Me fijé que una chica puede que un par de años más joven que Bastian se acercaba a mí observándome con desagrado, era pelirroja, un poco más alta que yo, con curvas, guapa y no llevaba la misma ropa con la que la había visto la otra vez. Se acercó y me miró con desagrado luego dijo que no daban limosna ni tenían trabajo que ofrecer y me pidió que me fuese, entonces le pregunté por Bastian, si lo había visto a él o a alguno de sus amigos, me miró sorprendida y luego frunció el ceño para decirme que ella no conocía a ningún Bastian.
_ Claro que lo conoces, te vi con él hace unas semanas, ¿eres su novia?, no tienes que preocuparte por mí, yo no tengo nada que ver con él, solo soy una simple conocida, ahora dime ¿lo has visto?
Se quedó callada unos minutos y luego me contestó.
_ Te equivocas, yo no soy su novia y tampoco tengo nada que ver con él, y no, no lo he visto desde hace bastantes días.
_ Lo siento yo creí… Te vi con él hace unas semanas y parecíais muy cercanos.
_ ¿Qué quieres decir?
_ Bastian me pidió que esperase fuera mientras tú y él pasabais bastante rato en el interior de este local, cuando salisteis te comportaste muy cariñosa con él.
_ Eso no es asunto tuyo y lo que viste no es lo que crees, además ¿si no tienes nada que ver con Bastian porque me preguntas por él? Deberías largarte de aquí no tengo más que decirte, además tu presencia hace que me espantes los clientes.
_ Está bien me voy pero me podías dar algo de comer, llevo dos días sin probar bocado.
_ ¿Después de tu comportamiento?, aquí no tengo nada para...
Antes de que pudiese terminar la frase, entró un señor mayor, tendría unos cincuenta o cincuenta y pocos años, llevaba el cabello canoso y con algunas entradas, una pequeña barriga sobresalía por encima del pantalón, no era más alto que yo tal vez unos tres o cinco centímetros y en su cara se dibujaba algunas arrugas. Le sonrió a aquella chica para luego saludarla con un hola cariño, puede que fuese su padre, tal vez él sí había visto a Bastian o a sus amigos, puede que los conociese. Aquel hombre me miró de abajo a arriba y me preguntó si quería algo, cuando estaba a punto de abrir la boca aquella chica le dijo que ya me marchaba, fue entonces cuando se acercó a ella y le dio un beso en la boca mientras ponía una de sus manos sobre el trasero de ella.
_ Entonces encárgate tú de ella mi amor, yo voy a revisar las cuentas.
Ahora sí que estaba segura de que ese hombre no era su padre, tal vez su marido o un posible amante. Tan pronto como desapareció de entre las cajas del fondo ella me miró atenta y seriamente y me dijo que me fuese. Le pregunté quién era él.
_ Eso a ti no te importa
_ Vale pues entonces esperaré en la otra acera y cuando salga se lo preguntaré a él, puede que también le hable de Bastian.
_ ¿Crees que creerá a una pobretona como tú?
_ Tal vez no, pero puedo ser muy convincente cuando hablo, estoy segura que le creeré dudas, me pregunto ¿será bueno para ti?
Ya un poco más cabreada que antes me miró a los ojos y me preguntó si quería dinero por mantener la boca cerrada.
_ No quiero tu dinero, solo comer y descansar unas horas, ah, y saber quién es él, si tú no quieres decírmelo no importa siempre puedo preguntar.
Su voz sonaba hastiada cuando me contestó.
_ Es mi marido y te recomiendo por tu bien y por el bien de Bastian y sus amigos que mantengas la boca callada, allí al fondo hay una puerta, toma la llave, intenta no hacer ruido, luego te traeré algo de comida.
Una vez dentro de la habitación observé que era pequeña, había una ventana estrella y rectangular en lo alto de la pared, si alguien quisiese entrar o salir por ella lo tendría un poco complicado. Había una cama hecha con troncos de madera y una manta gruesa encima de ella, una pequeña mesa en una esquina y una especie de mesilla con dos cajones en la otra, también se podía ver un pequeño espejo y una silla con una manta más pequeña y oscura que la anterior encima de ella. A pesar de estar cansada solo pensar en acostarme en aquella cama me repugnaba, estaba casi segura que era ahí donde esa chica engañaba a su marido con Bastian. La puerta de la habitación se abrió y apareció de nuevo ella, traía en una mano un plato de comida y un tazón con algo de beber, antes de marcharse de nuevo me dijo que la tienda cerraba en cuanto empezase a anochecer y que esperaba que para entonces ya estuviese descansada y me largase de allí. En cuanto desapareció de mi vista me senté en una de las esquinas de la cama y comí y bebí todo lo que me había dado, luego cogí la manta de la cama y la eché en el suelo, me envolví con la otra y allí me quedé observando desde el piso arcilloso la cama vacía a solo unos centímetros de mí. Aquella chica no había visto a Bastian y estaba segura de que decía la verdad, ellos deberían hacerse notar en este lugar para que no desconfiasen de su comunidad, intenté retener mis lágrimas, Mauro había muerto y puede que también el resto del grupo, las imágenes de mi amigo cayendo al suelo y manchando su camisa de sangre hicieron que todo lo que llevaba guardado y que intentaba que no saliese brotase con fuerza de mi interior, mis lágrimas salieron a borbotones apreté mis mandíbulas contra aquella manta a pesar de no saber lo asquerosa que podía estar, no vería nunca más a Mauro, no había podido ayudarlo, nos habíamos prometido estar siempre juntos y ahora él estaba muerto, lo habían matado y todo porque yo había insistido en que nos acompañase en ese estúpido viaje. Quería morirme con él y tal vez pronto me llegase mi momento, sobrevivir sola en un mundo como éste era muy difícil sobre todo para una mujer, mi cuerpo temblaba todo y no podía hacer nada para evitarlo, seguí llorando a pesar de que me había prometido a mí misma no hacerlo y ser fuerte pero yo era la causante de su destino. Todos los que se quedaban a mi lado acababan abandonándome, primero mi padre, luego no pude ayudar a mi madre a recomponerse con la muerte de papá y ahora era Mauro el que me había dejado, deberían haberme disparado a mí en vez de a él, debería haber muerto yo en aquel almacén olvidado en manos de Julio y Saúl, debería quedarme en aquella fiesta y no regresar a ayudarlo cuando lo golpearon puede que si no nos hubiésemos conocido él aún estaría vivo, debería haber muerto con mi madre porque lo único bueno que conocí después de su muerte fue a Mauro y a él también me lo arrebataron. Recordé una de las frases que solía decir mi padre cuando salía a enfrentarse al mundo y yo le pedía que no lo hiciese, que permaneciese al lado de mamá y mío. “– escucha hija, habrá personas que querrán destruirte, humillarte de tal manera que no encuentres motivos para vivir pero si eres fuerte y sobrevives a todo eso la vida te lo recompensará con creces, como nunca imaginaste y entonces encontrarás la felicidad”. Lloré, lloré hasta que me quedé dormida por el dolor, la pena y también el cansancio acumulado, cuando desperté un ruido afuera de la habitación me sobresaltó, aquella chica abrió la puerta silenciosamente, me entregó un cubo con agua y algo de jabón y un abrigo viejo pero que parecía calentito, me dijo que me podía lavar y que me regalaba la prenda, esa noche iba a hacer frio, cuando terminase de arreglarme tendría que irme. Me miré al espejo y tenía una pinta horrible, me lavé la cara y las manos, también humedecí mi pelo y lo peiné lo mejor que pude, después de colocarme el abrigo salí de la habitación y le agradecí lo que había hecho y desaparecí entre las calles. Caminar sola por la ciudad a aquellas horas era tan o más peligroso que hacerlo en las afueras, no puedes reconocer quien es amigo o enemigo, son muchos los que se mueven entre ruinas y sombras con la intención de saquear, matar o atacar a cualquiera con el que se cruce. Apenas conocía la vida de una persona sin recursos, carente de medios para sobrevivir y sobre todo solitaria, lo que aprendí para vivir de esa manera me lo enseñó Mauro pero ahora él no estaba conmigo. Los locales empezaban a cerrarse y los dueños regresaban a sus casas con su familia, normalmente vivían cerca de su lugar de trabajo y de sus negocios. Observé durante un buen rato la zona y la gente y al final me decidí por uno de los locales de una pareja de ancianos y una mujer adulta, al parecer vivían en el piso superior pero la puerta al que se acedia a su local parecía bastante sencilla, era un negocio en donde se vendía diferentes tipos de madera y comida para ganado. Entré sin hacer ruido y me escondí en el lugar más alejado y oculto de la tienda, tenía que estar bien en alerta para marcharme antes de que saliese el sol o abriesen el local. Mi mente y mi cuerpo estaban cansados de sentir tanta pena y dolor así que me perdí por momentos en los recuerdos de mi infancia cuando mis padres aún vivían. A pesar de que ya había llegado la noche el cielo no estaba totalmente negro, por suerte la luna estaba en fase llena, es decir estábamos en luna llena y a través de la ventana que había a un lado de donde yo me encontraba entraba unos brotes de claridad, eso hacía que mis pesadillas se mantuviesen a raya. El tiempo pasaba lentamente y yo aún no tenía bien claro lo que iba a hacer, volver al campamento no estaba entre mis planes, ya no sabía lo que me encontraría allí y Mauro ya no estaría conmigo, quedarme en esta ciudad tampoco era una opción y mucho menos regresar a casa de mis tíos, me asustaba la idea de pensar en un futuro para mí, lo único que me quedaba era robar para comprar un billete en tren ya que el apeadero estaba a solo unos pocos kilómetros de la ciudad y después que fuese el destino el que eligiese que hacer conmigo. Salí del local antes de que el día se iluminase por completo, intenté ser lo más cautelosa y sigilosa posible, mi único empeño en ese momento era pasar desapercibida para el resto de la gente, en cuanto salió el sol me dediqué a observar a la gente que iba y venía por la avenida, tenía que encontrar a un posible o varios posibles desafortunados a los que poder robar para comprar el billete, al girar por otra bocacalle me encontré a unos metros un par de ojos que me observaban con malicia, un fuerte temblor sacudió todo mi cuerpo mientras me giraba y corría por las calles, a unos pasos atrás ese chico hacía lo mismo intentando acortar nuestras distancias, por suerte yo había estado antes en este lugar y conocía parte de la ciudad algo que al parecer no le ocurría a él, corrí y corrí hasta esconderme debajo de un puente en la ribera de un rio. Permanecí en aquel lugar por mucho tiempo, ¿qué hacía aquel hombre ahí?, ¿me había seguido?, ¿había subido al tren?, ¿cómo sabia que me encontraría aquí? Creía que jamás volvería a ver a Saúl, ¿por qué me pasaba esto a mí?, mi cuerpo seguía temblando, necesitaba darme prisa y alejarme cuanto antes de esta ciudad, no quería volverlo a ver en mi vida, ahora más que nunca necesitaba a Mauro a mi lado. Nuevamente unas lágrimas brotaron de mis ojos y me las limpié fuertemente. No sé cuánto tiempo había pasado desde que me encontré con Saúl pero tenía que salir de allí y darme prisa para encontrar a mis victimas e irme lejos del lugar. Mientras observaba a los transeúntes caminar y moverse por la ciudad me llamó la atención un hombre alto y bien vestido con el cabello muy corto y que tendría entre cuarenta y cincuenta año, miraba en varias direcciones algo nervioso y luego entró en una callejuela poco iluminada y estrecha, me picó la curiosidad su manera de actuar así que le seguí, allí dentro le estaba esperando otro hombre, era mucho más alto que él y más corpulento, no pude escuchar lo que se decían y tenía miedo de que me pillasen espiándolos pero pude ver como el hombre corpulento le enseñaba varias cajas de medicamentos que luego volvía a introducir en un pequeño saco de lona oscura, parecía un buen lote de medicamentos, no era tan grande como el que habíamos robado nosotros pero era demasiado para una sola familia e incluso para varias, o muy enfermos estaba las personas que necesitaban esos medicamentos o lo que estaba haciendo no era muy legal, sobre todo por la manera de actuar de esas dos personas. Aquel hombre al que había seguido le entregó al otro un buen fajo de billetes y parecía que en el paño que había sacado de su bolsillo también se encontraban algunas joyas que le entregó al hombre más alto, aquel dinero me vendría bien para poder largarme cuanto antes de esta ciudad sobre todo ahora que había visto a Saúl pero aquel hombre que parecía fuerte y peligroso no era una probable víctima, a no ser que escondiese una caja fuerte en algún lugar de esta ciudad, y no me parecía uno de esos. Decidí entonces seguir al hombre de los medicamentos, ese tenía más pinta de vivir en algún lugar de esta ciudad, además puede que incluso me hiciese con algunas medicinas, de todo lo que había cogido en mi huída de casa de mis tíos ya no me quedaba nada. Lo vi entrar en una urbanización de la zona norte, uno de los barrios más acaudalados de ese lugar, observé la casa donde se metió durante bastante rato, nadie de ese hogar salió por la puerta, ni siquiera el hombre aquel pero lo que sí vi es como las personas que entraban se quedaban un buen rato y luego se alejaban en distintas direcciones, aunque todas parecían de clase alta. No pude quedarme mucho tiempo en aquella zona pues mi presencia desaliñada llamaba un poco la atención, me recordaba al día en que conocí a Mauro, cuando Julio y sus amigos le dieron una paliza, además el rato que estuve observando el barrio podía ver varios policías vigilando la zona, al final me fui de allí pero descubrí que aquel hombre era médico, aunque luego de haber visto su comportamiento no estaba segura de que ejerciese su profesión muy legalmente pero en este mundo en el que vivíamos todo valía para sobrevivir y estaba casi segura que aquellos medicamentos obtenidos de esa manera le ayudaban a que su vida fuese más placentera, otra vez mis recuerdos regresaron al día en el que mi tía trajo a casa a aquel médico, personas que solamente trabaja por su propio interés y beneficio, muy distintos al hombre que cuidaba a los enfermos del campamento. Me largué de allí sabiendo que tenía que buscar otra forma para comprarme el billete e irme de esta ciudad para siempre ya que las casas de familias ricas eran un poco más difícil de robar si no tenías mucho tiempo para observar sus costumbres, así que me centré en lo que conocía, y ese era el almacén de la amiga pelirroja de Bastian, sabía donde se encontraba la caja y cuantos empleados había, además no regresaría al campamento, si Bastian seguía vivo yo no lo vería jamás y no podría recriminarme nada. Me dirigí al sitio donde me oculté la primera vez y desde allí podría observar a la gente que entraba y salía del local, si tenía suerte no necesitaría robar ningún otro lugar, también vigilaba la calle por si me encontraba con Saúl, no fue a él a quien vi aparecer en el callejón impidiéndome salir a la calle sino a un chico algo más joven, tal vez de una edad similar a la mía.
_ ¿Tú eres la chica que busca mi amigo?
_ ¿Qué?
Pegó unos silbidos y cuando yo intenté escabullirme aquel chico sacó un pequeño cuchillo, di un paso atrás y al momento apareció Saúl, estaba muy asustada pero tenía que calmarme si quería salir de ésta. El amigo de Julio se acercó muy rápidamente a mí sin que yo pudiese reaccionar, me tapó la boca con su asquerosa mano mientras me empujaba con fuerza más hacia el interior de aquel callejón detrás de unos barriles viejos y oxidados, bolsas y cajas de basura. Tenía un cuchillo en su mano derecha acercándolo a mi garganta.
_ ¿Sabes?, cuando te vi en la ciudad Valle del este no podía creer en la suerte que tenía, ¿por cierto quien era el hombre que te acompañaba y por qué no está ahora contigo?
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TABSAVIT
Historical FictionEn un mundo de caos y de destrucción una chica lucha por sobrevivir junto a su mejor amigo Mauro y acaban en un campamento junto a otra gente que también huyen de una vida precaria, allí conoce el amor y el calor de una gran familia pero también e...