CAPÍTULO 10

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CAPÍTULO 10



Otro día comenzaba y mis ánimos eran mínimos, preparé mi desayuno y me senté mientras colocaba los brazos sobre la mesada y los pasaba por mi cabello con paciencia. Habían pasado dos días desde que había hablado con mi padre y en ningún momento me dió respuesta o una llamada. De algún modo me preocupaba pero solo debía esperar, de otro modo tomaría otra decisión.

Llevé el primer bocado a la boca cuando mi móvil sonó, miré al remitente para dejarlo en su lugar y continuar con mi desayuno. Sólo luego de su insistente sonido tomé la llamada.

—No lamentamos informarle que el propietario de este número no se encuentra disponible, por favor no deje un mensaje después del tono. Biiip. —cambié la voz cubriendo mi nariz.

“Lily”

Se quejó y sonreí.

“Sé que me llamaste y no te devolví la llamada, lo sé, estuvo mal pero estuve ocupada”

Se escuchaba indignada y asentí “comprendiendo” pero no respondí.

“¿Lily?, ¿Estás ahí?”

—Supongo. —bebí de mi jugo.

“Desayunemos juntas”

—Tarde.

“Entonces, almorcemos juntas.”

—No creo salir de casa.

Descansé mi cabeza sobre mi mano, observando sin interés a la nada.

“Abre la puerta.”

—¿Que? —se sorprendí.

“Que abras la puerta”

Al mismo tiempo golpeó y colgué la llamada. Me acerqué para observar por el mirador y encontrarme con una Vanessa uniendo sus manos en señal de súplica con una expresión exagerada.

—¿Buscas limosnas? —pregunté en cuanto abrí.

—¿Limosnas?  Me ofendes. —cruzó los brazos cargando algunas bolsas y entrar con toda confianza.

—Estas en tu casa. —cerré la puerta.

—Traje el almuerzo. —señaló las bolsas dejándolas en la mesa para acomodarse y comenzar a comer de mi desayuno.

—¿Te levantaste y viniste directamente aquí? —volví a mi lugar para hacer otro bocado.

—Si, por un momento pensé, Lily no pierde el tiempo, debió desayunar temprano pero miro esto y no lo creo. Estás desayunando casi a las 11 de la mañana. —rió devorando lo que encontraba.

—¿Por qué te quejas? Tú no desayunaste nada.

—Es que pensé en mi amiga y corrí hacía aquí. —intentó abrazarme pero la esquivé. —Estás ofendida, lo sé pero tuve mucho trabajo y no es excusa. Últimamente es tan agotador.

—Está bien, lo entiendo. —recogí mi cabello.

—Está bien, lo entiendo. —me imitó para burlarse. —¿Que sucede? Creí que tu vida sería más productiva.

—¿De que modo? —jugué con una miga de pan en la mesada.

—No lo sé, trabajando con tu padre, en la empresa, teniendo un gran caso que ganar, o reencuentros... —lo último lo dijo en tono muy peculiar.

—Creo que esa es mi nueva frustración. —solté  pensativa.

—Eso si me interesa y mucho. —se acomodó para mirarme con atención.

ENTRE TUS BRAZOS |+18| [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora