Llevábamos poco tiempo en el hospital cuando llegaron varios cuerpos policiales todos armados con rifles y escopetas, todo el mundo empezó a asustarse, los dos médicos que había en el lugar intentaba calmar a las personas pero era inútil, en el momento en que los policías se llevaron a algunas personas y las arrinconaron en una esquina mientras otros de sus compañeros los apuntaban con las armas todo se volvió un caos y la gente empezó a huir y querer esconderse o escapar al exterior y entre gritos y disparos me vi alejada de Liam, algunas personas me empujaban con ellas hacia la salida, me caí y me levanté rápidamente antes de ser aplastada por varios pares de pies, vi a unos metros de mi como Liam me estaba buscando, era una suerte que fuese alto y fuerte, cuando llegó a mi lado me susurró que aquel era un buen momento para robar la mercancía. Corrimos en dirección contraria haciendo un verdadero esfuerzo en llegar a la zona de las escaleras que llevaban al sótano, una vez allí el policía que se encontraba unos minutos antes ya no estaba, bajamos los escalones y después de abrir dos puertas dimos con los medicamentos, estaban encima de unos armarios blancos y sin abrir, unos lotes encima de otros. Teníamos que coger unos cuantos y escondernos hasta que el caos desapareciese, Liam me dijo que vigilase el pasillo y cuando me disponía a hacerlo dos policías armados cruzaron la puerta y dirigieron las armas hacia nosotros. Sabía que Liam no dudaría en luchar con ellos por su vida si estuviese solo pero yo también estaba allí y no pensaba correr el riesgo de que acabasen con la mía también. Nos llevaron hasta un grupo de hombres y mujeres que estaban en una sala pequeña y vacía y obligaron a los doctores a examinarlos uno a uno, necesitaban saber cuántas de las personas que habían detenido no tenían síntomas de gripe, y luego de explorarnos a todos nos quedamos solo ocho de una veintena de gente, por suerte a los que presentaban síntomas los dejaron ir sin más, ¡ojalá Liam y yo hubiésemos estado en ese grupo!, aunque temía que a nosotros no nos tratarían de la misma forma, nos habían descubierto robando medicamentos, era una suerte que aún estuviésemos vivos. Nos esposaron a todos y luego nos ataron unos a otros para impedir que algunos se escapasen, si lo hacían entonces tendría que llevarse con él a los demás. Nos hicieron caminar deprisa, Liam seguía a mi lado, vimos a lo lejos a Gary, no sé estaba pasando por la mente de nuestro amigo pero Liam le hizo un gesto de negación con la cabeza y Gary volvió a esconderse. Nos llevaron hacia un carruaje cerrado con barrotes, aquello parecía una enorme jaula para osos, dentro había cinco personas, una chica, un niño joven de unos doce o trece años de color, ¿qué hacía aquel chico allí? Y tres hombres, dos parecían tener unos pocos años más que Liam y el tercero se veía mayor de unos cincuenta o sesenta años, nos subieron en el carruaje, un hombre corpulento y alto intentó golpear a unos de los guardias, cogieron una de las barras de hierro que había en un lateral y lo golpearon varias veces, cayendo al suelo y con él las dos personas más cercanas que estaban unidas por la gruesa cuerda. Liam intentó cubrirme con su cuerpo para que yo no terminase también en el suelo golpeada. Una vez dentro y después de encerrar a más personas en aquel pequeño habitáculo cerraron con llave la puerta de aquella jaula cubierta de barrotes y luego de colocar dos caballos para que cargasen con la carreta en forma de jaula y llena de seres humanos se pusieron en marcha. La gente les preguntaba porque los habían detenido si no habían hecho nada, también querían saber a dónde nos llevaban y qué querían de todos nosotros. Aquellos policías y guardias no decían nada, no hablaban solo se subieron a sus caballos y nos escoltaban, dos iban delante y cuatro en la parte de atrás. Escuchamos unos disparos y uno de los policías cayó herido del caballo, todos saltaron de los animales y se pusieron a cubierto detrás de nosotros, convirtiéndonos así en una barrera humana, la gente les gritaba y les tiraban piedras, lo suficientemente grandes para que no entrasen en la jaula y no nos hiriesen, también se escucharon disparos por parte de la policía, Liam estaba conmigo sujetándome la cabeza para que no me moviese y me mantuviese agachada. Luego se oyó un disparo y un grito de un hombre, al girar la cabeza lo vi a unos metros de mí con un disparo en el pecho y la sangre manchando su ropa y el suelo de la jaula, las demás personas se apartaron de él mientras aplastaban con sus cuerpos a los demás, la gente se quejaba y estaba muerta de miedo. Un policía gritó que si no los dejaban marchar acabaría con todas las personas que había en el carruaje, los disparos cesaron y los guardias y otros miembros de la seguridad caminaron detrás del carruaje mientras avanzaba hacia las afueras de la ciudad, luego una vez fuera de la zona de peligro se subieron a sus caballos, eso sí no dejaron de tener sus armas preparadas por si aparecían rebeldes, como ellos los llamaban. No podíamos preguntarles nada, ni hablar entre nosotros, cada vez que alguien lo intentaba cogían una de las barras largas de hierro y nos golpeaban con ella. El hombre muerto seguía allí, el chico de menos edad y que se encontraba metido en la jaula cuando nos llevaron hasta ella lo había mirado unos segundos y luego giró su cara hacía Liam, mi amigo lo tranquilizó e impidió que volviese a mirar a aquel hombre muerto en el suelo de la jaula hablándole de cosas que captasen su atención aunque eso significase recibir algún golpe con la barra de hierro, el chaval ya estaba bastante asustado y necesitaba tranquilizarse o aquellos hombres podrían hacerle daño. No tenía ni idea de porque nos habían metido en aquella jaula ni que querían de nosotros, tampoco sabía a dónde nos llevaban pero de lo que sí estaba segura era de que cada vez era mayor la distancia que había entre nosotros y el campamento y por primera vez desde que entré a formar parte de esa enorme familia tenía miedo de no volver a verlos. ¿Qué pasaría con María y con los demás enfermos?, ¿regresarían a casa Mauro o los demás o les había ocurrido algo parecido por lo que estábamos pasando nosotros?, ¿qué harían cuando se enterasen de nuestra detención?, ¿y Gary se habría marchado ya al campamento o seguía en la ciudad? Había muchas preguntas que quería decirle a Liam pero todas ellas no tendrían una respuesta fácil. Pasamos días metidos en aquella jaula, ni siquiera se nos permitía salir de ella para hacer nuestras necesidades, tendríamos que hacerlas allí mismo, nos trataban peor que ganado, para los hombres parecía que les resultaba más fácil porque se bajaban el pantalón y meaban entre los barrotes y tampoco tenían problema en cagar en el piso, pero las mujeres que viajaban en aquel carro que éramos cuatro y de distintas edades, la mayor parecía tener unos cuarenta o cuarenta y pocos años, la otra estaba entre la edad de Liam y la de mi amiga María y yo y otra de las chicas tendríamos más o menos la misma edad, pues para nosotras nos era difícil levantarnos nuestras faldas o bajarnos el pantalón para hacer nuestras necesidades y aguantábamos lo que podíamos hasta que nos lo hacíamos por nosotras, además de incómodo era horrible. El olor que allí había apestaba pero parecía que a algunos hombres aquello no les importaba mucho porque intentaban acercarse a las mujeres para tocarles los pechos y el culo y al parecer cuanto más una se alejaba de ellos más le divertían a ellos. Un hombre alto y algo corpulento con unos años más que Liam se acercó todo lo que pudo a una de las chicas de pechos grandes y empezó a restregarse contra ella, aquella mujer intentó apartarlo e incluso le pegó un bofetón y cuando otros hombres se rieron de él quiso golpearla, por suerte un hombre que estaba unido, atado con la cuerda a aquel horrible hombre, impidió que golpease a la chica con las dos manos que estaban esposadas, le había golpeado en la rodilla con una de sus piernas e hizo que se arrodillada, de pronto salió el lado primitivo de muchos de ellos y empezaron a golpearse, llevándose con ellos a otros hombres que seguían unidos entre sí. Dos de los policías bajaron y con las dos barras de hierro que había en las esquinas de la jaula empezaron a golpearlos, el que se había metido con aquella mujer, escupió a uno de los policías a la cara y dijo que lo mataría en cuanto lo soltase, todos estaban nerviosos y gritaban que los dejasen salir y con sus manos golpeaban los barrotes de la jaula poniendo nerviosos a los caballos. Uno de aquellos policías que tenían la barra se la dio a su compañero al igual que el rifle, cogió la pistola que llevaba dentro de la chaqueta gruesa y disparó al hombre alto y corpulento que se había sobrepasado con una de las mujeres, todos se movieron hacia una de las esquinas intentando protegerse de aquellos desalmados, estábamos tan pegados unos a los otros que apenas respirábamos, Liam me había protegido con su cuerpo. Cuando el carruaje se puso en marcha pude ver a aquel hombre en el suelo con una mancha de sangre en su ropa y resbalando por el suelo del carro, cada vez que hacían un movimiento brusco con la carreta, no emitía sonido ninguno, habían matado a otro hombre y no les habían importado y ahora estaba allí, en una esquina, inerte, mientras lo que iban atados a él intentaban buscar la manera de deshacerse de esas ataduras. El chico joven que viéramos cuando nos llevaron hasta el carruaje estaba observando aquel hombre y no dejaba de mirar su cuerpo rígido por segunda vez, se veía asustado y tembloroso, Liam se puso nuevamente en frente a él impidiéndole que su mirada se dirigiese a ese hombre, le dijo que mirase hacia el exterior y que no dejase de observar cada cosa y cada detalle que luego pudiese recordar ya que en cuanto nos soltase deberíamos recordar el camino de vuelta. Aquellas palabras mantuvieron al chico entretenido durante bastante tiempo, me alegraba de que Liam estuviese allí y no me dejase sola. Los caballos se movían por el día y por la noche y solo cuando estaban exhaustos eran cuando paraban para descansar. En uno de esos descansos sacaron al hombre de la jaula y lo abandonaron en una zanja, ni siquiera se pararon a quemar su cuerpo para no ser devorado por animales. Era bueno que durante la noche mantuviesen los faroles encendidos, lo hacían para poder ver y controlar todo lo que ocurría en el interior de la jaula. Cuando la lluvia aparecía en parte lo agradecíamos ya que hacía desaparecer gran parte del olor que desprendíamos y había en aquella especie de cárcel andante. Unos de los días en el que llovió con fuerza cubrieron el techo del carruaje con una lona impermeable, supongo que no querían que acabásemos todos enfermos o muertos por congelación o algo parecido. Con la comida tampoco eran generosos, nos daban al día a cada uno algo de beber y un mendrugo de pan que el chico más joven el que ahora protegía Liam y qué creíamos que tenía doce o trece años pero que al parecer tenía diecisiete según lo que nos había dicho y se llamaba Hunter, ese chico devorada el trozo de pan con rapidez y se notaba hambriento, por eso yo intentaba esconder un trozo pequeño de mi porción de pan que luego le daba a escondidas al joven. Lo hacía de esa manera porque no parecía ser el único que aquella única comida del día fuese suficiente y no quería que acabasen peleando por ese trozo de pan que yo reservaba solo para él. Nos alejábamos cada vez más de nuestro campamento, yo observaba los lugares como intentando guardarlos en mi memoria para poder recordarlos si algún día nos dejaban libres, aún no habíamos conseguido que nos dijesen a donde nos llevaban y con qué propósito. Uno de los días en el que iba a darle nuevamente una parte de mi pan a Hunter, un hombre de pelo y barba canosa y con una cicatriz que le cubría buena parte de una mejilla me lo quitó y se lo llevó a la boca, le grité que no era suyo y le pegué una patada. Me dijo que si no lo quería cualquiera podía tomarlo y el joven chico del que nos habíamos hecho amigos Liam y yo le contestó que yo tenía derecho a dárselo a quien me diese la gana para eso era mi trozo de pan. Aquel hombre intentó golpearlo y Liam se puso delante, una nueva pelea se originó dentro de aquel habitáculo, demasiados días encerrados sin poder movernos, ni descansar, hambrientos, sedientos y sucios, todos estábamos desesperados e irascibles. De nuevo tuvieron que parar a los caballos y golpearnos con las barras, esta vez el disparo que escuchamos había apuntado hacía el cielo. Nos calmamos todos, mi cintura estaba dolorida por la fuerza de las cuerdas que me movían de un lado para otro cuando mis dos ataduras humanas intentaban huir del caos, una de las atadura era una chica, la que tendría mi edad estaba a mi derecha y se había acercado más a mí, a mi izquierda se encontraba Hunter y luego Liam. Al chico le habían golpeado en la cara y la tenía enrojecida, me sentía mal por él, a Liam le golpearon con la barra y sangraba un poco por la frente. Me eché mis dos manos atada a la cara asustada al verlo así, me tranquilizó diciéndome que estaba bien y que solo había sido un pequeño golpe. Al día siguiente llegamos a una ciudad, algo más grande que la que habíamos dejado, con más habitantes y por supuesto más renovada, con más recursos que las que habíamos dejado atrás. Se veían algunos coches, una estación de tren, casas grandes y lujosas, tiendas, almacenes… se podía decir que el progreso había llegado a aquel lugar, también había mucha más presencia policial. Nada más llegar nos dejaron en el centro de una plaza pequeña y cuadrada y varios de los policías se marcharon dejándonos al cuidado de una minoría de ellos, la gente que pasaba por allí no dejaba de observarnos, parecíamos animales de circo. Al poco rato regresaron otros policías y nos llevaron hasta una posada, por fin nos dejaban asearnos. Las mujeres iríamos las cuatro juntas y en compañía de tres guardias totalmente armados, nos dieron un tiempo más bien corto para que nos lavásemos y nos cambiásemos de ropa, las prendas que encontramos en el baño no eran tan abrigadas como las que llevábamos puestas y estaban bastantes gastadas pero al menos eran limpias. Odiaba desnudarme delante de otras personas aunque esa gente fuese de mi mismo género pero si quería estar limpia no me quedaba de otra. Fue complicado sobre todo si estábamos atadas entre nosotras pero al menos nos habían quitado las esposas. Mi vestido era un poco grande y fue difícil sacar la prenda y ponerme otra con aquel trozo de cuerda alrededor de mi cintura pero al final lo conseguí, lavé mi ropa interior y mi pantalón, lo mismo que mis calcetines y botas. Aunque estaba mojada volví a colocarme mis bragas, me puse por encima mi sudadera que olía a sudor pero me mantenía caliente y enrollé mi otra ropa como si fuese una gran bola mojada y me la llevé conmigo, tal vez necesitaría usarla nuevamente, me puse las botas sin los calcetines mojados y peiné el pelo húmedo. Nuevamente nos pusieron las esposas y esperamos en una habitación cerca de la estación de tren, poco a poco iban llegando los hombres ya aseados, me alegré cuando vi llegar a Liam y a Hunter, estaban limpios y atados los siete hombres juntos. A medida que pasaban las horas y permanecíamos allí encerrados con varios policías armados fueron llegando más gente en carruajes parecidos en el que habíamos estado nosotros. Con todos procedieron de la misma manera, los asearon y luego los metieron en la misma habitación en la que estábamos todos los demás, ya éramos una treintena de personas en esa sala. Escuchamos el ruido del tren y nos hicieron movernos lentamente hacia las vías, una vez que se paró nos metieron en dos vagones distintos, con suerte Liam y el chico estaban unidos por la cuerda y fueron en el mismo vagón, luego hizo lo posible para que yo estuviese con ellos y así sucedió, había otros dos vagones con más personas retenidas por guardias. Subir en el tren significaría que la distancia hasta el campamento se haría mucho mayor y sentía como mi alma se partía en pedazos porque estaba segura que nunca los volvería a ver.
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TABSAVIT
Historical FictionEn un mundo de caos y de destrucción una chica lucha por sobrevivir junto a su mejor amigo Mauro y acaban en un campamento junto a otra gente que también huyen de una vida precaria, allí conoce el amor y el calor de una gran familia pero también e...