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Al salir de la clínica, caminaba lentamente al auto, pero en lugar de pedirle al chofer que me llevara a donde Michael estuviera, le dije que ya no necesitaba su servicio por el día, me despedí diciéndole que quería caminar, que se fuera a descansar.

Necesitaba pensar en todo, tenía que tomar la maldita decisión.


Sí, iba a confrontarlo y decirle todo.

Estaba decidido.


Caminando, mirando al cielo y a las personas en las calles me preguntaba por qué todo era tan difícil para mí, ¿Realmente era así para todos? O ¿Me había metido en un problema al conocerlo y aceptar el trabajo? Todo por conseguir dinero de una manera desesperada.

Anochecía, el cielo oscurecía mientras aún quedaban algunas luces anaranjadas y rosadas adornando el cielo, perdiéndose entre las horas. Caminé durante mucho tiempo, sintiendo el helado viento, algunas personas me pedían fotos y yo aceptaba, luego seguía visitando calles que no conocía, me encontraba en una avenida donde no había nadie, respiré profundo, saqué mi teléfono.


Iba a llamarle, iba a decirle que quería hablar con él y que...

Un auto se detuvo frente a mí, se bajaron dos personas con el rostro cubierto, del asombro solté el teléfono y este chocó contra el suelo, antes de que pudiera intentar escapar o gritar, me subieron al auto forcejeando y cubrieron mis labios rápidamente llevándome con ellos a la fuerza.


No podía más.

Ya era demasiado.

Demasiado para mí.


Dentro del auto mis ojos se humedecieron, una parte de mí sabía perfectamente lo que estaba pasando, tenía que ser eso, tenían que ser ellos. Era lo más obvio.

Querían atarme las manos, pero peleaba contra ellos con todas mis fuerzas, ya no quería sufrir más, no quería tener que pasarla peor de lo que ya era mi vida.

Uno de ellos me golpeó fuertemente en la mejilla, los intentaba patear y alejar de mí, intentando ser fuerte y valiente, soportando el dolor punzante, pero eran dos personas mucho más grandes que yo, mucho más fuertes que yo.

Me volvieron a golpear, esta vez en el estómago, luego en las mejillas, me sujetaban fuertemente hasta que estaba atado tan fuerte que no podía moverme ni un poco, deje de intentar hacer algo.

Intentaba gritar, pero además de que mis labios estaban atados, uno de ellos me sujetaba fuertemente sobre la atadura, temblaba, sentía que eso era todo, que ahí quedaría mi vida, mi historia.

Finalmente, cubrieron mis ojos y al pasar los minutos solo podía sentir el dolor de las ataduras sin saber a donde estaban llevándome, pero sabía quienes estaban haciendo eso.

No tenía miedo, lo que sentía era mucho peor que el miedo. El pecho me comenzaba a arder de ansiedad y mi desesperación de no poder moverme, ni gritar, ni ver nada me agotaba, no quería pensar en lo que pasaría, no quería imaginar nada.

Cuando el auto se detuvo me llevaron casi arrastrando por un camino largo, luego podía sentir que subíamos unas escaleras, porque tenía sentía mis rodillas chocas con escalones mientras me llevaban con los pies atados.

Me arrodillaron en algún lugar que no podía ver y me quitaron la venda de los ojos, mis labios me ardían y la boca me dolía por lo apretado que estaba la tela que me amordazaba, era una gran habitación vacía, una ventana sin vidrio, parecía un lugar amplio, vacío y abandonado, un edificio de estacionamiento abandonado.

La Mejor Actuación | Ineffable HusbandsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora