semana de la treinta y tres a la treinta y siete (segunda parte)

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A través de la ventana podía ver los copos de nieve caer constantemente y con fuerza mientras la noche empezaba a dar sus primeros pasos para oscurecerlo todo, no había rastro de la luna, me preocupaba Liam pero también no dejaba de pensar en los que se había ido unas horas antes y si estarían bien, también en el campamento, en Mauro si ya se encontraba en él y como aceptó esas semanas sin mí, en Bastian ( a pesar de no querer hacerlo) que había sucedido con él y con Debra, en donde estarían ahora, en mis amigas, pensamientos que no dejaban de abrumar mi estado. Cuando amaneció había una gran cantidad de nieve cubriendo la cabaña, me costó un buen rato abrir la puerta y deshacerme de toda aquella nieve que me impedía salir al exterior. Afuera empezaba a salir unos pequeños rayos de sol que se escondían entre las nubes casi continuamente. Seguía preocupada por mi amigo ya que parecía que cada hora que pasaba empeoraba más y más, de la fiebre pasó a las convulsiones y yo me sentía asustada, el miedo me daba pocas esperanzas a que sobreviviese. Unas lágrimas recorrían mi rostro mientras le rogaba que luchase por su vida, que no me podía abandonar y que tenía razón, necesitaba que cuidase de mí, que me había hecho una promesa y que las promesas se tenían que cumplir. Aquella fue la primera vez que me puse a rezar después de la muerte de mis padres, cuando su estado empezó a calmarse y recuperó algo de normalidad yo me encontraba agotada, aquellas habían sido las horas más angustiosas que viví desde que el tren accidentado nos permitiese huir y nos trajese hasta aquí. Cuando despertó le di una pastilla y lo alimenté ya que Liam estaba demasiado cansado como para poder hacerlo por sí mismo.
_ ¿Cómo te encuentras?
_ Creo que he muerto, he ido al infierno y después he vuelto a la vida, pero aparte de eso estoy algo mejor, aunque tú te ves fatal, ¿cuánto hace que no duermes?
_ Ya dormiré luego cuando esté segura de que ya no debo preocuparme por ti, solo entonces serás tú el que se ocupará de hacer guardia toda la noche.
_ ¿No tienes miedo de que cuando me encuentre en forma te asalte en la noche mientras duermes?, ya sabes cuánto me gustas.
_ Me alegra ver que ya te sientes con ánimos para bromear, eso es bueno.
Acerqué mi mano a su frente y Liam la atrapó en el aire, la acercó a su pecho desnudo mientras me miraba a los ojos, sus latidos eran rápidos, tenía vello negro y rizado cubriendo gran parte de su torso, observé que en el lado izquierdo cerca del lugar donde la sangre bombeaba con rapidez tenía un pequeño tatuaje, era una “S” y una “L” unidas dentro de un corazón roto. Quería preguntarle acerca del significado de ese tatuaje pero estaba demasiado intimidada por aquella proximidad  de nuestros cuerpos juntos y de su torso desnudo que no salió palabra alguna de mi boca, en cambio él sí me susurró al oído.
_  No estoy bromeando Vera, creo que me estoy enamorando de ti.
Luego me soltó la  mano y nuestro contacto visual desapareció, levanté rápidamente la palma de mi mano de su piel caliente y salí de allí en busca de aire, aunque aquella temperatura en el exterior fuese demasiado fría para un rostro que estaba acalorado lo agradecí de inmediato. Respiré profundo hasta que mis latidos volvieron a normalizarse, solo fueron unos segundos porque al mirar a lo lejos descubrí un par de figuras montadas en un caballo y dirigiéndose hacia donde nosotros estábamos. Regresé rápidamente al cobertizo y cerré fuertemente la puerta, Liam me miró extrañado, no quería asustarlo  ni preocuparlo pero yo era fácil de leer y Liam comprendió rápidamente la situación, intentó levantarse con rapidez pero aún estaba demasiado débil y terminó por sentarse apoyando su espalda contra la pared de la cabaña. Mientras tanto yo cogí la pistola y por la pequeña ventana la enfoqué en dirección a aquellos hombres, aún no estaba segura de cuál eran sus intenciones, Liam me dijo que no malgastase las balas hasta estar segura de que merecía la pena disparar y lograr su objetivo. Mi cuerpo temblaba entero y sentía como si mi pistola pesase una tonelada en mi mano, mi amigo tenía sujeta la otra pero viendo su estado no estaba muy segura de que acertaría a dispararles si se daba el caso. Nuestro caballo se mostraba intranquilo como si supiese lo que ocurriría después, uno de los hombres asomó su cabeza por la ventana, nosotros estábamos fuera del alcance de sus miradas aunque no ocurría lo mismo con el animal que teníamos en un rincón. Un ruido de pisadas en el exterior nos puso en alerta, luego un golpe fuerte hizo que la puerta se saliese de su sitio dejando al descubierto dos hombres intimidantes, uno de ellos se dirigió a Liam y antes de que tuviese tiempo a dispararle aquel individuo le golpeó el rostro, creí que lo iba a matar en aquel instante, era alto, fortachón y tenía una gran cicatriz en su cara, llevaba en la mano un cuchillo y pensé que lo utilizaría en ese momento, le grité que se alejase de él y entonces su mirada se dirigió a mí, mi mano temblaba demasiado y quería dispararle pero el miedo me lo impedía y mi pistola acabó resbalándose de mis manos y caer entre la hierba seca, no tuve tiempo a recogerla porque aquel hombre me cogió por el pelo.
_ Zac, ocúpate tú de ese de ahí yo me divertiré un poco con la chica antes de matarla.
El larguirucho con un gran bigote, mucho más joven que el otro y unos centímetros más bajo  tenía un machete de grandes dimensiones en su mano. Al observar a Liam su cara se descompuso, como si tuviese miedo de lo que estaba viendo, caminó unos pasos atrás antes de hablar nuevamente con su amigo que aún me tenía cogida por los pelos y mirándome con lascivia desde su gran altura.
_ Están enfermos, deberíamos irnos, solo me llevaré algunas de sus cosas pero no pienso arriesgarme a que me contagien, he visto lo que ese virus puede hacer, este tío no puede ni defenderse, parece que la va a palmar en cualquier momento, yo me largo.
_ Entonces espérame fuera, yo me reuniré contigo enseguida, yo me ocupo de ellos.
_ ¡Estás loco!, puede que esa zorra también esté contagiada.
_ ¿Sabes cuánto hace que no disfruto de una mujer?, además ella es joven y parece sana, es todo un regalo de los dioses.
_ ¡Pero no puedes estar seguro!, puede que el virus ya esté en su cuerpo,  ¿vas a arriesgar tu vida por follártela?
_ ¡Ya te he dicho que me esperes fuera y si no vete!, veremos cuánto tiempo sobrevives sin mí.
El larguirucho salió malhumorado al exterior mientras yo intentaba soltarme de su agarre, Liam se había despertado e intentado coger de nuevo la pistola que aquel hombre nuevamente lanzó de un puntapié al otro extremo del cobertizo antes de golpear el cuerpo de mi amigo fuertemente haciendo que emitiese un quejido antes de hablar.
_ ¡Déjala en paz hijo de puta!
_ ¡Zac!
Volvió a llamar a su compinche, entró con pocas ganas.
_ Mantén a ese cabrón callado y quietecito en ese rincón, si se mueve cortarle en dos, no necesitas acercarte a él así que no pongas esa cara.
El que me mantenía sujeta entonces me acercó al rincón en donde se amontonaban el heno y empezó a bajarse los pantalones, yo seguía pataleando y buscando la manera de soltarme, nuestro caballo se movía de un lado para otro nervioso y con ganas de salir de allí. Agarró mi cabeza y la acercó a sus partes intimas diciéndome que le hiciese una felación, tenía ganas de vomitar pero conseguí apartar mi rostro de sus genitales y agarrar un trozo de madera que había a mi lado para golpearlo fuertemente.
_ ¡Hija de puta!
Me golpeó la cara con fuerza y casi pierdo el conocimiento, mientras me encontraba tirada en el suelo se me puso encima y con sus manos intentaba levantarme la falda, yo intentaba impedírselo y escuchaba la voz de Liam gritando que me dejase en paz, una de aquellas manos del monstruo que me estaba atacando fue a parar a mi cuello mientras apretaba con fuerza.
_ Deja de luchar contra mí porque conseguiré follarte viva o muerta, a mí me da igual, tú eliges.
Escuché el sonido de golpes no muy lejos de donde yo me encontraba, luego  un grito,  aquel hombre me dio el espacio suficiente mientras observaba lo que ocurría para que cogiese mi cuchillo que escondía entre mi ropa  y se lo clavase en la espalda, pegó un fuerte grito y se apartó de mi lado intentando coger el arma, busqué por mi lado la pistola que se me había caído antes y cuando vi que el fortachón venía hacia mí con el cuchillo ensangrentado le disparé tres veces cayéndose de forma estrepitosa al suelo mientras mi caballo no paraba de moverse e intentando soltarse del amarre. Con las manos aún en la pistola y temblando me dirigí hacia Liam y la persona con la que luchaba, le grité que se apartase de mi amigo y al verle apuntándolo se quedó quieto, luego observó a su compinche en el suelo con dos balazos en el cuerpo ya que con el tercero había errado, se mostró furioso y corrió hacia mí, Liam logró golpear sus piernas haciendo que se cayese de rodillas al suelo, luego con el arma que le había quitado en su enfrentamiento con él terminó con su vida.  No pude apartar mi mirada de su cuerpo inerte, estaba impactada, unos segundos después busqué la mirada de Liam, se encontraba a mi lado, sudoroso, cansado y con dificultad para respirar. Tenía un corte en un costado de su cuerpo y salía una pequeña cantidad de sangre, me asusté.
_ ¡Estás herido!
_ Estoy bien tranquila, solo es un pequeño corte, ¿cómo estás tú?
Intentó acercarse y tocar mi rostro pero mi cuerpo pidió distancia y me alejé por instinto, Liam me miró unos segundos a los ojos y luego alejó su mano que aún seguía alzada en el aire.
_ Lo siento.
_ Estoy bien, tranquilo no es tu culpa, voy a buscar algo para limpiarte esa herida antes de que se infecte.
Aunque no quería admitirlo algo entre Liam y yo había cambiado, lo ocurrido unos minutos antes había detonado una alarma en mi cerebro queriéndome recordar antiguos y malos pensamientos del pasado. Liam se dio cuenta de ese cambio y aunque no dijo nada se mostró callado durante un buen rato. Él mismo se limpió la herida y luego me ayudó a sacar los cadáveres de aquella gentuza de la cabaña, dejamos sus cuerpos en la parte trasera del cobertizo junto a uno de los pocos árboles que allí crecían y los cubrimos con un poco de nieve, no llevaban nada de valor pero al menos tenían un animal con el que quedarnos.  Una vez en el interior de aquel lugar Liam ya casi en sus últimas fuerzas sacó a nuestro caballo del interior de la caseta y lo dejó atado junto al otro, aquello haría que se tranquilizase un poco, yo mientras tanto intentaba limpiar la sangre que se esparcía por el piso, Liam me dijo que lo dejase estar que no conseguiría quitar la mancha roja que se mostraba en el suelo pero yo insistí, aquello era mejor que responder a las preguntas que estaba segura que quería decirme. Cuando terminé mi tarea Liam ya se había puesto un paño frio y húmedo en la frente, la fiebre se había apoderado nuevamente de él aunque su temperatura no era tan alta como en días anteriores pero iba y venía a su antojo. Estuvimos unos minutos en silencio hasta que su voz sonó en aquel espacio reducido.
_ ¿Me vas a decir ahora que es lo que te ocurre?
_ ¿Qué quieres decir?
_ Que tu actitud me desconcierta un poco, te comportas conmigo de una manera extraña y distante, es como si volviese a la casilla de salida. Entiendo que lo que ha ocurrido hoy ha sido un trauma para ti y estés asustada, tienes todo el derecho de estar decepcionada conmigo por no haber hecho más, por no poder protegerte de esos bandidos.
_ ¡Eh para, no sigas por ahí!, lo que me pasa no tiene nada que ver contigo, tú ya has hecho mucho por mí desde que nos encerraron en aquellas malditas jaulas, pero…
_ ¿Pero qué?, ¿me vas a decir que no ocurre nada, que todo está en mi cabeza, que todo sigue igual?, no me mientas, eso sería peor.
_ Lo siento pero ahora no puedo  contártelo.
No volvimos a hablarnos durante un buen rato y todo lo que había avanzado con Liam se había estropeado en cuestión de segundos, ahora parecíamos casi dos desconocidos intentando conocernos, sabía que me estaba comportando de una manera idiota pero ¿qué podía hacer yo?
_ Será mejor que descanses un rato, mañana nos iremos temprano de este maldito lugar.
_ ¿Pero tú aún sigues enfermo?
_ Puedo cabalgar, ya me siento mejor, ¿o es que quieres quedarte aquí y probar suerte a ver si alguien más consigue  matarnos?, además ya no te sientes cómoda a mi lado, cuanto antes salgamos de aquí más fácil lo tendremos para alcanzar a Ulmer y a los demás.
_ Liam
_ Déjalo, intenta dormir algo.
A medida que pasaba el día la situación se volvía más incómoda, quería comportarme como antes, como lo había hecho durante nuestra travesía pero, ¿cómo hacerlo?, era como si alguna fuerza extraña me lo impidiese.

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