CAPÍTULO 24

40 8 50
                                    

CAPÍTULO 24




Antes de que pudiera reaccionar me besó con suavidad, desordenando mis pensamientos en ese momento y amenazando con causar caos en mi interior por lo que me alejé antes de que lo profundizara.

—¿Que haces?  —cuestioné a  pocos centímetros.

—No lo sé, estabas demasiado cerca. —frunció el ceño.

—¿Esa es tu excusa? —no respondió y me decepcioné aunque no quería admitirlo. —Terminamos por hoy, será mejor que me vaya.

Me levanté con claras intenciones de irme pero en cuanto abrí la puerta se volvió a cerrar con fuerza, o debería aclarar que él la cerró dejándome acorralada entre ella y él.
Evité girar para que no notara mi sorpresa y el nervisismo que comenzaba a surgir, su brazo pasaba por encima de mi cabeza, evitando que la volviera abrir.

—¿Ahora que haces? —cuestioné con seriedad.

—No lo sé... —susurró cerca de mi oído.

Podía sentir su cercanía, el calor de su cuerpo, el aroma de su fragancia y el roce de su aliento cerca de mi oído produciéndo una corriente eléctrica en mi cuerpo.

—Deja de jugar, ¿Quieres? —intenté abrir la puerta sin éxito, claramente tenía más fuerza y la estaba aplicando a juzgar por las venas que sobresalian en su brazo.

—¿Que sucedería si... No quiero? —lo sentí aún más cerca, sus labios rozando mi oreja, esa parte tan sensible para mí que no tuve más opción que girar.

—¿Que sucede contigo? —no respondió, y tampoco parecía querer hacerlo, solo movió su rostro a un costado para mirarme con atención. —¿Bebiste antes de que viniera?

—No, ¿Por qué lo haría? Había asuntos importantes que resolver. —se inclinó hacía mi.

—¿Que demonios me miras tanto?, ¿Buscas algo?  —cuestioné sin perder la compostura, intentando salir de la corta brecha de distancia que había formado.

—Si busco algo... —esperé a que especificara. Él sonrió furtivamente para mirarme directamente a los ojos. —busco el mínimo indicio de nervisismo o inseguridad en ti, Lily. Pero no lo hay, y no puedo determinar si eso es algo bueno o malo.

—Ya no soy una niña, y tu tampoco aunque comiences a actuar como uno... —intenté empujarlo sin éxito. —¿Me dejas ir?

—Al hacerlo sé que jamás lo resolveré. —murmuró, pero lo entendí perfectamente.

Antes de que pudiera moverme un centímetro unió nuestros labios en un beso un tanto extraño, solo era  presión entre si provocándome incertidumbre por sus actos. Nuevamente intenté empujarlo, en otro intento fallido que aprovechó para tomarme de la cintura y pegarme a él.
La cercanía era casi absoluta, si no hubiese colocado mis manos en medio quedando justamente en su pecho, pudiendo sentir su firmeza muscular. Y en mi mínima distracción colocó su mano detrás de mi cuello para finalmente profundizar aquel beso que demandaba y mucho. No era mi intención responder, pero la insistencia de sus labios no tenian intenciones de detenerse y mi desventaja era notable.
Poco a poco le di permiso mientras cerraba los ojos para disfrutar por primera vez de un beso de tales características, navegando mis manos hasta su cuello para obtener la comodidad necesaria y olvidarme del resto aunque fuese por unos segundos.  Los segundos se prolongaron y al separarnos no me atrevía a mirarlo a los ojos, me sentí débil, avergonzada y la misma niña que estuvo enamorada de él hasta los 18 años.
Intenté alejarme pero, no me lo permitió, movió su cabeza, con desdén, buscando mi mirada y al no encontrarla tomó mi mentón.

ENTRE TUS BRAZOS |+18| [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora