FINAL ALTERNATIVO

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FINAL ALTERNATIVO:
PARTE VII

Había pasado una semana y él no había regresado, tampoco recibía su llamada y eso me preocupaba.

—Traquila, regresará en cualquier momento. —intentó animarme Micaela y la miré un momento.

—Dices eso, pero también estás preocupada. ¿Esto es normal? —fruncí levemente el ceño para regresar la vista afuera.

—Para personas como nostros, es completamente normal. —liberó un suspiro.

Dos días más y me encontraba en la cuidad haciendo algunas compras personales. Me detuve un momento al observar que la sastrería continuaba cerrada y no me atrevía a preguntar, ya que el sastre había sido asesinado tiempo atrás.

Para cuando regresé a la casa, porque sí, estaba en la casa de los Dimarco y no había considerado en irme, por alguna razón me sentía cómoda. Al entrar encontré a Micaela con una expresión preocupada y un hombre bajaba las escaleras.

—¿Que sucede? —pregunté con confusión.

—Lily... —se sorprendió al verme y no sabía que decir.

—Estará bien... —habló el hombre, dirigiéndose a ella. —Solo debe descansar y limpiar la herida hasta que esté bien. Cualquier cosa me llaman.

Sus palabras me dejaron sorprendida, Micaela lo acompañó hasta la puerta y cuando regresó la miré, esperando que dijera algo.

—Bien... —respiró con profundidad. —Lucio regresó, pero...

No pude esperar a que terminara y subí las escaleras con rapidez, del mismo modo abrí la puerta de su habitación.

—¿Lily? —me miró con el ceño levemente fruncido, por lo que pude notar su molestia al moverse, ya que estaba sentado y una venda le cubría el hombro.

—¿Que sucedió? —me acerqué para mirarlo de cerca, deteniendo mi mano antes de tocarlo.

—Cosas que suceden, no te preocupes. —intentó tomarla, pero colocó la mano en su hombro haciendo un gesto doloroso por el movimiento.

—¿Cosas que suceden? —finalmente pude tocarlo, conteniendo el nudo en la garganta al verlo de ese modo. Lo ayudé a recostarse y cuando lo hizo, deposité un beso en sus labios. —Cosas que suceden solo en tu vida. —me senté a su lado.

—¿Y que esperabas? Mi vida no es como la tuya, no hago exactamente la paz, y en caso de hacerlo será mediante enfrentamientos. —suspiró con molestia. —Soy mafioso, esto es lo que hay y no quiero esto para ti.

—¿Y esperas que acepte eso? —tambien me molesté. —¿Por qué todos creen que pueden tomar decisiones por mí?

—No quise decir eso, se perfectamente cuanto te afecta esa duda... —tomó mi mano. —Pero estar conmigo significa que tendrás que soportar esto y otros peligros, no quiero que eso te lastime.

—Puedo hacerlo, incluso cuidaré de ti mientras estés en esa cama. —bajé la mirada.

—Tienes fobia. —me haló con lentitud hasta que pudiera mirarlo.

—Lo superaré por ti. —susurré sobre sus labios hasta unirlos en un beso lento y suave.

—¿No sé de qué me preocupaba? —escuchamos la voz de Micaela y nos separamos. —No se preocupen, solo cerraré la puerta. —salió haciéndolo y sonreí.

—¿Hablaste con tu padre? —asentí. —¿Que harás al respecto? Si decides quedarte aquí, deberás alejarte de ellos por protección.

—Lo sé, y está bien. Ellos estarán bien y yo también, solo viajaré algunas veces y otras lo ayudaré desde aquí. Hasta que me aleje completamente, esa es la decisión que tomé, pero ¿Sostendrás mi mano hasta el final? —lo miré a los ojos y suspiró, dibujando una sonrisa.

—Ya lo hago, y no pretendo soltarte. —me besó una vez más, pero nos estuvimos debido a su estado.

El tiempo pasó y lo ayudé en su recuperación, su hombro tenía una herida de bala y seguramente dejaría una cicatriz. En ese tiempo viajé algunas veces para ayudar a mi padre, y otras lo resolvíamos a la distancia, como lo había mencionado.

—¿Entonces, que querés hacer? —pregunté con el móvil en el oído, mientras sentía una mano en mi cintura y luego un beso en mi mejilla. Giré para encontrarme con él y le hice una seña para que supiera que era Vanessa.

“No lo sé, quiero irme de aquí. Ya no estás y no creo que pretendas regresar, así que ya no tengo motivos para seguir aquí. Quiero cambiar de vida.”

Suspiró con evidente cansancio.

—Entiendo, espera un segundo. —quité el móvil cubriendo el micrófono para escuchar lo que Lucio tenía que decir.

—Preguntale que considere venir, creo que haría un buen equipo con Micaela. —me sonrió, mientras tomaba su abrigo y lo observé un momento.

—¿Quisieras probar suerte en Italia? —pregunté a mi amiga y ella parecía sorprendida. —Piensalo y luego hablamos.

En breve colgué para dejar el movil y abrazarlo por detrás, sin intenciones de dejarlo.

—¿A donde irás? —pregunté, descansando mi rostro en su espalda firme, sintiendo el aroma de su fragancia.

—Tengo un asunto importante que atender, pero no te preocupes... —tomó mis manos para que lo soltara y así poder girar. —Regresaré para dormir juntos. —me besó dulcemente para luego bajar de la mano.

—Están tan enamorados que son adorables. —mencionó Micaela, regresando la mirada a la revista que tenía.

—También te quiero, hermana. Nos vemos luego.  —saludó, dedicándome una sonrisa y así poder irse.

No me preocupaba que tuviera algún problema, ya que estaba segura de que no saldría del país y mientras tanto podía estar tranquila.

—¿Hay algo que quieras decirme? —preguntó ella, sin apartar la mirada de la revista y suspiré, creyendo que Lucio había mencionado algo, antes de hablarlo conmigo.

—No exactamente... —me senté a su lado para tomar otra revista, pero definitivamente eso no era para mí. Prefería mil veces un pila de documentos legales antes que esas cosas.

—Esa amiga tuya... —intentó decir y la interrumpí.

—Lo sabía, Lucio te dijo algo ¿Verdad? —la miré. —No quiero que pienses que me aprovecho de sus buenas intenciones, o de ti, solo...

—¿De que hablas? —rió y me confundí. —Fui quien mencionó esto, realmente creo que tú amiga tiene mucho talento y necesito una diseñadora joven para indumentarias Dimarco. —simuló un cartel y la miré sin comprender. —Es lo que estamos construyendo donde fue el Milano, y claro, aún necesito pulir el nombre, pero no es mentira lo que te dije.

—Ya veo. —asentí.

—Necesito a alguien que conozca del tema, nos modernizaremos y dejaremos en segundo plano la sastrería. No quiero ofenderte, pero no sabes nada al respecto, por eso pensé en ella, aunque ¿Crees que rechazaría Paris para trabajar con nosotros?

—Conociendola como lo hago, claro que lo hará. —confirmé con una sonrisa. —Solo esperemos su respuesta.

Ambas pasamos la tarde juntas, incluiso cenamos y por la noche intentaba conciliar el sueño cuando sentí unos besos subir por mi brazo  hasta posarse en mi espalda.

—Esta noche no... —me sentía más dormida que despierta y escuché su soplo divertido sobre mi piel.

—Lo sé... —lo sentí recostarse a mi lado. —pero mañana quiero que me acompañes a un lugar.

—¿Me secuestrarás de nuevo? —cuestioné acomodándome sobre su pecho y acarició mi cabello.

—No, pero será importante. Descansa. —susurró lo último, depositando un beso en mi frente y liberé un suspiro somnoliento para quedar completamente dormida.

ENTRE TUS BRAZOS |+18| [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora