CAPÍTULO 118

47 6 37
                                    

CAPÍTULO 118




El tiempo pasó, Ryan siempre estuvo presente para mí y nuestro bebé, acompañándome a las revisiones regulares, ecografías, y los ultrasonidos donde derramó algunas lágrimas. Me sentía tan feliz que ocho meses después nació Matthew Rogers Walker, nuestro primer hijo juntos.

Max se expresó muy feliz al recibir a su hermanito y lo cuidaba constantemente como un buen hermano mayor.

Tres años más tarde tuvimos nuestro segundo hijo, Noah Rogers y pretendíamos deternernos ahí al experimentar la atareada vida de padres y con tres niños era más que suficiente.

—¿Que sucede, hija? —me preguntó mi madre, al ver que mi expresión había cambiado al leer un mensaje.

—Nada, es Ryan, no llegará a cenar y se quedará en la oficina por un contrato que posiblemente se concrete en un par de días. —suspiré levantándome con Noah en brazos, quien ya tenía poco más de un año. —Tendré que ayudarle o hará un desastre, y eso que le dije innumerables veces que hiciera estas cosas con tiempo.

—¿Segura? —también se levantó y mi padre nos miró junto a Max que miraban televisión y Matthew jugaba un poco.

—Si, pero los niños. —suspiré.

—Los cuidaremos, no te preocupes.  —tomó a Noah, quien pronto se quedaría dormido.

—Sabes que es demasiado tranquilo, cuando se duerma no despertará hasta mañana. De todos modos te avisaré si regresamos pronto. —miré la hora y casi eran las siete de la tarde, me acerqué para saludar a Matthew y luego a Max. —Iré a la oficina para ayudar a tu padre, intentaremos no tardar, ¿De acuerdo?

—Está bien. —me abrazó y pude irme sin preocupaciones.

Al llegar me encontré con un Ryan muy concentrado que nisiquiera me había escuchado entrar.

—Llegó su salvación, señor Rogers. —me acerqué para tomar el documento legal que tenía para hacer mi trabajo.

—¿No estabas en casa de tus padres? ¿En qué momento llegaste?  —parecía muy sorprendido.

—En este momento... —lo miré. —Vine a salvarte porque de otro modo ésto podría ser una catástrofe.

—Me insultas. —frunció el ceño.

—Lo sé. —me concentré en los papeles para olvidarme del resto para hacer mi trabajo profesional.

Las horas pasaron y era demasiado tarde, tanto que casi eran las diez de la noche y no habíamos cenado.

—¿Llamaste a tu madre para decirle que pasaremos tarde por los niños? —me preguntó sin apartar la mirada de la portátil.

—Si, se lo dije antes de venir porque intuía que pasaría esto. —acomodé una carpeta. —Aún cuando te dije que tuvieras todo listo, continuas siendo descuidado y quizás habrías caído como idiota en algún engaño, pero por fortuna me tienes aquí. —hice una mueca para continuar trabajando.

—Cada vez que sucede algún imprevisto mencionas eso, una y otra vez, ya saboreaste la victoria, ¿Quieres que te bese los pies? —cuestionó indignado y reí.

—No sería mala idea. —respondí para molestarlo.

Él no respondió, pero se levantó de su lugar para acercarse y mirarme desafiante.

—Preferiría besar otras cosas. —dijo muy peligrosamente.

—¿De que hablas? Estamos en la oficina. —me levanté para detenerlo.

ENTRE TUS BRAZOS |+18| [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora