CAPÍTULO 77

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CAPÍTULO 77


Me encontraba realizando envoltorios de hojas que no servían y arrojándolas al bote de basura, sin ánimos para pensar o mover otro músculo. Por un momento no quería pensar en absolutamente nada, y esperaba que aquel simple acto sirviera para distraerme.

—Hasta parece que perdí la pasión por mi trabajo. —suspiré, deteniendo mi acción y mirar al techo.

Una vez más recordé a mi hermano, en especial algo que hizo en un momento que sentía similar.


—¿Que le sucede a la princesa más molesta de éste mundo? —llamó mi atención, llegando a la casa ocultando algo.

—Tonto. —lo miré mal levantando la cabeza que la tenía descansando sobre mi brazo, y luego, regresar a esa posición.

—¿Que sucede? —se acercó para sentarse en una silla, al lado.

—Nada. —respondí, sin mirarlo y sin ánimos de cuestionar que era lo que ocultaba.

—Sabes que puedes decírmelo, sea lo que sea. —acarició mi cabello.

—No quiero hablar de nada. —levanté la cabeza.

—Vamos, mira lo infantil que eres y en una semana cumplirás quince años. —hizo una mueca y sonreí, pero sus ojos reflejaban preocupación.

—¿Es normal sentirse sin ánimos de nada? Sinceramente no quiero hacer nada. —suspiré.

—Es normal, todos nos sentimos así alguna vez en la vida. Mejor dicho, nos sentimos así más a menudo de lo que deberíamos. —rió. —Pero ¿Realmente no quieres hacer absolutamente nada?

Negué como una niña ofendida, sin ánimos de responder.

—Entonces, ¿Que hago con estos boletos para el cine? —mostró lo que ocultaba. —Dicen que la película es animada y muy buena. —agregó en un sutil tono para que quisiera ir al instante y funcionó.

—¿Prometes comprarme palomitas y un refresco? —me levanté con una sonrisa.

—Todo lo que quieras. —me devolvió el gesto. —Te soy cinco minutos para que estés lista.

—No... —me quejé cruzando los brazos.

—Bueno, quince minutos. Corre. —me apresuró y así lo hice, aunque tardé más de veinte minutos.

Al salir de la casa no dejaba de mirar su móvil que llegaban mensajes continuamente.

—¿Tienes trabajo? —pregunté por curiosidad.

—No, Amy nos acompañaría, pero su automóvil se averió. Tomará un taxi y nos veremos en el cine.

—¿Por qué no la buscamos? —desvié la mirada para observar las calles.

—Está en casa de sus padres.

—Está bien, no tengo problema... —volví a mirarlo y continué antes de que hablara. —De todos modos no pretendo bajarme. —crucé los brazos.

—Definitivamente no. —volvió la vista al frente sin decir otra palabra y conducir hasta el lugar.

Esperamos unos minutos hasta que su novia llegó y como dijo, me compró todo lo que quise mientras me trataba como una niña pequeña. No me molestaba, pero me parecía un poco exagerado de su parte aunque lo comprendía ya que estaba en plena recuperación de los sucesos.

ENTRE TUS BRAZOS |+18| [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora