Semana once, semana doce y semana trece ( tercera parte)

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Antes de que pudiese volver a preguntar me besó en los labios, fue un beso rápido, fugaz, luego se fue apresuradamente. Yo seguí sus pasos unos segundos después, la gente se movía nerviosa en todas las direcciones, me encontré con María que estaba ayudando a guardar el material quirúrgico dentro de la cueva, otros hacían lo mismos con algunos sacos de semillas y alimentos que había en la caseta destinado al almacenamiento, Liam y Ulmer daban órdenes para que la mayoría de la gente permaneciese en el interior de la cueva, ¿qué iba a pasar con Mauro?, de pronto lo vi hablando con Bastian, ¿qué le estaría diciendo?, a mi amigo no parecía gustarle lo que le estaba diciendo su primo, esperaba que no estuviesen hablando de mí, yo aún no había tomado ninguna decisión. Debra, Eider y algunos más intentaban desmontar algunas de las casetas de acampada, ¿Por qué a ella no la mandaban ya al interior de la cueva?, intenté ayudarles pero Liam me pidió que entrase ya en la cueva, mientras caminaba con María por los pasillos interiores le pregunté qué es lo que ocurría y que querían esos gevos de nosotros.
_ Te lo explicaré luego, ahora debemos ayudar a los demás con el ganado y mantenerlos en silencio.
Un sonido fuerte llegó entonces hasta nosotros haciendo que mi amiga dejase de hablar.
_ ¿Qué ocurre ahora?
_ Están cerrando la cueva, nadie debe saber que existe ni lo que escondemos dentro de ella.
Aquel lugar se quedó completamente a oscuras, mi amiga me agarró la mano y caminamos hacia uno de los pocos lugares donde se filtraba algún pequeño rayo de luz hacia el interior, uno de esos lugares era la zona donde se encontraba los animales y se cosechaban algunos productos que luego se vendían o almacenaban. Cuando llegamos nos encontramos con un grupo bastante amplio de gente, no pasó mucho tiempo cuando apareció Mauro, me alegré mucho de que mi amigo estuviese aquí conmigo y no en el exterior de la cueva, pero al ver su rostro no parecía que él estuviese contento de estar aquí, al parecer Mauro tenía una opinión distinta a la mía, él hubiese preferido estar al otro lado, cosa de la que no estaba de acuerdo su primo ya que para Bastian  mi amigo aún no había sanado y eso podría hacer que aquella gente sospechasen de nosotros y terminasen por prolongar la estancia en este lugar. En el exterior se concentraban unos veintitantas personas, entre ellos había una mayoría de varones jóvenes entre veinte y casi cuarenta años, Liam y Bastian estaba entre ellos, Ulmer se había quedado con nosotros para supervisar desde el interior, también estaban afuera unas cuatro o cinco chicas incluida Debra, tres ancianos, dos adolescentes y un niño de tres años,  miré hacia mi amiga María y le pregunté extrañada.
_ ¿Porqué han aparecido esos aquí?
Según María ellos los conocían como pacmen aunque casi todo el mundo los llamaban Gevos, eran miembros de una organización reconocida por el gobierno pero financiado por empresas privadas y que estaba especializada en la vigilancia y en la seguridad mundial, era algo así como los hombres de negro de antaño, solo que estos no vestían de ese color y a veces pasaban desapercibidos a nuestros ojos y solo se daban a conocer cuando creían conveniente. Al parecer los gevos se distribuían por la mayoría de los países, no solo se encargaban de recopilar información, también hacían que la gente viviesen según sus normas y que los rebeldes que era como les llamaban a los que iban en contra de esas leyes también las cumpliesen, cuando no lo hacían acababan recibiendo su castigo, un castigo que a veces era exagerado e iba en contra de esas mismas leyes creadas ellos mismos, por eso eran muchos los que intentaban pasar desapercibidos ya que las repercusiones por no obedecer podían ser muy altas y a algunos les costaba la vida. Los gevos solían visitar a menudo asentamientos parecidos al nuestro y adentrarse en las zonas suburbanas para buscar, detectar cualquier rastro de actividad que ellos considerasen delictivas o fuera de la ley, buscaban gente rebelde que según ellos podían alterar  la paz y la estabilidad del país,  otra vez querían controlar nuestros movimientos, nuestras vidas e incluso hasta al parecer nuestros pensamientos, nunca se daban por vencidos. Ulmer nos encontró charlando  cuando el sol empezaba a desaparecer por los agujeros de la cueva, su rostro mostraba preocupación. Al parecer había visto como a unos seis miembros de los gevos y no estaba seguro de si había más, eso significaba que su llegada a nuestro campamento no era por casualidad, al parecer él creía que no traían buenas intenciones y eso le preocupaba, ya que solían ir en grupos de tres o cuatro miembros y quedarse unas pocas horas, entre cuatro o cinco máximo, cuando se alargaba su estancia no solía acabar bien para nadie, incluso podían alargar su tiempo en esta zona hasta encontrar una excusa y buscarnos problemas para que la situación terminase mal para nosotros, según Ulmer  algo parecido ya lo había vivido antes. Éramos seis los que estábamos a su lado cuando empezó a contarnos su historia, aunque solamente cuatro de nosotros no conocíamos esa parte de la vida de Ulmer, nos sentamos a su alrededor mientras hablaba, no teníamos mucho más que hacer que esperar a que se  fuesen aquella gente.
_ “Antes de que llegase a nuestras vidas la guerra contra las tecnologías e informática y las protestas contra nuestra privacidad que terminó por destruir el mundo que conocíamos y nuestras vidas yo vivía mi propio infierno dentro de mi familia. Apenas teníamos dinero para sobrevivir, vivíamos de las ayudas del estado y del dinero que traían mis padres cuando trabajaban ocasionalmente, aunque buena parte de ese dinero se lo gastaban en alcohol. A pesar de no  tener para comer ellos no paraban de aumentar la familia, antes de que el caos y la destrucción llegasen a nuestras vidas mi familia se componía de nueve miembros, mis dos padres y sus siete hijos. Mi hermano mayor que se marchó de casa en cuanto tuvo la mayoría de edad junto con su novia cinco años mayor que él, eso fue unos meses antes de que estallase la guerra y nunca volvimos a saber nada de él,  luego estaba mi segundo hermano que se unió a una pandilla de mala reputación y en cuanto empezaron las primeras revueltas se largó con ellos diciendo que iban a luchar por un mundo en el que no le dijesen lo que teníamos que hacer, por un mundo de libertad, unos meses más tarde nos informaron de su muerte en manos de la policía, durante un tiempo el resto de nuestra familia  fuimos observados e investigados por algunos miembros de seguridad, incluido de la policía fronteriza, aunque estos últimos solo nos dedicaron una hora más o menos de su tiempo, se dieron cuenta rápidamente que éramos una mierda de familia, unos padres borrachos y unos hijos adolescentes más perdidos que un perro en el desierto y sin futuro alguno no suponían una amenaza para el país , más bien una lacra y un estorbo que entorpecía el buen desarrollo del estado. En aquellos momentos aún no conocíamos a los gevos, supongo que se formaron después de la guerra. Mi tercer hermano murió por las drogas, creo que no pudo soportar el ambiente en el que vivíamos en casa y también fuera de ella, nacer en una familia como la mía era el peor castigo que podía tener una persona de mente frágil como mi hermano y con un futuro poco prometedor, yo era el cuarto de la familia y cuando el país empezó a ser un caos dando paso a una guerra a punto de estallar yo acababa de cumplir los diecisiete  años, mi hermana Kenia tenía quince, mi hermano Gastón doce , Sol tenía cuatro años y mi madre estaba embarazada de su octavo hijo. Yo seguí los pasos de mi hermano mayor y me largué de casa , estuve unos meses vagando de ciudad en ciudad, me integré en varias bandas de rebeldes, aprendí como defenderme y luchar, en algunas de ellas hice amigos pero también enemigos y hay muchas cosas de las que me arrepiento haber contribuido  mientras sobrevivía en aquellas bandas, en uno de aquellos grupos conocí a Liam, nos convertimos en amigos y me habló de los campamentos y pequeñas comunidades que se estaban formando fuera de las ciudades porque no creían en el sistema, me contó que tenía un amigo que lideraba uno de aquellos campamentos donde ayudaban a la gente y vivían más o menos en libertad y que se marchaba en su busca junto con varios compañeros, aquello me parecía una buena solución para mis hermanos y para mí, quería llevármelos lejos de unos padres incapaces de afrontar la realidad y hacerse cargo de la familia, me dio la dirección y el nombre de un hombre con el que debía contactar y luego regresé a casa. Cuando volví a ver a mis padres me di cuenta que alejarme de allí y abandonar a mis hermanos había sido un error, me encontré a mi padre tan borracho y desmejorado que apenas lo reconocía, mi madre se veía también enferma y estaba en los huesos,  vivían en una cuadra que había sido antes la morada de unas ovejas  y no había rastro de mis hermanos, cuando pregunté mi madre fue la que habló con la voz debilitada, Kenia se había quedado embarazada y se suicidó antes de tener el hijo, a Gastón lo secuestraron unos hombres por una deuda de mi padre y ya no sabían nada de él, la pequeña de sus hijos fue vendida a una familia de ricos por unas cuantos billetes y la que tenía que haber nacido  por suerte no lo hizo, aunque parezca cruel decirlo, porque mi madre sufrió un aborto, les grité, insulté y golpeé a mi padre por habernos dado una  vida de mierda y luego abandonarnos a nuestra suerte sin importarles que ocurriese  con nosotros. Mi madre me gritaba que parase y luego se quedó sin fuerzas, la vi desmayada a unos metros de mi y la llevé al hospital, el lugar era un caos, muchos heridos y no había suficiente personal ni medios para atender a todos aquellos pacientes, así que los clasificaban por las opciones que podían tener cada uno para sobrevivir y por su edad o estatus social, a mi madre solo la vieron una vez pero no le suministraron nada, me dijeron que no podían hacer nada por ella, que no había camas suficientes ni personal, tampoco había medicamentos para suministrarle y escribieron  en un papel un par de medicamentos que debía darle y que podía comprarlos en el mercado negro , mi madre recuperó la consciencia un par de horas antes de morirse. Después de enterrarla me marché de aquella ciudad sin visitar a mi padre, no volví a verlo ni a preguntar por él, lo odié durante años, y jamás podré perdonar su debilidad. Regresé un par de veces al pueblo preguntando por mi hermano Gastón o por Sol pero nadie podía darme respuestas sobre todo cuando el mundo estaba hecho un caos. No he dejado de buscarlos aunque sé que es una causa perdida, también intenté contactar con mi hermano mayor pero no lo logré, sentía y siento que les he fallado, decidí encontrarme con Liam y ayudar a otras personas, esperaba que alguien hiciese lo mismo con mis hermanos, eso era lo que hacía que mantuviese las esperanzas de encontrarlos. A veces abandono el campamento por unas semanas y sigo buscándolos, puede que algún día sepa de ellos o puede que no pero seguiré en mi empeño de encontrarlos”.
Cuando terminó de contarnos su historia me di cuenta de que todos o casi  todos los que vivíamos en aquel lugar teníamos cicatrices, algunas eran más profundas que otras pero todos habíamos huido de ellas aunque aquellas marcas del pasado jamás serían borradas pero tal vez necesitábamos tener a alguien que nos ayudase a cargarlas. Llevaba unas semanas aquí y a pesar de que al principio no me fiaba de nadie y me sentía una extraña ahora los veía como una familia, alguien con quien contar en las buenas y en las malas, aunque también era cierto que como en todas las familias no todos nos llevábamos bien pero a pesar de todo nos cuidábamos los unos de los otros, algo que nunca ocurrió en el tiempo que estuve con mis tíos, para mí siempre fueron unos extraños.
 
 
 
 
 
 
 

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