fase segunda (antes de mi nuevo comienzo)

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 Eran las cinco de la tarde cuando Julio vino a recogerme a casa, caminamos un par de manzanas cuando al doblar la esquina apareció su amigo, el chico que no dejó de incordiarme unas horas antes en aquella estúpida fiesta, miré sorprendida al que era todavía mi novio,  ¿qué hacía él allí?, pensé que le había quedado claro que era una persona no grata en mi vida, Julio muy amablemente me preguntó si no me importaba que nos acompañase, yo aún no estaba segura de a dónde nos dirigíamos, había creído que nos dirigíamos a unos de los poco locales en el cual aun servían bebidas pero el camino que tomamos no era ese. Enseguida me puse nerviosa, algo en mi interior me decía que estaba en peligro aunque no sabía muy bien porqué, había salido con Julio y sus amigos otras veces pero estaba vez había algo distinto, me paré en seco y les dije que regresaba a casa que no me encontraba muy bien, Julio me miró unos segundos antes de hablarme.
  _ Hace unas horas parecías dispuesta a que lo nuestro se terminase, ¿acaso no quieres hablar de ello?, ¿has cambiado de opinión?
 Su rostro sonreía con cada palabra que me decía pero sus ojos decían lo contrario, se notaban molestos, furiosos. Le hablé con calma, escondiendo mi miedo ante la situación que tenía delante de mí.
   _ No, no he  cambiado de opinión pero creo que deberíamos hablarlo entre los dos, es algo que solo nos compite a ti y a mí, no entiendo que hace éste aquí, ¿a que ha venido?
  Julio miró hacia su amigo, esta vez lo hacía con el rostro serio, luego volvió a posar su mirada en la mía.
_ Saúl es mi amigo y yo le he hecho una putada, es lógico que estuviese enfadado conmigo y también contigo, por tu culpa es por lo que está así, si me hubieses dado lo que me  correspondía como novio tuyo no tendría que buscar en otras lo que no obtenía de ti y aunque Marina es una zorra, sí Saúl ya no me mires así yo te lo dije,  yo jamás  pondría un ojo en ella sabiendo lo colado que tú estabas por esa chica, fue Marina la que se me ofreció como una perra en celo, deberías buscar una chica más decente.
Intenté soltarme de su agarre pero los dos me tenían cogida por ambos brazos, llevándome , más bien arrastrándome hacía unos de los muchos almacenes que permanecían cerrados después de la gran revuelta,   busqué la manera de  llamar la atención de algún viandante  pero escaseaban y los que podían estar viviendo por la zona a pesar de escuchar mis gritos estaba segura de que no serviría de nada, la mayoría intentaban pasar desapercibidos y ocuparse de sus propios asuntos, las peleas eran continuas y ya nadie se acercaba a ayudar por miedo a terminar mal o porque ya estaban cansados de luchar en estos años, además mis acompañantes por así decirlo vestían ropa de gente rica como decían por aquí los menos afortunados y nadie se atrevía a meterse con ellos, así que sabía que lo peor estaba por suceder, intenté con todas mis fuerzas escapar de esos dos cobardes pero me era totalmente imposible, mientras uno de ellos me tapaba la boca para que no pudiese gritar el otro me agarraba con fuerza tirando de mí y arrastrándome para que entrase en un almacén frío y oscuro lleno de cajas amontonadas por todas partes y cubiertas de polvo y humedad,  me tiraron encima de unos colchones viejos que había en el lugar, intenté levantarme pero Saúl el amigo de Julio me agarró fuertemente por el pelo y  de nuevo me empujó a uno de los colchones malolientes, caí de lado y me golpeé el hombro,  el dolor apareció al instante, luego me quedé quieta, encogida,  me eché hacia atrás pegando mi cuerpo a la pared y protegiéndolo con mis brazos, alrededor de mí, sabía que aquello no era improvisado, estaba segura de ello, lo habían planeado aunque no estaba segura de cuánto tiempo llevaban pensándolo, mis lágrimas no dejaban de resbalar por mi rostro, tenía claro lo que iba a ocurrir en aquel lugar y aunque no me gustase mucho imploré por mi vida y hablé para intentar encontrar una pizca de humanidad en su persona.
- ¿Porqué, porque me haces esto?
 Los dos no dejaban de observarme, su amigo permanecía quieto frente a mí observando con mirada lujuriosa mientras que Julio no dejaba de moverse de un lado para otro mientras hablaba con tono de enfado y de rabia.
_ ¡ Joder!, he sido paciente contigo, me he portado como un caballero y ¿qué he recibido por tu parte? ¡Nada!, cada vez que intentaba tocarte tú te alejabas como si yo apestase, ¿sabes lo difícil que fue para mí fingir que no me importaba tu desprecio?  
Volví a intentar que entrase en razón, qué sintiese un mínimo de lástima por mí. 
_ Tú no quieres hacer esto, no puedes hacerme esto a mí, ¡por favor déjame ir!, te prometo no contarle a nadie lo que ha ocurrido aquí, pero debes dejarme marchar.
Julio se acercó despacio hasta mí, agachó su cabeza hasta quedar su rostro frente al mío y luego con fuerza me dio un puñetazo, por un momento creí que me desmayaría del dolor, incluso lo hubiese agradecido para no enterarme del horror que me harían vivir luego.  
_ ¡Cállate!, no eres más que una zorra que se da aires de señorita. Tú familia no es nadie frente a la mía, ¿crees que podrás convencer al tribunal?, nadie creerá en ti, acabarás haciendo el ridículo y la familia que te acogió perderá el prestigio que con tanto esfuerzo han conseguido.
Después de aquello se acercó otra vez a mí y mientras su amigo me sujetaba él bruscamente me arrancaba la ropa.
_ Vamos a ver qué escondes con tanto afán debajo de esas ropas.
Yo intentaba golpearlo y resistirme a su violencia pero Julio me golpeaba una y otra vez, aunque no lo hacía fuertemente porque quería que yo estuviese en todo momento consciente para que viese y escuchase con claridad todo lo que me harían él y su amigo. No solo los actos fueron dolorosos, las palabras de desprecio que salían de sus bocas también lo eran, no dejaban de decir que no era más que una puta barata,  una zorra como todas las demás, que de doña perfecta solo tenía el nombre, que era muy simple, que había estado con chicas con cuerpos muchos mejores que el mío y que follaban de maravilla, que no entendía porque le había hecho esperar tanto si no tenía nada de especial. Después de acabar conmigo le llegó el turno a su amigo, yo ya en aquel momento ya no tenía fuerzas para seguir luchando, mi mente ya estaba en otro lugar, al lado de mis padres y siendo yo una cría de siete años, me veía subida en los hombros de mi padre mientras salíamos del parque luego de jugar un buen rato en él, nos sentíamos felices, mi madre lo miraba con amor mientras me agarraba una de mis manos y me sonreía, mi padre me decía en voz alta para que yo lo escuchase que siempre estaría a mi lado y me protegería. Sentí el humo colarse por mi nariz y mis ojos,  Julio se había sentado a mi lado fumándose un porro mientras su amigo abusaba de mí, luego los dos se pasaron el cigarrillo antes de golpearme de nuevo para esta vez dejarme inconsciente.  Cuando desperté ellos ya se habían ido, sabía que tenía que levantarme y salir de aquel lugar, la noche se iba acercando y no era muy seguro estar ahí, aunque tenía la sensación que lo había perdido todo y que daba igual lo que me ocurriese después de aquello, una pequeña parte de mí seguía queriendo luchar por mi vida, después de todo no me habían matado y aunque estaba en shock yo aun quería vivir. Intenté observar con detenimiento el lugar pero me dolía muchísimo el ojo derecho y apenas podía ver por él, me llevé la mano a la boca, el labio superior estaba hinchado, intenté incorporarme despacio, me dolía cada parte de mi ser, sobre todo la parte inferior de mi cuerpo y el hombro. La camiseta al igual que el sujetador estaba destrozada, me los puse como buenamente pude, le hice un nudo en la parte superior y otro inferior a la camiseta para que pareciese lo más decente posible aunque esperaba no encontrarme a nadie por la calle, no quería que nadie me viese en ese estado, sería vergonzoso y así me sentía. Busqué mis bragas que estaban en una esquina del colchón totalmente destrozadas, busqué el pantalón y lo puse con dificultad porque me sentía dolorida, luego guardé mis prendas intimas en los bolsillos, antes de sentarme nuevamente en el colchón para calzarme, observé una mancha de sangre en el medio, volví a llorar desconsoladamente, yo era virgen antes de que me violasen, aquella había sido mi primera vez. Salí de allí lo más sigilosa y observando cada movimiento del exterior con precaución, estaba hundida, humillada y aterrada, sabía que después de aquello mi vida iba a cambiar para siempre pero desconocía hasta donde llegarían las consecuencias.  Llegué rápidamente a la casa de mis tíos, sabía cómo pasar desapercibida después de varios encuentros con Mauro sin que nadie se llegase a enterar, tenía miedo que al llegar mi tía me viese en aquel estado, no estaba segura de lo que podía pasar, por suerte pude entrar sigilosamente, al parecer ellos no se encontraban aún en casa y la única persona que podía verme era la asistenta que trabajaba para ellos. Al llegar a la habitación me miré en el pequeño espejo que allí había, tenía un ojo un hinchado y morado, el labio superior también estaba hinchado, parte de mi rostro tenía manchas de sangre, haciendo el menor ruido y a la mayor brevedad posible me llevé al cuarto una palancana con agua y una toalla, deseaba darme un baño y sacarme todas las marcas y huellas que Julio y su amigo habían dejado en mí, sabía que eso no sería fácil , tendría que pasar mucho tiempo para olvidar algo como aquello y no estaba segura de  que lo consiguiese, ahora más que nunca debía ser fuerte. Como el agua se obtenía a unas horas precisas del día no tuve más remedio que limpiarme con el paño, me lavé la cara con cuidado de no tocar las zonas dañinas más de lo imprescindible, aún recordaba cómo sus dientes mordía mis labios haciéndome daño., lavé mis brazos y la parte superior de mi cuerpo, se empezaban a ver varios moretones tanto en los brazos como en el costado, el hombro aún me dolía pero había otros dolores que me afectaban más, me desvestí y me lavé con cuidado la parte inferior de mi cuerpo poniendo especial cuidado en mis zonas intimas, la parte interior de mis muslos también estaban manchados de sangre. Luego de limpiarme lo mejor que pude, tiré el agua y lo guardé todo, me puse un pijama largo y me metí en cama, lo único que deseaba era olvidar aquella pesadilla. Sobre una media hora más tarde mis tíos y mi primo regresaron a casa, lo supe porque escuchaba sus voces desde mi habitación, sabía que tenía que estar abajo esperándole para cenar con ellos pero no podía presentarme así, cuando apareció mi tía en la puerta fingí un terrible dolor de cabeza, me preguntó si había estado con Julio, dudé unos segundos en contestarle luego le dije que sí, su respuesta me hizo sentir más humillada.
_ Es un buen chico además de rico, deberías aprovechar la suerte que has tenido, estoy segura de que no encontrarás uno mejor que él.   
En  cuanto salió de mi cuarto me deshice en llantos silenciosos, no quería que terminasen por escucharlos las personas que se encontraban en la casa. Esa noche sería una de la muchas noches que pasaría en vela, apenas pude dormir y las imágenes se repetían una y otra vez, habían tocado mi cuerpo sin que yo se lo permitiese de una manera brutal, me habían hecho daño sin importarles lo que yo sentía, me habían mordido, explorado, apretujado los pechos, me habían poseído de una forma brutal, aún recordaba el aliento de ellos en mi boca , en mi cuello, aún recordaba sus crueles palabras… apreté fuertemente la manta sobre mi cuerpo y volví a dejar caer las lágrimas sobre mi rostro.  A la mañana temprano mi tía entró en la habitación, sabía que descubrir mi estado sería inevitable lo único que había hecho era retrasarlo unas horas, por mucho que oculté mi rostro, no hubo forma de que no se diese cuenta de mis marcas. Durante unos segundos se quedó en shock y luego llegaron las preguntas. ¿Qué me había pasado?, ¿en qué momento de la noche me había ocurrido? ¿Quién y qué me habían hecho? Yo tenía miedo de decirles la verdad, estaba aterrada, aun recordaba las palabras que me había dicho Julio, así  que lo único que pude hacer es mentirles. Les dije que había regresado sola a casa y que me habían asaltado y que después de robarme me golpearon, me preguntó si me habían hecho algo más, en ese momento me acerqué a ella y la abracé mientras lloraba desconsoladamente, no hizo falta decir nada más con aquel acto confirmaba su pregunta.  Habló con mi tío y querían que denunciase lo sucedido, según ellos no podían dejar impunes a esa basura humana, ni siquiera me preguntaron si conocía a los asaltantes, dieron por hecho que serían algunos de los chicos que vivían en los alrededores de la ciudad y carecían de recursos.  Querían hablar con los vecinos y los miembros del club a donde solían ir para montar una asamblea y echar a todos esos desechos fuera de la ciudad, no querían contarles toda la verdad pero sí decirles que me habían asaltado. Empezó a reprocharme mi conducta, a decirme que porque no había esperado a Julio para que me llevase a casa, que si estuviese con él nada de aquello hubiese pasado. Que no podía contárselo, si llegase a saberlo seguro que me dejaría, que ahora más que nunca debía ser más cuidadosa y atenta con él, que había tenido mucha suerte en que fijase en mí y que era lo mejor que me había pasado. No le dejé seguir hablando, estaba harta de seguir escuchando lo maravilloso que era Julio cuando él había sido mi desdicha.   
_ ¡Ya basta tía, ya no puedo más, todo lo que ha pasado ha sido por su culpa, él fue quién me violó, él y su amigo Saúl!, antes te mentí porque tenía miedo a decirte la verdad pero Julio no es como tú piensas, él y su amigo fueron quienes me hicieron esto.                                                                                                        
 El rostro de asombro y tal vez de pánico de mis tíos después de contarles aquello jamás lo olvidaría y sus siguientes palabras tampoco.  
_  ¡Mientes, el jamás te haría daño!, ¿Por qué intentas culparlo a él?, Ha sido un mendigo, uno de esos vagabundos que merodean las calles ¿verdad?
Me quedé estupefacta con esos comentarios, sabía que no me iban a tratar con mucho cariño, pero sí esperaba unas palabras reconfortantes, un abrazo cálido, protector no que me dijesen que era una mentirosa.    
_ Aunque no te lo creas fue Julio y su amigo y es lo que pienso decir cuando llegue la policía.
   Mis tíos se habían sentado en unas sillas del salón, solo estábamos nosotros los tres, me imaginaba que necesitaban recomponerse después de lo que yo les había dicho.
_ Vamos a calmarnos antes de llamar a la policía, tienes que estar segura de lo que les vas a decir, no puedes ir por ahí culpando a la gente así sin más, ¿tienes idea de la repercusión que supone que acuses a un inocente?
 Yo también me había sentado en una silla, aquella situación me estaba agotando, aparte que no salía de mi asombro con sus actitudes.  
_ ¿Inocente?, sé muy bien quienes fueron mis atacantes, lo recuerdo todo muy bien, ellos se encargaron de que no olvidase aquellos momentos.  
Mi tía se levantó de golpe y me gritó.
_ ¡Basta ya, no quiero escucharte más!, todavía debes estar en shock. Esperaremos a que estés más calmada para hablar con la policía, les diremos la verdad, que unos malhechores, algunos de los vagabundos de la zona este te golpearon y te robaron, ellos sí que son los verdaderos culpables, son capaces de robar y matar, no los de nuestra misma condición, los chicos de la gente bien jamás harían algo así.
La miré cínicamente porque no podía creer lo que estaba escuchando y antes de salir del salón donde todo el ambiente me estaba asfixiando le dije que aquello no era cierto y que no pensaba mentir. Una media hora más o menos después de haberle gritado y dejándole claro mi postura con respecto a relatar los hechos a la guardia escuché unos golpes en la puerta antes de que entrara mi tía con rostro serio, aunque ya no parecía enfadada. Se acercó a la cama y me entregó un par de pastillas, no estaba segura de lo que me estaba ofreciendo así que le pregunté porque tenía que tomarlas.
_ Esos hombres del sur que te han violado pueden que te dejasen más que un mal recuerdo, esto evitará cualquier embarazo no deseado.    
Quería volverle a gritar  que el autor de mi desgracia no era más que alguien que habíamos dejado entrar en su casa y en nuestras vidas, alguien en el que  habíamos confiado pero estaba segura que lo negaría una y otra vez, ella jamás aceptaría que Julio fuese el autor de lo que me había ocurrido. Me estuvo observando durante unos segundos, supongo que para que yo contestase a su provocación, pero para mí ya todo estaba dicho, era cosa suya que no me creyese o se negase a ver la realidad,  se acercó a la puerta y volvió a hablarme.  
_ Báñate, dentro de un par de horas llegará un médico, tu tío lo mandó llamar, no dirá nada de lo que te ha ocurrido, podemos confiar en él, eso sí, tendremos que pagarle una considerable suma de dinero para comprar su silencio, espero que sepas valorar lo que hacemos por ti.                                        
Yo no necesitaba que hiciesen nada por mí, no se lo había pedido, no me importaba que la gente supiese quien era el causante de lo que me había sucedido y así se lo hice ver.  
_ ¿Tía por qué haces esto, porqué no quieres ver la verdad?
Ahora sí que me miró enfurecida.
_ ¿De qué verdad hablas?, la única verdad que puedo entender es la que le contaremos al médico, no voy a permitir que deshonres a la familia después de todo lo que hemos hecho por ti. Además tú eres la única culpable de lo sucedido, tendrías que haber luchado más para no permitir que te hubiesen maltratado de esa manera, ¿es que te has olvidado ya de lo que hemos pasado con mi hijo?
Las lágrimas luchaban por salir a flote.    
_ ¿Crees que yo quería que me sucediese esto, acaso hubieses preferido que me matasen también?    
Entró de nuevo en la habitación cerrando despacio la puerta y se acercó de nuevo a mi cama hablando lentamente como para que todas las palabras que me dijese se me quedasen grabadas en la cabeza.   
_ Lo único que sé es que esta familia ha luchado mucho para llegar a ocupar el lugar y la posición de la que ahora gozamos y después de todo lo que hemos hecho por ti no pienso permitir que hundas esta familia.   
Dicho aquello salió echa una furia de mi habitación cerrando de un portazo la puerta y sin que yo pudiese responder a aquel ataque. Puede que estuviese en deuda con ellos por haberme acogido cuando mis padres se habían ido de mi vida pero jamás me habían tratado como una más de la familia, estaba segura de que lo habían hecho para su propio beneficio pero aún así le estaba agradecida por lo que me habían ofrecido. Después de que el doctor se hubiese marchado decidí que no podía quedarme eternamente en la habitación, había llorado hasta la saciedad y aunque los golpes seguían siendo un dolor constante en mi cuerpo sabía que tenía solo dos opciones, o levantarme y seguir con mi vida intentando no convertirme en una víctima más o dejarme hundir por el sufrimiento, la vergüenza y el sentimiento de culpa y esconderme para siempre del mundo. La segunda opción me dio escalofríos, me parecía peor que los golpes que me había dado Julio y su amigo. Me levanté despacio de la cama, ya casi era la hora de la  comida, no quería causar más quebraderos de cabeza a mis tíos, bajaría a comer con ellos y me mantendría callada todo el tiempo , intentaría que mi presencia no les incomodase más de lo estrictamente necesario. Antes de que yo abriese la puerta, la mujer que ayudaba en la casa apareció con una bandeja de comida, su rostro era cálido, me miró con dulzura y me habló de la misma manera, me dijo que mi tía decidió que lo mejor era que comiese en la habitación hasta que me recuperase, al decir aquellas palabras supe en seguida que no eran de todo ciertas ya que bajó el rostro y no me miró mientras hablaba, le agradecí la comida y luego se fue. Quería superar esta parte de mi vida pero ahora estaba segura que me iba a costar mucho más de lo que yo creía ya que mi tía intentaba que siguiera victimizándome  por lo ocurrido.  Durante los tres días siguientes apenas pude salir de mi habitación, me tenían escondida del mundo como si yo hubiese cometido un delito atroz o fuese una apestada. Ya no podía seguir así, no solo me estaba volviendo loca pensando en lo ocurrido, también me hacían sentir que toda yo era una vergüenza para este mundo y no pensaba permitirlo. La noche anterior les dije que no pensaba quedarme encerrada para siempre en esta habitación mientras fuera de estas paredes había todo un mundo por vivir, aunque fuese una vida de mierda, necesitaba salir y seguir con mi vida ya que no estaba dispuesta a que nadie más me la hundiesen por completo, no me habían matado después de todo así que tenía una segunda oportunidad de vivir y pensaba hacerlo. Esa mañana me vestí para regresar al colegio, mis tíos les había dicho que estaba enferma y les entregaron un papel que lo corroboraba firmado por un médico. En estos tiempos donde se controlaba todo no ir al colegio podía ser motivo de rebelión, así que si se faltaba más de dos días sin un motivo justificado los profesores y el director del colegio tendrían la obligación de notificarlo ante las autoridades, estos últimos  eran los encargados de descubrir el motivo de esa ausencia en las aulas. Me miré en el pequeño espejo que tenía en la habitación y las marcas aún seguían presentes en mi rostro, las de mi cuerpo podía perfectamente camuflarlas pero el ojo morado y el labio un poco menos hinchado que días atrás no les pasaría desapercibido para nadie, aún no estaba segura de lo que diría si alguien me preguntase por mi ausencia o por esas marcas pero no pensaba darle a Julio la satisfacción de verme hundida, el brazo apenas me dolía, solo una pequeña molestia cuando lo levantaba. Estaba cruzando el pasillo cuando casi choco con mi tía, me miró con cara de asombro y me preguntó que estaba haciendo, cuando le dije que pensaba ir al colegio puso cara de horror.
_ ¿Te has visto el rostro?, ¿qué les dirás cuando te pregunten cómo te has hecho eso?, además tienes permiso del doctor para ausentarte del colegio durante una semana.   
La miré a los ojos, no pensaba dejar que me humillase nuevamente, ya estaba cansada de aquel encierro, solo servía para deprimirme aún más en aquella habitación.    
_ ¿Qué más da esperar una semana que tres días?, lo que me ocurrió no va a cambiar, y si es por las marcas siempre puedo mentirles ¿verdad?    
Parecía que mis palabras no le convencieron mucho porque seguía delante de mí impidiéndome dar un solo paso.     
_ ¿Es que no has tenido suficiente?, te quedarás en tu habitación hasta que nosotros lo decidamos, recuerda que sigues estando a nuestro cargo y debes cumplir con nuestras normas.    
Intenté protestar pero no fui capaz, en parte porque ella tenía razón, vivía en su casa bajo sus leyes, normas o como quisiera llamarle y eso era así hasta que cumpliese la mayoría de edad o me casase y lo último estaba segura de que no iba a ocurrir. Pensar en vivir casi en cautiverio hasta que cumpliese los veinte años hacía que tuviese dolor de tripas. De nuevo me vi encerrada entre aquellas cuatro paredes que era mi habitación. Los días pasaban lentos y lo único que yo quería era que acabase cuanto antes aquel encierro y volver a las clases, me había mentalizado, preparado para ese día, sabía que no iba a ser fácil pero mantendría la cabeza alta, no pensaba acobardarme frente a nadie y menos con Julio, solo necesitaba tener las fuerzas suficientes para llevarlo a cabo. Las heridas poco a poco iban desapareciendo. Un día antes de mi regreso a la escuela mi tía me permitió  comer con ellos, después de la comida mi primo se fue a su habitación y yo me quedé a solas con mis tíos, dijeron que querían hablar conmigo, pensé que sería por mi pronta vuelta al colegio pero nunca me imaginé que sus planes fuesen otros. Me dijeron que habían escrito a una prima de mi tío y que ya le había llegado  la respuesta, querían que yo me fuese a  vivir con ella y su marido durante una temporada hasta que obtuviesen todos los papeles para que yo me pudiese casar. Aquello me cogió por sorpresa, no estaba muy segura de lo que estaba escuchando, así que les pregunté.     
_ Espera, ¿casarse quién?   
Mi tía como siempre fue la que habló.    
_ Sé que parece precipitado pero créeme cuando te digo que es lo mejor para ti.  
Yo no sé como describir aquel momento, estaba como anonadada, desconcertada.   
_ ¿Mejor para mí?, ¿es que te has vuelto loca?,  ¿quién te crees para decidir así sobre mi vida?   
Esta vez fue mi tío quién habló.    
_ No le hables así a tu tía, está haciendo esto por tu bien.  
Me eché un par de carcajadas irónicas antes de contestar.   
 _ ¿Mi bien?, ¡a vosotros os importa un pimiento mi bien!, ¿Desde cuándo os ha importado que yo esté bien?, lo único que os interesa es vuestro propio bienestar, así que esa no cuela, ¡cuéntame otro cuento caperucita!    
Creo que esas palabras hicieron cabrear a mi tía porque golpeó con fuerza la mesa y me miró desafiante.   
_ ¡Ya está bien, harás lo que nosotros te digamos!, te recuerdo que aún sigues bajo nuestra tutela y mientras siga así nos obedecerás.   
No tenía intención de cumplir con su palabra, ¡ni siquiera sabía quién era la persona con la pretendían casarme! Me fui a mi habitación y me senté en la cama unos segundos luego caminé de un lado para otro del cuarto, volví a sentarme y así sucesivamente, estaba demasiado alterada para quedarme quieta en un sitio. Al poco rato entró mi tía y su primera pregunta era si ya estaba más tranquila, como no le respondí se sentó en una silla y me habló de la decisión que tomaron ella y su marido. Según mi tía aquí ya no estaba segura, ¿segura de qué?, me había preguntado yo, ¿tal vez segura de que nos le causaría a ellos más vergüenza?, me dijo que les había contado a la familia de su marido mi situación y que a pesar de ello el cuñado de su prima estaba dispuesto a casarse conmigo. Yo no sabía si reírme de la situación o llorar, me parecía todo tan surrealista, le dije que no me pensaba casar y  mucho menos con una persona que no conocía. Entonces fue cuando me habló de él,  Tenía cuarenta y nueve años  y fue un maravilloso marido con su mujer hasta que ésta falleció cuando daba a luz a su primer hijo, pasó muchos años solo y deprimido y ahora estaba dispuesto a ayudarme con mi problema cansándose conmigo siempre que le prometiese darle hijos. Con cada palabra que esa mujer me decía porque ya no podía pretender que la llamase tía después de lo que tenía preparado para mí yo me sorprendía más y más, le dije que jamás me casaría con él y que antes preferiría la muerte. Sus siguientes palabras me dejaron helada, me dijo que eso sería lo que me ocurriría si seguía negándome a casar con aquel hombre.
 

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