a trabajar por la mañana, me pidió cocinarle lo que usted deseara.

No había dormido casi nada y aun así había decidido ir a trabajar, imaginaba que tenía alguna filmación importante, si no estaba grabando algo estaba en su oficina. Me quedé pensando, quería hablar con él y agradecerle por haber estado para mi en ese mal momento.

¿Y qué va a desear Joven?

Yo... no lo sé, supongo que lo que le guste a Michael.

Me miró pensativa y luego me sonrió.

De acuerdo, le avisaré cuando esté listo.

Gracias — le dije, sonriéndole

Regresé a la habitación y me senté en el borde de la cama, revisé el teléfono una vez más, esperando algún mensaje de él, o algo de su parte, pero no había nada.

Joven, aquí tiene, el Sr. Sheen me pidió entregarle esto. — me dijo una señorita entrando a la habitación, me entregó ropa limpia y una toalla, le agradecí y entre a ducharme. Estuve mucho tiempo dejando el agua caer sobre mi espalda, tratando de relajarme e intentando de que eso me ayudara a dejar atrás todo el miedo que había sentido por la operación de mi madre. Al menos ahora sabía que ella estaba bien, y aunque aun me quedaban toneladas de miedo que cargar, ella estaba con vida, y eso era lo más importante.

Me vestí y la mesa estaba servida.

Que lo disfrute. — me dijo la mujer antes de retirarse y dejándome solo.

Vaya sorpresa. — dije para mi mismo, mirando el plato de spaghetti, sorprendido al notar que compartíamos la misma comida favorita y al mismo tiempo anonadado de que alguien tan adinerado y que había visitado tantos lugares lujosos y novedosos, le gustara un plato tan simple, sonreí pensando en eso.

Pero antes de intentar comer mi mente me recordó que no debía hacerlo, era inevitable ganarle la batalla, pero me sentía hambriento, luchaba mucho por comer, y siempre era difícil dar el primer bocado. Con todas las comidas que me saltaba y las veces que no tenía tiempo para comer, se había convertido en una constante duda en mi mente, si debía hacerlo.

Y ahí estaba, mirando la pasta, temiéndole a un plato de comida.

Suspiré, enrollé la pasta en el tenedor y respira profundo antes de probarlo, sabía muy bien y tragué nervioso, quería dejar de sentir ese miedo, esa culpa después de comer, pero era tanto tiempo que lo sentía que ya era parte de mi vida sentir algún tipo de molestia antes de comer, al comer y después de comer.

La Mejor Actuación | Ineffable HusbandsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora