Los días se hacían cada vez más cortos y las horas de calor disminuían, había días que la niebla lo cubría todo y no se veían nada en el cielo, ni sol, ni luna, ni estrellas, la gente se sentía más triste y desanimada, los días pasaban lentos y no sabíamos nada de Mauro, Hanno y los demás. Por el contrario la barriga de Melisa empezaba a crecer más rápido y ahora se notaba su embarazo, había días que se notaba más cansada y con fuertes dolores de espalda, María, Thaisa y yo hacíamos todo lo que podíamos para que estuviese lo más cómoda posible, Fernando le hacía revisiones periódicas, tanto Clara como las mujeres mayores del campamento les daba consejos y bebidas a base de hierbas calientes, la oveja que estaba preñada dio a luz a dos corderitos que cuidábamos todos con esmero, yo no quería encariñarme mucho con ellos como había ocurrido con príncipe, el corderito que nació en el otro campamento, porque sabía que tarde o temprano haríamos uso de esos animales, era cruel pero también necesario. A los niños más pequeños les encantaba recoger los huevos que ponían las gallinas, al perro le habíamos puesto como nombre flaco pero ahora era más bien gordo y holgazán. Thaisa echaba de menos a Mauro al igual que yo pero le encantaba que Tobías le echara flores, aunque él sabía que su corazón latía fuertemente por mi amigo. María seguía sin avanzar con Liam, el viaje no los había hecho más cercanos, apenas habían intercambiado algunas palabras entre ellos y ahora se había vuelto más cercana a Miguel, esperaba que esa cercanía originase en el chico por el que bebía los vientos y dirigía el campamento algunos celos. Nos sorprendió gratamente que Gary se mostrase atento, amable e incluso me atrevería a decir cariñoso con Melisa, ahora esos dos se veían más cercanos y estábamos ansiosas de que nuestra amiga nos contase que había sucedido entre los dos pero íbamos dejarle que fuese ella misma la que nos hablase de él, no sabíamos en qué situación quedaba ahora Bastian. Con Clara hablé un par de veces más después de aquella charla dónde me dejé llevar por mi dolor y le confesé todo lo que llevaba guardado, me había sentido bien después de aquello pero nunca volvimos a mencionar a Bastian en los posteriores encuentros, ella se había dado cuenta que empezaba a dejar mi pasado atrás o por lo menos lo estaba intentando. Cuando observaba a Liam notaba que cada vez le invadía más la tristeza, aquella sonrisa que yo había visto varias veces en él había desaparecido, su rostro se mostraba casi siempre serio y también veía aparecer algunas ojeras por falta de sueño, se notaba cansado y al parecer tener el enorme cargo de ser el líder de tantas personas que confiaban en él le estaba pasando factura, estaba preocupada por él, ya no se divertía como antes. Como Rodrigo se había marchado con el grupo estaba ocupando su lugar Hanno y al parecer lo hacía bastante bien pero al contrario que a su amigo Liam a él ese cargo con tanta responsabilidad no parecía preocuparle tanto, se veía siempre más calmado aunque luego era siempre el primero en buscar soluciones a los problemas o pasar a la acción sin pensar mucho en las consecuencias. Los días seguían pasando y seguíamos sin saber noticias de Mauro y de los otros chicos del grupo, nadie había regresado para informarnos de lo que ocurría con ellos o si habían encontrado alguna ciudad mucho más poblada que a la que solíamos ir. Tampoco Debra o Bastian regresaron al campamento, al parecer ya no les importaba la gente con la que convivieron durante un tiempo y crearon lazos, supongo que Debra lo había convencido, estaba casi segura de ello y ahora los dos caminaban juntos por senderos distintos a los nuestros, a pesar de todo esperaba que no les ocurriese nada. Ulmer también nos tenía preocupados, la mayoría de los que estábamos en el campamento lo echábamos de menos, era un gran chico y amigo y siempre nos daba mucho ánimos a todos, esperaba sinceramente que encontrase a esa persona que estaba buscando y que regresasen al campamento pronto. Suri, una de nuestras amigas del grupo se mostraba muy contenta con la llegada de Tadeo, al parecer tenían edades muy similares y los dos se llevaban cada vez mejor, a Bastian no le gustaba o no permitía que se formasen parejas en el campamento aunque luego resultó ser un farsante porque él podía tenerlas aunque fuese a escondidas y dejarlas embarazadas, pero Liam era distinto, era más permisivo. La pequeña de los hermanos T, así solíamos llamarlos porque los nombres de los tres empezaban con esa letra, Talitha desde que yo le había escrito un cuento corto donde ella era la protagonista ahora no dejaba de buscarme y preguntar por mí a la hora de dormirse para que le leyese su cuento, ni siquiera su hermano mayor que al parecer era lo que más adoraba del campamento dejaba que se lo contase, le decía que yo lo hacía mucho mejor que él porque ponía caras y voces cuando se lo leía y que era muy graciosa. Nos habíamos vueltos muy cercanas y me encantaba, yo nunca había tenido una hermana y ella era para mí algo así. Quería protegerla en todo momento al igual que lo hacían sus hermanos, le había visto sus varias cicatrices que tenía por todo el cuerpecito y me hacía pensar que en su corta vida tuvo que pasar por sufrimiento y dolor, había nacido en una mala época como muchos de nosotros. Ni siquiera sus hermanos la pudieron proteger de todo aquello, no habían sido capaces de alejarla del maltrato porque ellos también los sufrieron y aunque intentaron ocultar sus marcas siempre había alguna de esas cicatrices que acababan mostrándose sin poder evitarlo. La lluvia y la niebla se había vuelto algo más habitual durante las últimas semanas y ya empezaban a ser pocos los días que se podían salir a jugar al exterior o trabajar en labores fuera del edificio que comprendían muchas horas bajo la lluvia. Cuando el tiempo era muy malo pasábamos la mayoría de las veces largas horas en pequeñas salas donde se notaba un ambiente más cálido debido a las pequeñas hogueras que encendíamos en macetas de barro o arcilla. Normalmente introducíamos en el interior de las macetas más grandes piedras que recogíamos en la playa y luego almacenábamos, también colocábamos dentro de ellas cera sobrante de las velas y algunas veces carbón o etanol, dejábamos que ardiese y se calentasen aquellas piedras y mantuviesen por un tiempo el calor que generaban en la habitación creando un ambiente agradable y cálido. En los dormitorios de los más ancianos o de los más pequeños se colocaban macetas pequeñas invertidas, una encima de la otra y sin llegar a cubrirse por completo, dejando siempre una corta distancia entre ellas y usando el mismo procedimiento se encendían para que mantuviesen caliente la sala durante la noche. El tiempo pasaba lento y a Hanno se le ocurrió la idea de construir una o dos barcas ya que estábamos al lado del mar y siempre nos podía venir bien, ya lo habían hecho antes en el anterior campamento así que no sería difícil, además teníamos muchos de los materiales a nuestro alcance. Éramos muchos los que ayudábamos en esa tarea porque estábamos entusiasmados con la idea y en un par de semanas conseguimos la primera de las barcas, era lo suficiente estable y grande para que cogiese en ella unas cinco personas, lo más mayores también habían hecho un par de cañas de pescar y confeccionado una especie de red para la pesca, todos estábamos contentos con los resultados. El primer día que pudimos sacarla al mar se montaron en ella cuatro chicos y pasaron varias horas hasta que los vimos regresar. Se veían contentos con la primera pesca de su vida, normalmente los peces que vivían cerca de la orilla no los pescábamos ya que no eran muy buenos para la salud por culpa de la basura y otros productos nocivos incluidos los excrementos que se tiraban al mar o a los ríos, aunque cuando el hambre apretaba cualquier cosa que se pudiese llevar a la boca era de agradecer. Recibimos con júbilo y alegría a los recientes pescadores que habían conseguido diferentes tipos de pescados incluidos algunos cefalópodos y sobre todo porque eran peces alejados de las orillas.
Después de casi dos semanas sin apenas sobresaltos pero con la incertidumbre de no saber cuando regresarían o como estaban nuestra gente que se estaban jugando la vida cada día que pasaban lejos de aquí en busca de una ciudad que le proveyesen de lo que necesitábamos para pasar el invierno aparecieron los primeros signos de la gripe, había llegado antes de los previsto y aquello no era nada bueno ya que a lo que más temían la gente del campamento no era a los ladrones, maleantes… que se cruzaban con nosotros e intentaban robarnos o matarnos, lo que más asustaba eran las enfermedades, sobre todo de carácter contagioso como era ésta. No estábamos aún preparados para que el virus hiciese su aparición, había escasez de medicamentos y no estábamos seguros si llegarían a tiempo con más medicinas antes de que todo se descontrolase. Los primeros en caer enfermos fueron varios adultos, uno de ellos Fernando, suerte que su mujer ayudaba a cuidarlo a él y a los que siguieron cayendo a posteriori, por lo que me habían contado Carla conoció a su marido cuando ejercía de enfermera en un hospital, también enfermaron varios niños, a los más pequeños los manteníamos en una misma habitación aislada del resto de los enfermos que se encontraba en otras dos habitaciones más alejadas, manteníamos aquellas salas calientes y aireadas, también nos protegíamos del virus con improvisadas mascarillas y guantes. Empezaron a caer más gente y nos vimos desbordados, ya no éramos suficientes para atender a tantos enfermos, muchos de nosotros apenas dormíamos, Clara y algunas mujeres preparaban brebajes a base de hierbas y otras plantas medicinales porque los medicamentos se suministraban a los que estaban en un estado peor ya que empezaban a escasear, otras hacían y servían bebidas y comidas calientes, algunas ayudábamos a los que eran incapaces de comer o beber por sí solos. Melisa y algunos menores que aún se mantenían sanos los habían llevado a otro edificio para evitar en la medida de lo posible que se contagiasen. Unos tres o cuatro días después de la llegada del virus a nuestra comunidad tuvimos que enfrentarnos a la primera víctima, un niño de corta edad que su cuerpo no logró ganar la batalla a la enfermedad, se llamaba Rafael y siempre había sido un niño alegre, los llantos de sus padres eran desgarradores y estremecedores, ver quemar y enterrar sus restos fue horrible, por unos momentos tuve que dejar el edificio y alejarme de todos ellos mientras me hundía en el dolor y mi cuerpo se estremecía por el miedo y la desesperación de lo que estaba ocurriendo, me había sentado contra una pared y rodeado mis brazos a mi cuerpo convirtiéndome en una bola mientras mi llanto salía con rabia bañándome en lágrimas y lamentando mi llegada a este mundo en unas circunstancias como éstas, yo intentaba ser fuerte pero yo no era fuerte, ni valiente, yo solo quería volver al pasado y que mis padres estuviesen conmigo protegiéndome de todo esto. Regresé al trabajo después de que me hubiese calmado y de que no tuviese ningún rastro que delatase mis momentos de llanto. Pasé varias horas ayudando en lo que podía, no me permitía ningún momento parar para pensar, necesitaba ocupar todo mi tiempo en hacer todo lo posible para que aquella gente sanase y no hubiese más muertes. Los padres del pequeño fueron los siguientes en caer, y yo lo hice un día después, la sequedad de la garganta, el cuerpo dolorido como si me hubiesen pasado por encima una manada de caballos, los continuos cambios de temperatura, del frio al calor y así repetidas veces y la fiebre que hacía que mis pesadillas se asomasen por momentos a mi mente me hacía sentir que yo sería la siguiente en morirme, no recordaba nunca haberme sentido así. María y Thaisa se veían preocupadas y estaban conmigo siempre que podían, me ayudaban a que comiese algo o tomase aquel brebaje con un sabor horrible, me colocaban paños mojados en la frente y en varias zonas de mi cuerpo y me contaban lo que ocurría cada día en nuestro campamento. Cuando la fiebre empezó a desaparecer Thaisa me dijo que algunos ya estaban totalmente recuperados pero que ahora había caído Elena y a su marido Amador. Liam también me había visitado, se veía cansado y sobrepasado por la situación, vi como unas lágrimas caían de su rostro cuando me habló aunque no logré escuchar muy bien lo que me había dicho. Él era uno de los pocos que fue inmune a la gripe y me alegraba por ello, tampoco mi dos amigas María y Thaisa la habían cogido y mientras Melisa y algunos más se encontrasen lejos de nosotros cabía la posibilidad de que ellos también se librase de contraer el virus. Empecé a encontrarme mejor y cuando Fernando me permitió salir de aquella habitación me fui a ver a Elena y su marido, por lo visto ella ya estaba fuera de peligro, la gripe no le llegó tan fuerte pero Amador se veía cada día peor.
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TABSAVIT
Historical FictionEn un mundo de caos y de destrucción una chica lucha por sobrevivir junto a su mejor amigo Mauro y acaban en un campamento junto a otra gente que también huyen de una vida precaria, allí conoce el amor y el calor de una gran familia pero también e...