Mensajes de los sueños

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Tras ella, un camino de sangre la acompañaba, gritos desgarradores que hacían eco en la noche

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Tras ella, un camino de sangre la acompañaba, gritos desgarradores que hacían eco en la noche. Su ropa blanca, ahora teñida de rojo, brillaba bajo la luz de la luna llena. Alguien susurraba su nombre, pero no lo entendía con claridad. Sus pies descalzos caminaban sin rumbo, dejando huellas ensangrentadas en la acera. La luz del fuego parpadeaba en el aire frío. Su nombre se convertía en un lamento hasta que se detuvo en seco, juntando los pies.

Su larga melena blanca le llegaba hasta la cintura, moviéndose como las llamas y brillando con una intensidad cegadora, a pesar de estar bañada en sangre.

Estaba a punto de girarse, el viento había cesado y la sangre parecía coagularse. Justo cuando iba a revelar su rostro, me desperté sobresaltada al escuchar el susurro de mi nombre.

Solo había sido una pesadilla, el estrés acumulado de esos días difíciles. Pero por fin iba a volver a la normalidad, empezando por la universidad. Debía darme prisa para irme, aunque admitía que me resultaría extraño salir de casa. Sobre todo, tendría que sentirme segura después de todo lo ocurrido. Ahora ya no había nada que temer, el demonio se marcharía, o ya se había ido... Dudaba de lo segundo. Creo que se había acomodado demasiado bien en la habitación, echarlo después de lo que había hecho no sería muy amable por mi parte.

—¡Qué no, Ryu, que no se hable más! —escuché la voz de mi abuela desde la planta baja.

Fui a bajar las escaleras, pero me detuve al escucharlos discutir. Mi abuela siempre usaba ese tono de voz cuando no estaba dispuesta a ceder, y siempre conseguía salirse con la suya. Así que, fuera cual fuese el tema de la discusión, él iba a salir perdiendo.

—Galena, debo irme —escuché decir a Ryu con voz apagada.

—No debes irte. ¿A dónde irás? —La voz de mi abuela sonó con firmeza, acompañada de una palmada en la mesa de mármol, era una conversación seria—. Viniste demacrado, ahora estás empezando a recuperar fuerzas.

Un silencio pesado se hizo.

—Me fui porque no me queríais aquí, es antinatural.

Su voz sonó rota, como si lo que había dicho le recordara algo muy doloroso. Sé que ella también se dio cuenta. Esa palabra, y más pronunciándola de esa forma, había sonado hiriente.

—Yo no dije eso, fue Mara.

Hablaba de mamá, ¿qué tenía que ver ella en esto?

—Es lo mejor —dijo Ryu, recuperando la compostura—. Siempre que me necesites volveré, aunque espero que no sea por otra situación como esta.

—Ryu, no vas a marcharte, esta es tu casa. —Mi abuela suspiró—. Te marchaste la primera vez y fue un error, lo sabes. No quiero recordarte tus meteduras de pata. Mi hija... Sabes cómo era mi hija. Todo lo que tenía que ver con vosotros, no quería saber de ello... En eso se parece mucho a Circe.

Sangre de luna (Primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora