Verlo así me dolía y me aterraba, nuestra amistad se formó en el otro campamento cuando tuve que ayudarle con los animales y había aprendido mucho de él y también de su mujer, por eso los sentía como una parte importante de esta enorme familia. Conforme pasaban los días la salud de Amador empeoraba más y más, yo le había gritado a Fernando que hiciese algo, que no podía dejarlo morir, la rabia por no poder hacer nada me estaba consumiendo, yo le hablaba de que tenía que ser fuerte que sus animales lo necesitaban, le contaba el día a día del trabajo que hacia Tobías y Miguel en las cuadras, como les hablaba a los caballos mientras los cepillaban o limpiaba sus cuadras, como trataban con cariño a los corderitos y a su madre, veía como sobresalía una pequeña sonrisa de su rostro, ahora aquellos dos eran los encargados de cuidar a los animales mientras que Amador no se recuperase. Lo que todos nos temíamos sucedió un par de días después al ponerse el sol, nuestro buen amigo y amante de los animales murió después de luchar contra el virus, en cuanto me enteré corrí a verlo y por primera vez lloré, lloré delante de una multitud de personas, no me importaba que ve viesen llorar o que mis muros y barreras construidas durante mucho tiempo se derrumbasen. Sentía rabia y frustración por no haber hecho más por él, estaba enfadada con Mauro y los demás por no haber llegado a tiempo con los medicamentos, odiaba a Bastian por haberse alejado de todos nosotros sin mirar atrás y deseaba en aquel momento no haberme ido de casa de mis tíos y no haber conocido a toda esta gente que cada día me importaba más y dolía cuando algo trágico les sucedían. Esta vez no pude estar allí con los demás, dándole el último adiós a Amador, ni siquiera fui capaz de consolar a su viuda. Me senté en una de las esquinas de mi habitación, por primera vez desde que dejé la casa de mis tíos dejé que la oscuridad cubriese el espacio y envolviese mi cuerpo, lloré mientras los espasmos golpeaban mi cuerpo, una sensación de desprotección, ansiedad y soledad se cerró sobre mí, intentaba que mi respiración fuese pausada, más lenta pero no lo conseguía, escuché la voz de Thaisa y luego se acercó a mí.
_ ¿Vera estás bien?
Se sentó a mi lado y me cubrió con sus brazos, yo seguía llorando e intentando calmar mis llantos.
_ Yo no soy fuerte Thaisa, no soy como tú, yo no quiero seguir viviendo así, ¿qué clase de futuro nos espera?
_ Nadie quiere vivir así pero no nos queda otra, no sé qué futuro nos aguarda pero tenemos un presente y podemos ayudar a otras personas a que recuperen las esperanzas después de perderlo todo, es lo que hacemos en este campamento, es lo que nos anima a seguir vivos. No puedes dejar que el dolor y el miedo te consuman, tampoco te puedo decir que ya nada de esto volverá a suceder, vivimos en una era en la que las personas harán cualquier cosa por sobrevivir guardando en un cajón los sentimientos y el respecto por los demás y olvidándose de ellos, los tiempos son difíciles y estoy segura que viviremos situaciones dolorosas y complicadas, ahora, no dejes que eso te destruya busca la mejor manera de combatirlos y enfrentarte a ello, solo de esa forma sobrevivirás y te hará más fuerte.
Estuvimos así un rato hasta que me desperté, mi amiga me había dejado sobre el colchón, a mi lado había un farolillo encendido y mi manta cubriéndome el cuerpo, ¿cuánto tiempo había dormido? Me levanté y me fui a ayudar con los enfermos, Clara estaba con Elena, ella se sentía fatal y no quería comer, sentía que sus ganas de vivir se habían ido con Amador, en cuanto tuve un poco de tiempo libre me fui hacia los establos, les hablé de su cuidador y de que ya nunca lo verían, sé que era imposible pero tuve la extraña sensación de que aquellos animales sabían que nunca más verían a Amador. María también cayó enferma y después de lo ocurrido con el marido de Elena estaba asustada. La gente del campamento estaba cansada, enferma, triste y sin esperanzas, no había visto a Liam en varios días y decidí ir en su busca. Necesitábamos hacer algo con la gente enferma, si Mauro y los demás no regresaban pronto más personas morirían y yo no estaba dispuesta a que María fuese la siguiente. Encontré a Liam delante de las tumbas de Lía, el pequeño Rafael y Amador, demasiadas muertes en pocas semanas, se veía devastado, cansado, más envejecido por todas las responsabilidades que se había visto obligado a ejercer.
_ Tenemos que hacer algo Liam, la gente se muere y no hay medicinas.
_ Lo sé, por eso me voy a ir, solo me estaba despidiendo de ellos.
_ ¿Irte, piensas abandonarnos?
_ ¿Qué?, ¡no!, voy a la ciudad, no sé donde están Mauro y los demás, no sé porque tardan tanto pero necesitamos medicamentos, voy a conseguirlos, buscaré la manera de traer medicinas al campamento.
_ ¡Yo voy contigo!
_ ¡Qué!, aquí te necesitan, además las cosas se han vuelto más peligrosas.
_ A ti también te necesitan en el campamento pero aún así te vas, yo tampoco quiero que muera más gente, María se ha contagiado y necesitamos las medicinas, si no las podemos comprar siempre tendremos opción de robarlas y yo soy muy buena abriendo puertas y todo tipo de cajas fuertes, no me obligues a seguirte, además pueden arreglárselas sin mí unos días.
Liam aceptó, no solo porque era buena con los cerrojos, también porque todos estábamos desesperados, aquí quedaba mucho trabajo pero estaba segura que agradecían que fuésemos a buscar medicamentos. Sabíamos lo peligroso que se había puesto los caminos y carreteras para los viandantes y como crecía la delincuencia cada día que pasaba pero no teníamos opción, éramos solo tres los que marcharíamos a la ciudad ya que muchos seguían enfermos y se necesitaba gente para cuidar de ellos, para cuidar de los animales y de las hortalizas y verduras plantadas en la tienda de lona, de vigilar el fuerte, de alimentar a todo un campamento… Me fui inmediatamente a mi habitación y me preparé para la marcha, me despedí de mis amigas prometiendo regresar lo más pronto posible con las medicinas y le pedí a Thaisa que cuidase de María hasta mi vuelta, luego me despedí del resto de la gente. No tuvimos tiempo para más teníamos que darnos prisa porque los días cada vez eran más cortos y la noche llegaba pronto, subí al caballo de Gary porque Liam llevaba algunos productos para vender o intercambiar. Cabalgamos durante horas con buena marcha solo hacíamos alguna parada para que el caballo bebiese o recuperase energías, cuando la oscuridad era total ya que no había luna ni estrellas que la iluminase debido a la espesura de la niebla decidimos desmontar y pasar la noche entre rocas y arbustos de un tamaño considerable. Aunque la oscuridad seguía asustándome estaba aprendiendo a controlar ese miedo y que las pesadillas se mantuviesen alejadas de mis pensamientos. Teníamos linternas, una de ellas me la habían puesto en mi mano porque ya todos o casi todos sabían mi miedo a la oscuridad, aunque no sabían el motivo de mis pesadillas y eso debía seguir oculto en mi recuerdos. Aunque intentaba mantener a raya lo que mi mente quería mostrarme para que el terror resurgiese yo luchaba contra ello y lo hacía encendiendo la linterna cuando sobrepasaba mis límites, aquella noche no descansé demasiado. Volvimos a ponernos en camino cuando empezó a amanecer, con las primeras luces del día, hacía un frio de mil demonios pero no nos importaba, cabalgamos durante todo el día y descansábamos solo cuando lo necesitaban los caballos, llegamos a la ciudad bien entrada la noche, no podíamos pagar un alojamiento porque necesitábamos todo el dinero para medicamentos y otras cosas de primera necesidad, buscamos un lugar seguro y Liam y Gary se turnaron para hacer guardia, aquella noche pude dormir algo porque la niebla se había disipado y una media luna nos mostraba algo de claridad. Por la mañana caminamos por la ciudad, allí también había llegado la gripe y eran pocos los que se atrevían a salir de sus casas con la cara descubierta, nos cubrimos medio rostro dejando a la vista solo nuestra mirada y seguimos buscando a alguien que pudiese vendernos medicamentos. Nos dijeron que el gobierno estaba distribuyendo varios lotes de medicinas por las ciudades, que las muertes y contagios por la gripe estaban siendo devastadores y que esa misma tarde llegaría un gran lote de esos a la ciudad, parecía que la suerte por fin estaba de nuestra parte, solo teníamos que esperar unas horas para hacernos con uno de los lotes. La ciudad era pequeña como bien habían dicho Eider y los demás pero había alguna casa interesante, no es que hubiese una gran urbanización de gente rica pero algunas casas tenían potencial, se parecían en la que viví durante unos años unos meses atrás y en aquella ocasión logré robar algunos medicamentos, estaba segura que estás no serían muy distintas. También tenían un improvisado hospital en una de las grandes casas que fueron abandonadas por familias pudientes y que decidieron buscar una vida mejor en ciudades más grandes y con más habitantes, se había adaptado para que la gente enferma y de más gravedad fuese atendida en ese inmueble, ahora se veían totalmente desbordados por los muchos enfermos que aparecieron y no tenían camas para todos, ya no había ni un solo rincón donde colocar otro enfermo y mucho menos tenían suficiente personal para atender a toda esa multitud de pacientes. En el campamento también dejamos a muchas personas enfermas pero al menos estaban siendo cuidadas por sus amigos y compañeros pero la situación de aquí era mucho peor, en las calles se veían a personas enfermas de distintas edades pidiendo ayuda, incluso se podía ver a gente muerta y olvidadas en las calles o en algún rincón de la ciudad, era triste y traumático de ver y deseaba irme cuanto antes de aquel lugar. Vimos como algunos miembros de la seguridad ciudadana vestidos con trajes especiales y mascarillas que cubrían toda su cabeza se llevaban a los muertos que luego probablemente se quemaban en alguna parte de las afueras de la cuidad. Evitamos la presencia policial moviéndonos con cautela por la zona o esperando en algún rincón oculto a que llegase la mercancía, ya que se escuchaba rumores que varios cuerpos de seguridad recorrían ciudades y se llevaban a personas sanas aunque nadie sabía para que y con que fin. Esperamos impacientes la llegada de los medicamentos y cuando por fin logramos ver un carruaje escoltado por policías y guardia urbana supimos de inmediato que allí estaba lo que estábamos buscando. La gente se empezó a acercar al carruaje, algunos suplicaban que le diesen medicinas para su familia enferma y otros intentaban buscar la manera de robarlas aún sabiendo que la policía estaba allí pero se veían desesperados. Los cuerpos de seguridad dispararon varias veces haciendo que la multitud se calmase y que muchos de ellos desistiesen de hacerse con algún lote cuando dispararon a uno de los hombres que intentaban coger uno de ellos y se enfrentó a la policía, terminó muerto y tirado en la calle. Solo cuando la situación ya no parecía peligrosa Liam y Gary se dirigieron al carruaje, yo me quedé observando y esperando. Cuando subastaron diez de los treinta lotes que había mucha gente se vio impotente al ver que sus bienes no alcanzaban el dinero que pedían por ellos, el valor de las medicinas se había multiplicado por tres y a no ser que fueses de una clase social altamente rica no podías permitirte pagar por los medicamentos. Nosotros habíamos vendido la mercancía que teníamos y con el dinero que ganamos y el que nos llevamos del campamento solo nos pudimos permitir un lote, nuestra intención era hacernos con cuatro o cinco lotes ya que cada uno de ellos no traía mucha cantidad de medicamentos. Sabíamos que lo que habíamos comprado solo nos llegaría para una o dos semanas, teníamos que buscar la manera de comprar o robar algún lote más aunque estaba difícil por toda la escolta policial que había a su alrededor. Seguimos al carruaje Liam y yo ya que Gary se tenía que quedar vigilando los caballos y los medicamentos comprados, vimos como se acercaban a la casa/hospital dónde les entregaban la misma cantidad de lotes que habían subastados. Aquel lugar era el que estábamos buscando, teníamos que robarlos y tenía que ser hoy mismo, no era fácil porque estaba lleno de gente pero algo había que hacer. En ese hospital se necesitaba voluntarios para ayudar a los enfermos, eran pocas las personas que acudían allí para ofrecer su ayuda ya que temían al virus, yo lo había pasado y Liam parecía inmune a él. Nos hicimos pasar por voluntarios y nos dieron guantes y unas mascarillas más practicas que las que teníamos nosotros, mientras nos decían que teníamos que hacer contamos ocho habitaciones entre los dos pisos que estaban llenas de enfermos, había una escalera que bajaba al sótano pero estaba escoltada por un par de policías, estaba segura de que era allí donde se encontraba lo que estábamos buscando. Teníamos que buscar la manera de llegar hasta ese lugar, una vez dentro estaba segura que podría robar los medicamentos.
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TABSAVIT
Historical FictionEn un mundo de caos y de destrucción una chica lucha por sobrevivir junto a su mejor amigo Mauro y acaban en un campamento junto a otra gente que también huyen de una vida precaria, allí conoce el amor y el calor de una gran familia pero también e...