CAPÍTULO 52

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CAPÍTULO 52

Llegué a la casa de Ryan con la seguridad de que Ashley no estaría allí, de otro modo no habría ido. Pero, aún así me sentía extraña al ir justamente a esa casa.

Toqué la puerta a la espera de que abrieran y cuando lo hizo, Max corrió para abrazarme.

—Hola Lily.

—Hola Max... —sonreí por su forma tan adorable de recibirme. —¿Como has estado? ¿Te portaste bien? —Él asintió en confirmación de ambas preguntas y miré a su padre.

—Bienvenida. —me sonrió.

—Gracias, ¿Que hacías? —pregunté luego de que Max se fuera a jugar en la sala.

—Quizás, hoy tenga una deliciosa cena.

—¿Cena? —evité reír. —¿Harás la cena?

—¿No confías en mí? —enarcó una ceja.

—La verdad no... —negué sin poder contener la risa por su expresión.

—Eres cruel. —giró, dirigiéndose a la cocina.

—No lo creeré hasta que lo vea con mis propios ojos. Realmente no creo que seas bueno en la cocina, algún defecto tienes. —me senté para observarlo.

—¿Dices que soy perfecto? —me miró con una sonrisa ladina.

—No, es lo que insinuaste siempre. —suspiré levemente descansando mi codo para hacer lo mismo con mi cabeza.

—Lily, admítelo. Para ti soy perfecto.

—No lo eres, y lo probarás cuando esa comida quede totalmente quemada. —fruncí el ceño por la molestia que presentaban sus insinuaciones.

—Claro que no.

—Que sí.

—No, ¿Y sabes por qué?

—No,  y no me interesa saberlo. —miré hacia otro lado.

—Igualmente te lo diré. —se acercó. —Eso es porque soy idéntico a mi padre, tanto en aspecto, inteligencia y perfección. Lo aprendí todo de él. —habló con elocuencia y perfección.

—¿Quién lo dijo? —cuestioné con disgusto.

—Mi madre, y no puedes discutir con ella. —me señaló.

—No pensaba hacerlo, pero adelante... —señalé la mesada. —a este paso moriré de hambre y comienzo a arrepentirme de haber aceptado.

—Con permiso.

Se alejó para tomar algunas verduras y lo necesario para cortar, así finalmente comenzar a cocinar. Nuevamente me perdí observandolo, en esa posición podía apreciar sus hombros y espalda ancha. La camisa que llevaba la tenía doblada hasta los codos, dejando ver parte de sus fuertes brazos.

—Ryan... —la llamé acercándome a él.

—¿Que?

—Ese cuchillo es demasiado grande, ten cuidado. Mejor utiliza el otro. —señalé el correcto.

—Claro, tú sabes mucho de esto. —evité mirarlo. —Deja que me ocupe como sé hacerlo.

—Podrías tener un accidente. —lo tomé para quitarle el que tenía.

—¿Te preocupas por mí? Que tierna. —no respondí y volvió a tomarlo. —No sucederá nada.

Intentaba cocinar haciendo caso omiso a mis indicaciones, comprobando que era un desastre aunque no se diera por vencido; hasta que escuché una queja, y el cuchillo caer en la mesada.

ENTRE TUS BRAZOS |+18| [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora