fase tercera (antes de mi nuevo comienzo)

23 3 0
                                    


 
Hoy voy a contaros como salí de la ciudad y abandoné la que creía que eran mi familia para terminar en un campamento de más de treinta personas pero primero permitidme que me presente, me llamo Vera, simplemente Vera, nada de si es diminutivo de Verónica, Severa o incluso de Primavera, como algunos me han preguntado, no, solo Vera, que significa fe, aunque en algunos momentos de mi vida no tuviese mucho de eso. Hace tres años cuando la lucha por el control y la destrucción de todo lo que nos privara de una vida de libertad estaba en su mayor auge mi padre perdió la vida, luchaba para que mi futuro y el de otros muchos fuera menos inquietante y más alentador o esperanzador junto con otros valientes que para nada era unos agitadores o alborotadores como decía la prensa o algunos que no nos conocían e incluso los que sí sabían quiénes éramos porque solían llamarnos vecinos o amigos pero que no compartían los mismos ideales, ya fuese por su estatus social o por su conveniencia. Sea como fuese mi padre murió en manos de los policías cuando las protestas estaban en su fase final y antes de prohibirnos manifestarnos y entrar en el toque de queda. Algunos de sus amigos activistas escaparon, otros fueron encarcelados pero mi padre fue uno de los que se llevó la peor parte, él había perdido la vida. Fueron  meses difíciles, por aquel entonces tenía quince años, una edad complicada para una adolescente en pleno desarrollo, una etapa difícil repleta de intensos cambios tanto físicos como emocionales o sociales y con una mirada al futuro terrorífico. No fue fácil para mí sobrellevar aquellos meses y más si añadimos  una madre que no supo enfrentarse a la muerte de su marido, ahí fue cuando me di cuenta de lo mucho que se habían querido, del gran amor que le tenía a mi padre porque semana tras semana mi madre se fue apagando, consumiendo, ni siquiera el apoyo que tenía en su hija o el cariño que podíamos darnos mutuamente le fue suficiente, yo también había perdido a mi padre pero debía ser fuerte, se lo había prometido. Mi madre murió trece meses después de que lo hiciera el amor de su vida dejándome a mí en la más absoluta soledad y desamparada. Me recogieron mis tíos, la hermana de mi padre pero eso no sirvió para que la niña buena, cariñosa, alegre que siempre creí que yo era regresase, todo aquello había desaparecido con la muerte de mis padres, ahora me había convertido en otra persona. La convivencia con mis tíos no fue la más idílica, aunque eran familia no teníamos mucho contacto, de hecho podía contar con los dedos de una mano las veces que nos habíamos visto. No solo porque el estatus social de mis padres era muy inferior al suyo, ya que eso hacía que nos moviésemos por diferentes círculos, también porque mi tío y mi padre no compartían las mismas aspiraciones o metas. Tenía dos primos, uno de ellos se había casado un par de años antes de que mi padre falleciese, Mateo era el más pequeño y tenía diez años, era un poco rebelde, inquieto y algo caprichoso y toda esa actitud cambió cuando unos pocos meses después de formar yo parte de esa familia Mateo fue secuestrado, estuvimos dos días con el alma en vilo esperando noticias de mi primo pequeño, habían pedido un gran rescate por él, sabían que mis tíos tenían dinero porque nunca lo ocultaron, en los tiempos que corrían aquello había sido un error ya que había mucha gente desesperada que hacían cualquier cosa para sobrevivir,  antes de que entregasen el dinero consiguieron rescatarlo pero los días que había desaparecido fue un horror para él, por lo que yo había escuchado  no solo lo habían maltratado también abusaron de él. Mateo nunca volvió a ser el mismo. Si ya sentían desprecio por las personas menos desfavorecidas  ahora su odio se había hecho mayor, incluso crearon una sociedad, un círculo de alto standing, personas con poder y dinero, que al margen de la ley actuaban contra las personas con escasos recursos económicos. Ahora que yo vivía con ellos intentaron que yo me pasase a su bando, me querían convencer con todo tipo de argumentos, una cosa que yo había aprendido durante todos estos meses había sido que no confiase en nadie y mucho menos que les diese una razón para que terminasen con mi vida, así que mientras vivía con ellos le hice creer que estaba de su parte, no fui muy valiente viendo algunas de las crueldades que cometían con los menos afortunados agachando la cabeza y mirando a otro lado, pero, ¿qué podía hacer yo, una chica a punto de cumplir los dieciocho  años? El colegio al que yo iba era elitista, su arrogancia y desprecio por las personas que no pertenecían a su clase social era abrumador. No es que abundasen muchos institutos o colegios y las personas que iban a esas clases habían descendido, muchos padres evitaban llevarlos a la escuela ya que los privaba de la libertad y del libre pensamiento. Las escuelas eran muy distintas a las de antes de los disturbios y ahora debido a la escasez de recursos eran muy limitadas las escuelas, empezaban con siete u ocho años y al inscribirse era como el renacer a este mundo. Las mujeres embarazadas no daban luz en un hospital, lo hacían en sus casas y las más afortunadas en compañía de una comadrona o enfermera cualificada, por esos muchos de esos niños no estaban registrados o censados en ningún lugar, era como si no existiesen, y si no tenían conocimiento de ellos no podían optar a un trabajo, ayuda económica…. Por eso cuando entraban en las escuelas se hacía un registro de esa persona y se censaba en la ciudad donde se encontraba el colegio. La educación era gratuita pero en cuanto  entrabas a formar parte de esa institución ya te inculcaban normas, leyes y manipulaban las mentes para conveniencia de unos pocos, era una más de las formas para controlar a la gente y lo hacían durante todo el tiempo que estabas en la escuela. No existían las universidades y los colegios estaban divididos en dos partes. Edificios con clases para niños comprendidos entre siete y trece años, y otro con clases para los de catorce hasta veinte años. Luego existían una minoría de escuelas para las personas de clase alta, los ricos o nuevos ricos que era donde yo me encontraba a mi pesar, no era muy diferente a las otras, también manipulaban nuestra mente dándonos información de los distintos que éramos con los menos favorecidos y de lo importante que era mantener las distancias con esas personas y los logros y gratificaciones que conllevaban si esa distancia era aún mayor y a diferencia de las otras escuelas aquí el nivel de estudio era mucho más alto, tanto en las materias principales como matemáticas, lengua, conocimiento de la educación… como en las materias optativas que eran sin duda más variadas que las de una escuela gratuita. Con los tiempos que corrían había pocas maneras de divertirse sobre todo porque lo más importante en ese momento era hacer dinero o conseguirlo de alguna manera, la gente pobre luchaba día a día para sobrevivir mientras que los más afortunados seguían aprovechándose o beneficiándose a costa de los menos desfavorecidos, para ellos no había tiempo de diversión. Los que podíamos permitirnos un poco de juerga lo hacíamos congregándonos en una u otra casa, poniendo música, bebiendo, tomando sustancias prohibidas, montando juegos sexuales, acostándose con quien le apeteciese y sobre todo hablando de política y de los despreciables que era la gente que tenían  pocos o ningún recurso, yo estaba segura que casi siempre que hablaban sobre ellos eran la mayoría mentiras. No me gustaba asistir a esos encuentros pero si quería mantener mi farsa tendría que moverme entre ellos aunque  siempre intentaba pasar desapercibida. En una de esas ocasiones en las que íbamos a reunirnos en una de las casas de un compañero de clase, un grupo de cinco personas entre las cuales estaba yo nos encontramos con un chico con aspecto desaliñado, se notaba que no era de la misma clase social que los que me acompañaban, entre los del grupo había un chico que destacaba de los demás, se podía decir que era el líder, se llamaba Julio y era dos años mayor que yo, siempre coincidíamos en la escuela, era engreído, arrogante, vanidoso y por supuesto uno de los más ricos del colegio, fue el primero que increpó al pobre chico, no solo lo humilló también lo empujó y se burló de él. A pesar de que nosotros éramos mayoría aquel chico no se acobardó y le hizo frente, eso enfureció a Julio y junto a sus otros dos amigos le golpearon, al principio me quedé callada pero con cada golpe el chico se defendía y golpeaba también. Los amigos de Julio lo agarraron por ambas manos inmovilizándolo mientras Julio le golpeaba con saña, le grité que parase pero eso parecía enfurecerle más, tuve que cambiar de táctica , me puse a su lado le agarre la cara para que me mirase a mí y le dije que lo dejase, que no valía la pena ensuciarse por un chico como ese, me dolía cada palabra que decía pero tenía que ser convincente, le dije que íbamos a llegar tarde y que aquel chico ya estaba casi muerto e involucrarse en un asesinato en esos momentos no era muy conveniente, al parecer entró en razón porque lo soltaron y después de darle una última patada me cogió de la mano y nos fuimos caminando tranquilamente mientras aquel chico agonizaba de dolor. Cuando llegamos a la fiesta nos dispersamos un poco, Julio empezó a narrar su encuentro con el chico mientras todos a su alrededor se reían de lo desafortunado que fue el encuentro de aquel chaval con Julio. Quince minutos después yo había desaparecido de la fiesta saliendo por la puerta de atrás, cuando llegué al lugar del enfrentamiento no encontré a nadie, solo unas  gotas de sangre que manchaba el suelo, aún no me podía creer como se había sostenido en pie para irse del lugar pero era un alivio, tenía miedo de que regresasen y volviesen a golpearlo. Cuando me giré para irme de allí escuché un par de gemidos, miré en dirección a esos sonidos y caminé hacia unos arbustos que había en un lateral de un edificio. Allí estaba aquel chico encorvado y ensangrentado, me miró unos segundos para luego agachar de nuevo la cabeza emitiendo unos gemidos de dolor. Me acerqué a él y le ayudé a levantarse, necesitaba sacarlo de allí y llevarlo a una zona más apartada por si los otros regresaban, cerca de allí había una pequeña ribera con un lado boscoso lleno de árboles y arbustos, lo conduje con cuidado y al llegar nos sentamos en un tronco de un árbol que hacía tiempo se había caído. Le pregunté su nombre pero no me contestó, su cara estaba toda magullada, le pedí permiso para limpiarla y desinfectarla, había cogido algunas cosas en la casa del anfitrión, después de escucharle quejarse un par de veces le di dinero para que fuese a un médico a que le curase las heridas más profundas pero él se negó a cogerlo.  Le ofrecí alguna droga que había cogido en la casa ya que podía hacer que el dolor fuese un problema menor pero también se negó a cogerlas.
 - ¿Cómo puedo ayudarte si rechazas mi ayuda?
 Le había gritado yo. Acercó su mano a la mochila que yo llevaba y en la que llevaba las cosas que había robado y cogió la botella de Whisky.
 _ Esto no te lo voy a rechazar, de hecho me vendrá bien, por cierto me llamo Mauro.  
 Después de aquellas palabras le dio un buen trago a la botella, le dije mi nombre y luego de estar hablando un rato con él y de pedirle perdón por lo que le habíamos hecho me despedí de Mauro, tenía que volver otra vez a la fiesta o empezarían a preguntarse dónde estaba. De nuevo le ofrecí el dinero que volvió a rechazar pero se quedó con las vendas, el desinfectante y la pomada. No lo volví a ver hasta una semana después, estaba cerca de la escuela y por un momento temí por su vida, ¿cómo se le había ocurrido volver, acaso no tenía miedo a morir? Después de encontrarme con él lejos de las miradas de la gente pregunté qué hacía allí, aunque los moratones color púrpura aún no habían desaparecido se veía mucho mejor. Me agradeció mi ayuda y me dio una dirección, me dijo que si alguna vez necesitaba de él que lo buscase en ese lugar  ya que durante un tiempo iba a alojarse allí y después de hablar un poco de nosotros se fue. Las semanas pasaban y pronto llegaría las vacaciones en la escuela, Mauro y yo nos habíamos visto un par de veces más después de la paliza que le habían dado, nos habíamos hecho buenos amigos pero tenía miedo de que algún día nos descubriesen y que acabasen torturándolo o matándolo a él y a mí me echasen de casa y abandonada a mi suerte o encerrada en algún lugar hasta que entrase en razón.  Hablábamos de nuestras vidas, Mauro me contó que sus padres vivían en otra ciudad y que tenía un hermano más pequeño que hacía mucho tiempo que no veía, él los había abandonado, se había largado de casa porque se juntó con mala gente y tuvo que huir para que no lo metieran en la cárcel, solo llevaba unos días aquí cuando tuvo el incidente con Julio pero pronto se iría para encontrarse con un primo suyo, había preguntado por él, esta ciudad era la última dirección que le habían dado,  en unos días se encontraría con unas personas que sabían de él. Después de despedirme me fui rápidamente hacia la casa de mis tíos, no solo se había vuelto peligroso circular sola por la calle, también era casi imposible moverte libremente sin que tu familia supiese a donde ibas. Ya no me quedaban muchas excusas para intentar ver a Mauro sin que mis tíos o conocidos  terminasen por  descubrirme, a pesar de ser bastante cautelosa a veces creía que no lo era lo suficiente y tenía mucho miedo de que alguien acabase por delatarnos. Al llegar a casa las preguntas empezaron a salir a raudal por la boca de mi tía, siempre era lo mismo, un interrogatorio casi interminable hasta que acabasen convencidos con mis respuestas, la mayor parte de las veces me sentía como una intrusa en esa casa. Aunque el pasado debía ser olvidado para seguir avanzando, el presente era una lucha constante por la supervivencia y el futuro no parecía nada prometedor, los jóvenes intentábamos divertirnos con los medios que teníamos a nuestro alcance,  solíamos quedar en casa de algún amigo con buen estatus social o en centros sociales o lugares comunitarios pero jamás nos reuníamos pasada la medianoche, estaba prohibido además de que era peligroso y  la guardia nacional o el cuerpo especial del orden no podían asegurarnos nuestra seguridad. La semana siguiente al que sería seguramente mi último encuentro con Mauro quedamos unos cuantos de la pandilla para pasar el rato en la casa de un conocido de uno de ellos ya que la utilizaban solamente cuando venían a la ciudad, el resto del tiempo dejaban que una parte de la vivienda se hiciese cargo el estado para utilizarla según sus necesidades. Jamás hubiese creído que aquel día mi vida cambiaría de una forma tan drástica, creo que nunca fui consciente de todo lo que ocurría a mi alrededor hasta ese momento. Como era habitual fuimos llegando a aquel lugar en grupos pequeños para no llamar mucho la atención, pero cuando llegué allí ya había más de treinta personas. No tardé mucho en encontrarme con varios compañeros de clase e incluso con Julio. Después de la pelea que había tenido con Mauro empecé a distanciarme un poco de ellos sobre todo de Julio que creía que todo lo podía comprar incluido mi amor, hace unos cuantos meses me pidió que fuésemos pareja pero yo no le había contestado, sobre todo porque tenía miedo a su reacción si le decía que no, aún así Julio era una persona impaciente y narcisista y reclamó como suyo mi tiempo y mi vida, es decir que nos hicimos pareja sin yo quererlo ni pretenderlo, había sido muy astuto, pasando tiempo conmigo, cogiéndome de la mano de vez en cuando, llevando a comer o pretendiendo ser gracioso y caballeroso para que yo le dijese sí a cualquiera cosa que él me proponía, no sé si por dejadez o porque había sido muy estúpida no me di cuenta hasta muy tarde de que me había convertido en la pareja de Julio sin pretenderlo y cuando todos ya lo daban por hecho y yo ya no pude rectificarlos, no me atrevía. En lo único en lo que sí fui firme fue en acostarme con él, Julio me lo había propuesto varias veces pero él no me atraía físicamente como para dar ese paso, además intentaba siempre que podía no quedar a solas con él porque sus besos y sus abrazos me incomodaban. Lo había rechazado cada vez que me lo proponía  y eso le enfurecía, intenté sutilmente aunque no con palabras, más bien con actos, hacerle ver que nuestra relación no llevaba a ningún lado, que éramos totalmente incompatibles, quería que fuese él quien diera el paso para romper porque me asustaba su reacción si lo hacía yo. Estaba segura de que él tampoco me quería a mí porque le había visto en aptitud cariñosa con algunas chicas y sabía a ciencia cierta que se acostaba con varias de ellas. La primera y única vez que le reproché su aptitud por respecto a mí ya que aún seguía siendo su novia me dijo que ya que yo no quería acostarme con él tenía todo el derecho de hacerlo con otras chicas que sí estaban dispuestas a ello. No volví a discutir con Julio sobre su aptitud nunca más, aceptaba esa situación porque así a mí me dejaba en paz, además esperaba que algún día alguna de aquellas chicas acabase por enamorarlo y así a mí me liberase de esas cadenas que me tenían unida a él. Como siempre ocurría al llegar me encontré a Julio con una chica, ésta era nueva, no la había visto nunca ni siquiera en la escuela, ella le sonreía mientras él le susurraba al oído y le acariciaba uno de sus mechones negros.  De algún modo se sintió observado porque sus ojos dejaron de posarse en aquella mujer y se desviaron hacia los míos, durante unos segundos me observó detenidamente esperando alguna reacción por mi parte, pero en aquellos momentos yo no  sentía nada por él, ni odio, ni amor, solamente unos deseos inmensos a que nuestra relación se diera por terminada. Aparté la mirada y me fui directamente hacía uno de los grupos de amigos que teníamos en común, como era habitual los chicos hablaban de política mientras algunas los miraban con cara de hastío, otras se balanceaban con el sonido de la música  y un pequeño grupo sentado en mi derecha se fumaban unos porros.  Me senté al lado de Marga, a pesar que era una de las que había dado unas caladas al porro aún poseía sus facultades mentales en perfecto estado. Me ofrecieron un cigarrillo pero rechacé su oferta, entonces uno de los amigos de Julio me miró con descaro unos segundos mientras me hablaba.
 - Así que a doña perfecta no le gusta un poco de diversión. 
 Le mantuve la mirada, así como temía a Julio no me pasaba lo mismo con algunos de sus amigos y éste era uno de ellos.
  _ Me gusta divertirme como a cualquiera pero no necesito colocarme para hacerlo.
Su cuerpo se inclinó hacia mí dejando un espacio más corto entre nosotros.
_ Entonces cuéntales a la peña como se divierte doña perfecta.  
 Quería demostrarle a todos que no me iba a dejar avasallar por aquel estúpido chico, así que yo también me incliné un poco hacía él para acortar las distancias.
  _ No tengo porque contarte nada, y no me llames así, no soy para nada perfecta yo también como todos cometo errores y uno de ellos lo estoy haciendo ahora, hablar contigo es un error que no pienso cometer de nuevo.
 Se escuchó unos silbidos  y unas tímidas risitas alrededor de los dos. Él se volvió a inclinar hacía atrás, ahora dejaba un espacio más grande entre nosotros y luego su mirada se dirigió hacia su amigo Julio, se notaba que estaba molesto, luego volvió a girar su cara y con una sonrisa socarrona volvió a la carga, intentaba por todo los medios molestarme, provocarme y aún no sabía el motivo de ese ataque.
 _  ¿Quieres saber quién te puso ese mote? Empezaba a hartarme de su aptitud, sabía que se encontraba colocado aunque no lo suficiente para que me dejase en paz, así que mientras me levantaba para irme él me agarró una mano mientras me respondía a la pregunta que él mismo había formulado.
- Fue tu novio, él fue el primero en llamarte así, los demás siempre creímos que era perfecto para ti, ¿ y sabes por qué?, Siempre te comportas como si fueses mejor que nosotros, como si nunca estuviésemos a tu altura aunque muchos de los que están aquí tienen más dinero que tus queridos tíos, no fumas, no bebes y nunca te hemos visto divertirte, por lo menos no con nosotros, tienes un novio rico y guapo y aún así te permites ignorarlo, todo el mundo sabe que te pone los cuernos y aún así no se lo reprochas,, finges ser la novia perfecta y atenta aunque sabemos que no follas  con él, ¿qué pasa, no te van los tios?
 Me solté de su agarre con fuerza y estaba a punto de contestarle cuando una presencia detrás de mí hizo que todos los que estábamos allí dejaran de emitir algún sonido.
 _ ¿Qué ocurre aquí? 
 Julio me miró primero a mí y luego a su amigo, esperando a que le respondiese, sabía que había escuchado una parte de la charla, si se podía llamar así, su amigo lo miró unos segundos a los ojos antes de apartar la vista y encender otro porro para llevárselo a los labios y posar nuevamente su mirada en la de Julio.  
 _ Solo le estaba preguntando a tu novia porque no quiere follar contigo, al parecer todas las demás están dispuestas a hacerlo.                                                                                                 
Julio lo siguió observando sin decirle nada, por un momento creí que a pesar de que era su amigo no  permitiría que me hablase así y se enzarzaría en una pelea o por lo menos le daría un buen derechazo, pero no fue así, se acercó a él, le dio un par de caladas al cigarrillo y luego lo cogió por un brazo antes de dejar el porro en un cenicero que había en la mesa.  
 _ Deja de fumar esto, estás demasiado colocado y solo dices tonterías, ven, vamos a hablar. 
 Me quedé en shock mientras miraba como mi novio se llevaba a rastras a su amigo lejos del grupo y a mí me ignoraba por completo. Después de alejarse de nosotros nadie dijo nada, la mayoría se habían sentado mientras se hacían otro porro supongo que para olvidar ese mal momento, algunas de las chicas se habían ido al baño, me imagino que a comentar o a despotricar contra mí después de lo sucedido, sabía que algunas de ellas les hubiese gustado estar en mi lugar y convertirse en la novia del encantador y maravilloso Julio según algunas, aún no sabía por qué él me había elegido a mí, también sabía que unas cuantas de esas chicas a pesar que fingían ser mis amigas se acostaron con Julio siendo yo su novia, se había hecho un pequeño silencio incómodo entre nosotros y yo sabía que era porque yo seguía allí así que cogí mi bolso y me marché del lugar un poco avergonzada, para nada hubiese pensado que aquella fiesta terminaría así, nunca me imaginé que Julio le contase a sus amigos nuestras intimidades , ¿sino como podían saber ellos que mi novio y yo no nos acostábamos? A pesar de que estaba aterrada supe que tenía que enfrentarme a él y acabar con esta farsa, ninguno de los dos estábamos enamorados del otro y si tenía que ser yo el que diera ese paso pues que así fuese, aunque me sentía aterrada solo de pensarlo. Ese día ni siquiera me despedí de él, había esperado a que regresase durante mucho tiempo y no pensaba seguir haciéndolo,  en cuanto un grupo de chicos y chicas se preparaban para regresar a sus casas me fui con ellos ya que pasaban cerca de donde yo vivía. Esa noche apenas pude dormir, por la mañana estaba nerviosa pero ya preparada para enfrentarlo, no me sorprendió para nada que tocase el timbre de la puerta una hora antes de que nos preparásemos para comer, a diferencia de mí Julio no tenía problemas para dormir a pesar de que su novia se marchara del lugar sin su compañía, estaba segura de que le importaba poco mi seguridad, lo único que le preocupaba a Julio era él mismo. Me preguntó con quien me había ido y porque lo había hecho sin esperarle a él, en ningún momento me preguntó si yo me encontraba bien y eso me cabreó, no me pidió disculpas por hablar de nuestras vidas intimas con sus amigos, no se disculpó porque su amigo me hubiese tratado de aquella manera, solo una vez más ejerció su autoridad sobre mí. Después de respirar profundamente un par de veces cogí valor y le dije que lo nuestro no iba a ninguna parte, que no tenía sentido seguir juntos. Ni siquiera me dejó terminar de hablar, me cogió del brazo fuertemente y me miró con ira unos segundos mientras en voz baja y acercando sus labios a mi oreja me dijo que no me atreviese a pensar en dejarlo.  Quería hacerle entender que no había nada que nos atase el uno al otro, que yo ya no estaba dispuesta en seguir a su lado pero apareció mi madre y ya no pude hablar. Lo invitó a que se uniese a nosotros en la comida pero amablemente lo rechazó, yo me sentí aliviada, luego se despidió de mi diciéndome que pasaría más tarde a recogerme, actuaba como si la charla de hace unos minutos no hubiese sucedido, como si todo estuviese bien entre nosotros y lo último que yo deseaba era volver a encontrarme con él, aún así me preparé para la cita y esta vez tendría que ser más firme en mi decisión, tenía que hacerle  entender que yo ya no quería seguir siendo su novia, aceptase o no la decisión yo no pensaba dar marcha atrás. 
 

TABSAVITDonde viven las historias. Descúbrelo ahora