Prólogo

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No estaba muy segura de querer hacer esto, sobre todo por la pasta que me he dejado en comprar este diario, en los tiempos que corren comprar un libro  o incluso un simple diario para pasar el rato leyendo o escribiendo cuesta mucho dinero, antes teníamos los videojuegos, los móviles, la televisión… pero ahora eso ya no existe en nuestras vidas o por lo menos la mayoría de ellas, todo ha cambiado desde hace unos años y muchos de nosotros no lo hemos visto venir, yo por aquel entonces era muy joven para saber lo que se avecinaba y poco me imaginaba el futuro que nos esperaba y que tendría una gran repercusión en el mundo. Supongo que tendré que empezar por el principio para que entendáis porque me decidí en empezar mi diario aunque una de mis mayores razones era dejar constancia de lo que rápido pueden cambiar nuestras vidas y de lo difícil que puede llegar a ser sobrevivir en un mundo de caos si no tienes a la gente correcta a tu lado, los caminos o las decisiones que tomemos pueden llevarnos a tomar diferentes destinos y eso quiero que descubráis en mi diario y el cómo y porqué llegué hasta donde estoy ahora.
Tenía unos siete años cuando aún en mi vida todo iba bien, habíamos salido de varias catástrofes ambientales y endémicas, los más poderosos del planeta nos pusieron a prueba en distintas ocasiones y nos dieron argumentos que acabamos aceptando, como dije antes no lo vimos venir, por lo menos la gran mayoría. Poco a poco empezó a escasear lo más básico o elemental y a subir su precio hasta llegar a ser casi imposible poder permitírnoslo o pagarlo, la luz, el agua, cosechar alimentos propios, todo era caro y nada salía gratis, los impuestos subían cada cierto tiempo o se inventaban unos nuevos, simplemente para empobrecer más a la población mundial, todo había pasado tan rápido pero al mismo tiempo tan sutilmente que ni cuenta nos dimos y ya cuando la cosa no podía ir a peor descubrimos que nuestras vidas estaban siendo controladas, hasta el más mínimo detalle y todo había sido hecho con argucia, los más poderosos se vieron colapsados por sus propias tecnologías, todo lo que habían hecho para mantenernos  controlados y guiarnos a la mayoría de la población mundial hacía sus objetivos se les había ido de las manos, ya no eran capaces de seguir influyendo  en la gente, otras muchas personas con menos poder pero lo suficientes competentes para ser escuchados por una mayoría de gente empezaban a decidir lo que era bueno para ellos y para las personas que confiaban en sus palabras sin que el dinero los condicionase, ya no se dejaban engañar por las grandes compañías por unos pocos billetes y eso a los que tenían el poder les preocupaba. Empezaron a destruir muchas de las aplicaciones que suponían un riesgo para ellos, se vetaron a mucha gente en las redes sociales y controlaban cada movimiento del resto, los que conseguían sortear esas prohibiciones tenían que tener mucho cuidado en que no los pillasen o acabarían con multas con cantidades de dinero que debían pagar desorbitadas o con penas de cárcel, llegaron incluso a poner un uso horario a  internet  ya que a veces dejaba de funcionar durante unas horas, luego pasaba a no funcionar  todo un día y luego varias veces en semanas alternos, todo para hacer que sus propósitos se cumpliesen, controlaban lo que se decía en la televisión y en los medios periodísticos La gente empezaba a estar harta y buscaba otras opciones, tal vez ellos fueran los poderosos pero no eran ni mucho menos los más listos, tal vez tuviesen el dinero y el poder para creer que podrían controlarnos para siempre, tal vez nos diesen las herramientas para que así fuese pero lo que no tenía previsto es que eso terminaría siendo el mayor problema para ellos. Cada día que nos volviesen menos libres y más dependientes de otros con más poder se volvería tarde o temprano en su contra porque cuando éramos consciente de ello había una persona menos en el mundo que manipular, el estatus social cada día se acortaba más y eso no los beneficiaba en nada, necesitaban que la población mundial se dividiera en dos jerarquías, una formada por un grupo social abarcando a pocos integrantes llamados millonarios y otro grupo social muchísimo mayor en donde se encontraría la mayoría de la población mundial llamados los pobres o los de sin recursos que debían depender de los anteriores para sobrevivir. Hubo personas que empezaron a abrir bien los ojos y ser más observadores, los impuestos no solo aumentaban a pasos agigantados también eran cada vez más absurdos, los precios de lo más necesario subían a cantidades desorbitadas y sobre todo ya casi nada era gratis, se empezaba a pagar por todo o por casi todo  y se excusaban hablando de que  había escasez de todo y para cuando empezamos a reaccionar la guerra fue inevitable. Por aquel entonces yo tendría unos diez años y aún no sabía lo que nos vendría encima. Se prohibieron manifestaciones  tanto a pie de calle como a través de las redes sociales, se ordenó un toque de queda a partir de las diez  de la noche, nos cortaban internet o incluso borraban nuestro perfil si creían que nuestras palabras atentaban contra la paz mundial, cualquier tontería servía para poder privarnos de nuestra libertad de opinión, expresión, circulación, vida privada…   Y todo se salió de control cuando un grupo de personas salieron en las redes sociales e incluso en la televisión aunque hubo quién quiso evitarlo pero una vez abierta la caja de pandora nadie pudo parar el desastre o la liberación según las distintas opiniones de la gente y de lo que se descubrió después. Se supo que estábamos controlados, cada movimiento que hacíamos, cada palabra que decíamos, cada letra que escribíamos, cada persona que visitábamos o nos visitaba, cada cosa que comprábamos, todo, todo podía ser observado y escuchado la mayoría de las ocasiones  por organizaciones creadas por  los más grandes, nada nos pertenecía, ni la libertad, ni nuestra vida. Al principio solo eran unos pocos los que habían descubierto los micros, los chips, las mini cámaras…. Cualquier aparato servía para que nuestra intimidad estuviese desprotegida y al alcance de unos pocos, se encontraron en aparatos eléctricos, de cocina, los mayores rastreadores de nuestras vidas día a día eran los móviles, GPS, ordenadores… y aunque algunas compañías fingieron no saber nada ya fueron muchos los que acabaron por encontrar todos esos pequeños aparatos que nos controlaban a todas horas. La gente se sublevó y se cansó de todo aquello, empezaron a cargar contra las grandes compañías y luego  también  contra  las pequeñas, hubo mucha sangre derramada y al final la gran mayoría de las compañías acabaron por cerrar. Se echaron la culpa unos países a otros y terminaron por cerrar fronteras, pero aún así todos estaban de acuerdo en tomar medidas más drásticas para controlar a toda aquella masa de gente enfurecida. Lo primero que hicieron a nivel mundial fue terminar con la redes de comunicaciones interconectadas como era internet, todos los ordenadores, móviles… dejaron de funcionar, creyeron que sin información a nivel global sería más fácil controlar a toda la humanidad pero aquello aún enfureció más a la gente y hubo muchas más muertes, saqueos y gente descontrolada sin ningún tipo de leyes y normas, parecía una purga en toda regla, al final se destruyó todo lo que se había conseguido durante siglos, lo que habíamos avanzado se cayó y terminamos por destruir la gran mayoría de los logros que habíamos construido, cayeron las mayoría de las centrales eléctricas y nuestro mundo se volvió un caos y peligroso para nosotros mismos. Tenía  doce años cuando todo aquello estaba ocurriendo a mi alrededor, lo que debía ser una adolescencia feliz y tranquila resultó ser todo lo contrario, una gran pesadilla. No había electricidad, ni internet, el agua estaba contaminada y a largo plazo era perjudicial para las personas, la calidad del aire también era pésima y necesitamos usar por un tiempo mascarillas especiales a todas horas para que nuestra salud no se resintiese, también debíamos al igual que con el agua pagar para obtener una botella de aire puro y usarla al menos una vez a la semana. Lo único gratis era dormir ya que por ahora no controlaban nuestras horas de sueño aunque no era fácil descansar en plena totalidad sin tener un ojo abierto por lo que pudiese pasar en este mundo tan surrealista. Los saqueos, peleas, robos, muertes… sucedían a diario. Eran pocos los que se podían permitir vivir tranquilos y esas personas lo hacían en ciudades controladas por todo tipo de cuerpos de seguridad. Los empleos que se habían destruido por culpa de la red eléctrica habían sido enormes y volver a reconstruirlo todo no era tarea fácil porque gran parte del mundo se sentía más libre ahora que cuando la era eléctrica y tecnológica aparecieron en nuestras vidas pero habían sido muchas las personas que fueron  detenidas e incluso asesinadas por una nimiedad, por cualquier cosa decían que habían infringido la ley, la gente que estaba encarcelada servían para trabajar gratis en la reconstrucción  nuevamente del mundo. Los que aún conservaban el poder lograron con el paso de los años ponen un poco de orden en este mundo de caos. Ahora las pocas grandes ciudades que quedaban y parte de la periferia que había alrededor de ellas eran controladas por varios cuerpos de seguridad que se habían formado gracias a las grandes contribuciones de dinero que habían donado las grandes empresas que lograron sobrevivir, aunque la gente ahora ya no se creía tan fácilmente las buenas acciones de los que seguían teniendo el poder, los miraban con desconfianza. En las ciudades mantenían el control y el orden la policía, la guardia nacional, la guardia mundial y el cuerpo especial del orden, en las afueras estaban la Cf, (el cuerpo fronterizo),  CSLO, el cuerpo secreto de ley y orden y aparte de seguramente algún que otro  cuerpo secreto de la policía que la mayoría desconocíamos pero que estábamos seguros de que existía. Había uno en particular al que la gente que vivíamos lejos del control de los cuerpos de seguridad y de los que ya os hablaré de ellos más adelante  llamamos gevos, antes de llegar al campamento yo solía llamarle al igual que las otras personas de las grandes ciudades, la guardia infiltrada, pero gevos, (gente organizada y de incógnito especializada en la vigilancia y el orden de la seguridad mundial) era el nombre que más sonaba cuando aparecían. Algunos del campamento les tenían otro mote que a mí particularmente me gustaba bastante,  eran pacmen, los llamaban así en homenaje al  videojuego que algunos conocían  como pac-man, o comecocos, el personaje  tenía que comer los puntos para seguir vivo mientras era perseguido por los malos, algo parecido ocurría con esa gente, esos personajes que yo solía llamar la guardia infiltrada eran  hombres y mujeres la mayoría jóvenes y no todos eran policías, guardias o militares especialmente preparados para buscar,, atrapar y hacer desaparecer a la gente que  buscaban la verdad, la libertad, … también había en ese grupo, chicos y chicas de familia con un gran poder adquisitivo que no sabían ya que hacer con ellos y que los integraban en esa organización, ellos también trabajaban  a nivel mundial e  intentaban  por todos los medios controlar nuestras vidas, esos hombres y mujeres que nos perseguían y que eran pagados por los más poderosos, algo parecido al videojuego, los pacmen eran nuestros enemigos y eran muy difíciles de identificarlos pues no iban vestidos de trajes como los hombres de negro, no llevaban uniforme como los militares o cuerpos de seguridad, los pacmen vestían como cualquier individuo de calle de las grandes ciudades porque la gente fuera del extrarradio no se puede permitir prendas de calidad, al igual que otros productos, ya que tenían  un precio prohibitivo. Ropa de abrigo es muy difícil de adquirirla al igual que las mantas y todas las prendas que puedan protegernos de los duros inviernos, por eso es mucha la gente que no llega al final de la estación, sobre todo los más vulnerables, tampoco nos está permitido la caza de una variedad de animales para protegernos  con su piel o alimentarnos con su carne, está penalizado con la cárcel o incluso con la muerte. Desde que la hambruna empezó a hacer acto de presencia continua, cazar, pescar, cultivar y buscar nuestro propio sustento fuera de los comercios o tiendas especializadas para ello era arriesgarnos a pagar una multa, una cantidad demasiado alta de dinero que casi nadie tenía porque si no comprábamos no había ingresos y el país no se beneficiaría, además tanta hambre en el mundo suponía una fuerte demanda de animales y especies que terminarían por extinguirse si no controlaban su caza. Nada de lo que poseíamos era gratuito, los pocos animales que algunas familias podían tener en sus casas para subsistir se tenía que pagar una cuota por ellos y el precio variaría según de qué animal o animales se tratasen, lo mismo pasaba con algunos recursos, las parcelas que eran actas para  la cosecha estaban en manos de las grandes empresas que cobrarán cuando las utilizábamos  y  solo podíamos recolectar lo pactado con ellos con anterioridad, el resto se lo quedaba la compañía o propietarios. Todos los recursos necesarios para la supervivencia de una familia eran muy limitados con una cantidad muy inferior a la que precisaban para sobrevivir y cuanto más aumentase la cantidad de miembros en la familia mayor serían los gastos y las necesidades. Era por eso que aumentan las familias que se alejan de las ciudades y por lo tanto de su seguridad y se adentraban en las afueras y en los suburbios donde el peligro estaba más presente pero también era mucho más fácil ser un furtivo, un leñador furtivo, un cazador furtivo, un pescador furtivo o incluso un granjero o agricultor furtivo, en esas zonas era mucho más fácil saltarse la ley porque no eran todavía zonas altamente controladas por policías y otros cuerpos de la seguridad. Sobrevivir a los inviernos tan fríos y a los sofocantes veranos era para muchos toda una hazaña pero vivir bajo el control de unos pocos poderosos también lo era, por eso había varios bandos de gente en el que discrepaban en el cual era la era que mejor estábamos, en el antes y el ahora de los tiempos. No fue fácil para una chica que aún no cumpliera la mayoría de edad vivir en una época así pero tampoco lo fue para la mayoría de la gente. Las pocas noticias que nos llegaban del exterior eran igual de preocupantes que lo que estábamos viviendo nosotros, sabíamos que no nos podíamos fiar de lo que nos contaban unos pocos  y que solo lo que veíamos con nuestros propios ojos era la única garantía de la verdad. Para salir de la ciudad necesitábamos cubrir una serie de papeleo y pagar una cuota a la que muchos no nos podemos permitir y siempre con la incertidumbre de no  saber con lo que nos podíamos encontrar en otro lugar, lo mismo ocurría si queríamos regresar a nuestros orígenes. Claro que también había zonas por las que podías traspasar las fronteras sin pasar por todo ese procedimiento y sin gastar un dineral pero el riesgo de acabar muerto o vendido a mafias que traficaban con personas era mucho mayor.
 
 
 
 
 
 
 
 

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