Semana ocho, semana nueve y semana diez ( tercera parte)

5 3 0
                                    

Salí de aquel lugar asegurándome que no hubiese nadie, la policía seguía buscando pero lo hacían de manera más calmada. No tenía muchas opciones a donde ir pero después de caminar un rato y viendo como alguna gente se me quedaba mirando no tuve otra opción que buscar cobijo en alguna parte, si me robaban la mochila después de todo lo que había pasado entonces estaría perdida, además de nuevo empezaba a encontrarme mal. Mi única opción fue entrar en la pensión que cogimos cuando llegamos a la ciudad, necesitaba de al menos tres días para recuperar algo de energía y salir de la ciudad. Una vez dentro el mismo anciano que nos atendió la otra vez en la que estuvimos en este lugar fue el que me miró sorprendido cuando le pedí una habitación a ser posible en la planta baja, supongo que sabía que me había visto con anterioridad. Aunque intentaba parecer calmada y caminar como si no me fuese la vida en ello creo que fallé en el intento. Me enseñó la habitación que no se diferenciaba mucho  de la que había estado la primera vez en el piso superior y luego cerró despacio la puerta. Había una cama con una manta a cuadros y algo desgastada, también una pequeña mesilla de noche con un candil encendido encima de ella, también podía verse al fondo una silla vieja y a su lado una pequeña mesa de madera envejecida. Me acerqué a la ventana y observé el exterior, seguía lloviendo pero ahora el viento y la lluvia se habían calmado un poco, no había gente moviéndose por los alrededores todo parecía silencioso y desértico, golpearon la puerta y de nuevo apareció el hombre con un cuenco grande de agua limpia, la dejó sobre la mesa y luego se fue deseándome unas buenas noches. Me senté en la silla, me sentía cansada y algo mareada, intenté quitarme la bala que seguía en mi muslo, primero limpié la herida con uno de los paños robados en el almacén, la lavé con agua y el pequeño trozo de jabón que se encontraba al lado del cuenco, luego la sequé muy bien e hice lo mismo con el cuchillo, solamente había insertado un poquito la punta del arma cuando sentí un fuerte dolor, dejé de intentarlo durante unos segundos, cuando volví a coger el arma el sudor y la fiebre vagaban libremente por mi cuerpo, esta vez introduje un poco más el cuchillo, la sangre empezó a resbalar por mi pierna y el dolor se intensificó, no recuerdo muy bien el momento en el que me desmayé pero cuando desperté me encontraba nuevamente en mi cama y al lado estaba una mujer anciana de estatura media, la misma que vi la primera vez que llegue a este lugar, posiblemente la mujer del hombre que me recibió. Tenía un paño mojado en sus manos que luego puso sobre mi frente, un pequeño escalofrío recorrió mi cuerpo, intenté levantarme pero ella me lo impidió, miré hacia el frente, un hombre de unos treinta o treinta y pocos años se paseaba nervioso por la habitación, me miró unos segundos y luego habló con voz preocupada.
_ ¿Así que tú eres la chica que está buscando la policía?
Volví a intentar levantarme y nuevamente aquella señora no me dejó, yo tenía miedo de que me delatasen, no podía haber llegado tan lejos para ahora acabar detenida y sin opciones de ayudar a Mauro y a los demás. Quería gritarle que por favor no me entregase a la guardia que me iría en cuanto me encontrase mejor, ahora sentía que estaba a punto de desmayarme nuevamente. Aquella mujer me hizo tomar una especie de brebaje caliente que sabía a mil demonios, quería convencerlos de que yo era buena persona y lo que tenía en mi mochila era por una causa justa, ¿mi mochila, en donde estaba mi mochila? Esta vez nadie pudo impedirme levantar medio cuerpo de la cama, miré hacia donde había dejado la mochila y suspiré cuando la vi allí, también eché un vistazo a mi rodilla, tenía un vendaje alrededor del muslo, limpio y bien hecho. El hombre habló de nuevo.
Te saqué la bala que tenías en el interior pero tu pierna sigue infectada.
Quería darle las gracias y decirle que no se preocupase por mi estado que me marcharía y no causaría problemas, no necesitaban llamar a la policía  pero después de luchar para que mi mente y mis ojos no se cerrasen me di por vencida. Cuando desperté aquellas dos personas ya no se encontraban en la habitación, en su lugar había un par de ojos mirándome furiosos, aquella era la última persona con la que deseaba encontrarme en esos momentos, su voz aunque parecía calmada se notaba llena de ira.
_ Cuando me dijeron que te encontrabas aquí no podía creérmelo, ¿joder cómo se te ha ocurrido semejante gilipollez, es que te has vuelto loca?
Me dijo mientras sujetaba en su mano la mochila y me enseñaba parte de lo robado.
_ ¿Cuál es tu problema?, conseguí las medicinas y también dinero, deberías estar dándome las gracias no gritándome así.
_ ¿Las gracias?, te largaste del lugar sin decirnos nada, llegaste aquí  a la ciudad más cercana de nuestro campamento y robaste todo esto sin consultarlo con nosotros y casi te matan, ¿aún crees que debo darte las gracias?
_ Necesitábamos las medicinas para llevarlas al campamento, además Mauro aún no está fuera de peligro, debemos llevarlas inmediatamente.
_ ¿Mauro?, ¿es por él por lo que has hecho todo esto?, así que arriesgaste tu vida  y la de todo el campamento solo para salvar  la de él, al parecer nadie más te importa en este mundo ¿no es cierto?
_ ¡Estas equivocado, por supuesto que Mauro me preocupa!, pero necesitabais medicamentos y yo sabía donde conseguirlos.
_ ¡Y por eso decidiste ir tu sola y hacer de heroína!, no te creo, solo lo has hecho para salvar a tu querido Mauro,  parece ser que no es cierto lo que le contaste aquella noche en la que le dijiste que no estabas enamorada de él. ¿Aún no te has dado cuenta de lo que significa robar cerca del lugar donde tenemos nuestro asentamiento? Es peligroso, significa más presencia policial en la ciudad y alrededores y más desconfianza con los campamentos que se encuentran alrededor de la ciudad.
Iba a contestarle ya con mis últimas fuerzas porque estaba intentando no perder de nuevo la consciencia cuando entró Liam y sonrió al verme.
_ Me alegra verte Vera, por fin has despertado.
_ Gracias, por lo menos tú estás contento de verme.
Liam miró a Bastian que aún parecía seguir cabreado y luego volvió a hablar.
_ He estado inspeccionando la zona y parece que todo  está en calma, aún así no nos confiemos pero creo que no tendremos problemas para regresar, he conseguido el carruaje para llevarla hasta el campamento.
Yo no estaba muy segura de que Bastian quisiese que regresase al campamento e hice un último esfuerzo para recobrar energías y hablar de nuevo.
_ No creo que yo deba ir con vosotros, tal vez deberías regresar solos con la mochila, ahora lo único que importa es llevar esas medicinas al campamento antes de que no las quiten, los antibióticos se estaban agotando, ahí hay más para que puedan dárselo a Mauro. 
Escuché un gruñido que venía de la boca de Bastian luego todo a mi alrededor volvió a oscurecerse. Cuando volví a abrir los ojos me encontraba en el carruaje, Liam cabalgaba cerca de mí en un caballo marrón, me sonrió en cuanto abrí los ojos y yo intenté hacer algo parecido, Bastian guiaba el caballo que llevaba el carruaje, no echó la vista atrás y tampoco dijo nada, algo que agradecí porque la cabeza me dolía un montón al igual que mi pierna.
_ Pronto llegaremos a casa pequeña y te sentirás mejor ya lo verás.
Asentí con mi cabeza antes de cerrar nuevamente los ojos. No tenía ni idea de lo cansada que estaba ni de cuanto había dormido pero cuando volví a despertar ya me encontraba en el campamento y en la enfermería, estaba acostada en una de las camas, alguien me había sacado la falda y el jersey dejándome solo con la ropa interior luego me taparon con una gruesa manta.  La tela de la puerta de la tienda se encontraba ligeramente levantada para que pudiese entrar algunos rayos de sol, a mi lado se encontraba Fernando que me sonreía mientras observaba mi estado.
_ ¿Cómo estás?
_ Como si pasase una manada de búfalos  por encima de mí cuerpo y me pisotearan una y otra vez.
_ Han hecho un buen trabajo quitándote la bala pero la herida sigue aún infectada por eso tu fiebre sigue activa, intentaremos darte unos antibióticos para que te baje la infección.
_ ¡No por favor!, los medicamentos son para Mauro y para cuando se necesiten de verdad, yo estaré bien, no los he robado para que ahora se gasten en mí.
_ No te preocupes por eso, hay más que suficientes para una temporada, unas tres o cuatro pastillas no van a significar nada. Por cierto gracias, aunque no tendrías que haber corrido ese riesgo.
_ No ha sido para tanto, quería compensar un poco lo ocurrido con la mercancía perdida.
_ No ha sido culpa tuya, debiste decirnos lo que planeabas hacer y no arriesgar así tu vida, todos te hubiésemos apoyado.
_ No estoy muy segura de ello, Bastian no parece muy contento que digamos.
Iba a hablar cuando entró corriendo María y se acercó a mí para abrazarme, se notaba alegre y aquella alegría suya me contagió.
_ ¡Estás viva gracias a Dios!, todo el mundo creía que te habían secuestrado o te habías largado para vender nuestros secretos al mejor postor, algunos siguen pensando lo peor de ti pero da igual, ahora que saben lo que has hecho tendrán que comerse sus palabras.
_ ¿Y qué hice yo?
Dije con voz baja aún cansada por las continuas subidas y bajadas de temperatura de manera intermitente.
_ Has traído todo un botín, cuando Elena y los demás regresaron al campamento todos preocupados porque no aparecías por ninguna parte a pesar de llevar un rato buscándote y llamándote, Liam y Bastian fueron en tu busca, lo único que encontraron fueron las huellas de tus botas alejándose del campamento, algunas estoy seguro que se alegraban de no volverte a ver, pero Liam y Bastian cogieron los caballos y las armas y se fueron para traerte de vuelta, no supimos nada de ellos hasta que aparecieron contigo inconsciente, nos contaron que te habían pegado un tiro mientras robabas medicamentos para el campamento, creo que te has convertido en toda una heroína.
_ No digas eso, no he hecho nada importante, traje esos medicamentos para la recuperación de Mauro y para quien lo pueda necesitar, he visto que hay personas mayores que también necesitan medicarse, espero que algunas de esas medicinas le sirvan de algo, ¿qué tal está Mauro?
_ ¡No te lo vas a creer pero esta mañana se ha despertado sin fiebre!, ¿adivina por quien ha preguntado primero?, por ti, quería saber cómo estabas, la última vez que te vio fue en el enfrentamiento con aquellos ladrones.
Intenté levantarme para ir a su lado pero me mareé y volví a recostarme.
_ ¿Qué haces, quieres desmayarte a medio camino? Le dijimos que estabas bien pero que habías ido a la ciudad con Bastian y Liam y que regresarías pronto.
_ ¿Quién está cuidando de Mauro?
No me respondió porque apareció Bastian, María se puso nerviosa y luego se despidió de mí para salir de la tienda rápidamente, al parecer ese idiota seguía enfadado y lo pagaba con quien se cruzase en su camino, yo no estaba de humor para seguir peleando con él.
_ Si vienes de nuevo a por un nuevo duelo lo siento pero no estoy de humor para pelearme contigo, tendrás que buscarte otra persona a la que dirigir tus ataques.
_ Quería saber como te encuentras.
Giré un poco mi cabeza para ver su rostro, estaba confundida, desconcertada, lo miré a los ojos antes de preguntarle.
_ ¿Tú siendo amable conmigo?, creo que estoy sufriendo nuevamente de alucinaciones.
_ A veces el ogro malo también puede ser amable.
Me puse roja como un tomate, esperaba que Bastian pensase que era por la fiebre que volvía a subirme otra vez, porque  me tocó con su mano mi frente y mi rostro, aquel gesto hizo que me estremeciese aunque no estaba segura de si era por su contacto o por la temperatura corporal, me pidió que tomase un analgésico pero le dije que no con la cabeza, aun seguía sin poder hablarle después de que hubiese descubierto como lo llamaba secretamente, ¿cómo pudo averiguarlo? Cogió una pastilla e intentó dármela con un poco de agua, le dije que no, que no la necesitaba.
_ Ya me ha contado Fernando tu negación para consumir las medicinas que casi te cuestan la vida, piensa que yo terminaré echándotelo en cara.
Se acercó un poco más a mi rostro y me susurró.
_  Pero esta vez lo voy a pasar por alto.
No entendía porque con él mi cuerpo se ponía en aquel estado cuando se acercaba, me dio de nuevo la pastilla y el vaso de agua, me lo tragué de inmediato y cerré los ojos, quería que se fuese porque su cercanía me ponía nerviosa.
_ Nos vemos luego, trata de no causarle muchos problemas a Fernando.
Cuando abrí los ojos María estaba a mi lado, me traía un plato de comida y a pesar de no tener mucha hambre me obligó a comerlo, sentía que la fiebre ya se había ido pero ahora necesitaba recuperar las energías, vino a verme algunos chicos de los de mi grupo habitual, también lo hizo Lía, estaba contenta de que Mauro se empezase a recuperar, mientras hablábamos de él sentí que aquella chica estaba enamorada de mi amigo, no estaba segura  de si me alegraba o me ponía celosa creo que ambas cosas eran en aquel momento irrelevantes. También tuve la ocasión de pedirle perdón a Elena por lo que había hecho, me perdonó pero me dijo que tardaría un tiempo en poder confiar nuevamente en mí, le dije que me parecía bien y que haría todo lo posible por recuperar su confianza. Cuando un paciente se quedaba en enfermería Fernando hacia guardia y se quedaba también él para vigilarlo, le dije que no hacía falta y que se fuese con su esposa a dormir, si lo necesitaba tocaría la campana que estaba a mi lado, no muy convencido se marchó a unas de las tiendas que estaban a unos metros de la enfermería con su mujer. Unos minutos después apareció Clara, la había visto a la mañana solo un rato porque tenía algunas cosas importantes que hacer y no podía quedarse mucho tiempo. Le hablé de lo ocurrido porque la seguía viendo como una madre para mí, ella se mostró contenta.
_ Puedes seguir contándome todo lo que quieras y necesites pero si vuelves a ocultarme algo que vuelva a poner en peligro tu vida dejaré de convertirme en una madre para ti y me comportaré en una tirana y créeme, soy mucho peor que Bastian.
Me sonrió y luego acercó el quinqué más cerca de mí porque sabía que la oscuridad me aterraba, me dijo si quería que se quedara conmigo cosa a la que me negué, que estaba bien y que seguramente de lo cansada que me encontraba dormiría toda la noche de un tirón, le pedí que le dijese a Mauro que lo vería por la mañana.  Me quedé otra vez  dormida y cuando desperté mis ojos no podían ver la luz, todo estaba a oscuras, alguien se había llevado el farolillo, me asusté, empecé a temblar y las pesadillas se movían lentamente por mi cuerpo para luego entrar en mi mente, intentaba tranquilizarme recordando en donde estaba y mantenía aun a raya mis respiraciones, en mi cabeza resurgieron las palabras de Saúl, “no soy el único que tiene ganas de encontrarte, Julio también tiene muchos deseos de verte”, mi respiración se desbocó y empecé a sentirme mal, intenté buscar la lámpara y acabé tirándola a suelo, entonces escuché un ruido, allí había alguien conmigo y se estaba acercando, la oscuridad, Julio y Saúl acercándose a mí, grité mientras me echaba en el suelo y me encogía sobre mi misma temblando de miedo, alguien había tocado mi hombro. Me eché más hacia atrás pegándome a la pared, la pierna me dolía debido a la rapidez con la que había saltado de la cama, tenía la sensación de que me había clavado algo en el pie,
_ ¡No, la luz, la luz!
Alguien había vuelto a encender una lámpara de aceite, mientras la acercaba a mi rostro.
_ Tranquila estás a salvo.
Miré hacia donde provenía la voz, Bastian me estaba mirando preocupado, sostenía la lámpara pero no se había intentado acercar más a mí, yo solo tenía puesta mi ropa interior y Bastian me entregó rápidamente la manta que había caído al suelo, me cubrí el cuerpo con ella con manos temblorosas, luego mi respiración empezó a recuperar su ritmo normal aunque seguía sin querer moverme del lugar en el que estaba, Bastian no dejaba de observarme hasta que su mirada se posó en mis extremidades inferiores y que no había podido cubrir en su totalidad con la manta.
_ ¡Mierda, joder, no te muevas, te has clavado un cristal en el pie, ahora mismo vuelvo!
Se fue hacia la caja en donde guardaban el material quirúrgico y regresó a mi lado con una pinza y antiséptico. Se sentó a mi lado pero lejos de los cristales que aún seguían en el suelo y luego muy suavemente me agarró la pierna, aquel contacto hizo que me estremeciese, me quitó el cristal que aún seguía clavado y luego lo limpió y lo cubrió con un pequeño vendaje, también descubrió un pequeño hilillo de sangre resbalar por la pierna y levanto un poco la manta, intenté impedírselo pero me dijo que solo quería ver la herida y que si no me sentía cómoda estando con él que llamaría a Fernando, al final le dejé hacer, era la primera vez que me trataba de esa manera tan amable. Por suerte no había ocurrido nada grave, solo se habían soltado unos puntos al bajar de la cama. Después de recoger los cristales del suelo nos sentamos en un banco, quería saber el motivo por el que había reaccionado de aquella manera. Por lo visto al no encontrar a Fernando en la enfermería y verme allí sola decidió quedarse por si necesitaba algo, como vio que dormía apagó el farolillo creía que así conciliaría mejor el sueño. Le dije que me asustaba la oscuridad, cuando me preguntó el motivo no me sentí preparada para decírselo, entonces volvió a preguntarme  como había conseguido pasar las noches en la cueva, le expliqué más o menos como superé las primeras noches en las que llegué a este lugar.
_ ¿Y tus pesadillas tienen algo que ver con el tipo aquel del callejón y con ese tal Julio, el tío que mencionó antes de pasar a mejor vida?
Bajé mi mirada y con un gesto le dije que sí aunque no le contaría lo que había ocurrido, era demasiado vergonzoso y humillante para hablarlo con él. Estaba segura que Bastian de alguna manera lo presentía, sabía algo. Acercó la palma de su mano a mi rostro y lo acarició lentamente, sentí como de nuevo un leve escalofrío recorría mi cuerpo, Bastian me pidió perdón y apartó su mano.
_ Te pido perdón por cómo te he tratado, siento ser tan brusco contigo, pero créeme que esa es la única manera de protegerme y de protegerte a ti.
_ ¿Protegerme de qué?
Terminé por preguntarle yo, los dos estábamos muy cerca uno del otro, una suave luz cubría el espacio en el que nos encontrábamos, nos miramos a los ojos, su mirada era muy distinta a la de las otras veces e incluso la manera de hablarme, un rato después bajo la vista y me dijo que era tarde y que necesitaba descansar, no insistí en la pregunta, si él no quería responderme estaba en todo su derecho, yo también le ocultaba algún que otro secreto. Me metí en la cama y le deseé buenas noches, me sonrió y aquella hermosa sonrisa hizo que miles de mariposas volasen desbocadas por mi vientre, luego acercó un poco más la luz a mi cama pero asegurándose que no pudiese tirarla y luego se fue. Aquella mañana después de que el médico me preguntara como podía haberme hecho una nueva herida y de observar que estaba bien me fui a ver a mi amigo, desde mi vuelta no lo había visto y tenía unas ganas enormes de charlar un poco con él ahora que empezaba a recuperar su conciencia. Cuando llegué Clara estaba a su lado dándole de beber una de sus pócimas milagrosas, al verme me sonrió, me tendió el tazón y me pidió que  yo siguiese con su  trabajo, Mauro tenía mejor aspecto, aun no había recuperado su color habitual y estaba más delgado de lo que recordaba pero sus ojos estaban abiertos y me mostró una sonrisa antes de hacer un gesto de dolor.
_ He echado de menos tu rostro, ¿dónde estabas?
_ Lo siento, tuve un pequeño incidente y no he podido venir antes pero ahora me tendrás aquí y no pienso moverme hasta que te recuperes de todo o acabes echándome por pesada.
_ ¿Ese incidente tiene que ver con tu forma de andar?, cojeas y te apoyas en ese palo de madera, ¿qué te pasó?, ¿te has metido en un nuevo lio? Sabía que podía ocultárselo un poco más pero nos prometimos contárnoslo todo y no quería que terminase sabiéndolo por otros, además la verdad podría tergiversarse en boca de otras personas. A medida que le soltaba lo de mi aventura a la ciudad en busca de medicamentos su cara se volvía un poco más seria y preocupante, intenté quitarle hierro al asunto pero Mauro empezaba a conocerme demasiado bien. Fue un alivio habérselo contado en aquel momento que apenas tenía fuerzas para abroncarme y para cuando se recuperase seguramente ya se le habría olvidado. Mientras me decía lo irresponsable que era y que en cuanto estuviese de nuevo en forma no me perdería de vista en ningún momento apareció Bastian, nos observó a los dos y aunque su rostro y su mirada parecía más calmada y no tan fría como en otras ocasiones no tenía nada que ver con la cara que me había mostrado la otra noche. Después de comprobar el mejoramiento de su primo me pidió hablar un momento afuera de la habitación, salimos en silencio. Me habló de que solo los hombres con familia, y los heridos como Mauro o en circunstancias meteorológicas extremas los varones dormían en la cueva, el resto siempre dormían en las tiendas de campaña y las mujeres solían dormir dentro, en la cueva, eran pocas veces las que se permitían dormir en el exterior con los hombres pero que si estaba más cómoda dormir en el exterior me asignarían una tienda de campaña y podría dormir allí, así no tendría problemas con mis compañeras de habitación, le di las gracias y le dije que me lo pensaría pero que por ahora preferiría dormir en la habitación con Mauro hasta que se hubiese recuperado. Su rostro mostró una mueca de desagrado pero no dijo nada luego se fue y yo regresé al lado de mi amigo.

TABSAVITDonde viven las historias. Descúbrelo ahora