Fue todo un shock llegar ilusionados con esperanzas al campamento y no encontrarnos a nadie, fuera no había ni la gran tienda de lona ni nada de lo que habíamos dejado cuando salimos de aquí, las dos barcas seguían en la parte de atrás del edificio más pequeño, yo sabía que no se habrían marchado del lugar en las barcas porque la estación no era la más apropiada y eso me aliviaba. Me fui a la parte donde teníamos los animales y no había rastro de ninguno de ellos tampoco, al entrar en el edificio me encontré con un mensaje, era de Ulmer, ellos también habían estado aquí un par de días antes y al igual que nosotros se sorprendieron de lo que encontraron, iban a seguir el rastro de la gente del campamento y esperaban encontrarlos pronto. Me fui a la habitación y luego a la de Mauro, me extrañaba que él no me hubiese dejado también algún mensaje, yo jamás lo abandonaría y buscaría la manera de regresar, algo había ocurrido con mi amigo para que pensase que no volvería al campamento. Estaba asustada, no saber nada de ellos me preocupaba bastante, Liam intentó tranquilizarme pero al final acabé gritándole diciéndole que él no sabía nada de mis sentimientos por Mauro, me escapé hasta la que había sido mi habitación y me senté en el suelo, mis brazos rodeaban mis rodillas y sentí que mi cuerpo temblaba, intentaba que mis respiraciones volviesen a normalizarse pero era difícil, tenía un ataque de pánico y no sabía como detenerlo. Hunter se acercó a mí y me preguntó si estaba bien, yo no podía contestarle, se sentó a mi lado acompañándome en todo momento por si necesitaba su ayuda, los pasos de Liam se escuchaban lentos en la habitación, no sé lo que se pudieron decir con las miradas pero Hunter se levantó y salió de la estancia. Liam se sentó en frente de mí, durante unos minutos nos mantuvimos en silencio, él observándome y yo calmando mis temores.
_ Sé que estás preocupada por Mauro y los demás, yo también lo estoy pero estoy seguro de que han tenido una buena razón para irse de aquí, también sé que estás disgustada porque no han esperado por nosotros, no pienses ni por un momento que nos han olvidado, sé que no es así, yo conozco bien a la mayoría de las personas del campamento y no se habrían ido sin pensar en nosotros a no ser que fuese por una causa mayor, seguiremos hacia adelante, buscándolos, ya hemos hecho un largo recorrido y ahora no nos rendiremos.
_ Pero Mauro no hubiese abandonado el lugar sin dejarme algunas pistas, estoy seguro de ello, ¿y si le ha ocurrido algo?, ¿y si llegamos demasiado tarde?, tú tenías razón Liam tal vez nunca más lo vayamos a ver.
De nuevo las respiraciones irregulares se reactivaron otra vez, Liam se acercó un poco más y acarició mi cabeza, sentía que en cualquier momento me pondría a llorar, yo que me había prometido derramar ninguna lágrima más después de la muerte de mis padres en los últimos meses no hacía más que mostrar mi vulnerabilidad y lloraba casi continuamente. Liam me abrazó y yo me dejé rodear por sus brazos porque necesitaba no romperme de todo. Una vez que nos calmamos regresamos al lado de Hunter, aquella noche la pasaríamos allí y luego seguiríamos buscando a nuestra gente con más ganas. Me acerqué a las tumbas de Lía, el pequeño Rafael y mi amigo y casi un padre para mí Amador, me dio un vuelco el corazón cuando vi otra tumba a su lado, ¿de quién era, a quien pertenecía? Grité el nombre de Liam y casi sin pensarlo empecé a desenterrar con mis manos, aquel trozo de tierra. Liam me agarró con sus brazos y me apartó de allí, yo intentaba alejarme de él y regresar a aquella tumba, tenía que saber quién era la persona que se encontraba allí, ¿y si era Mauro?, sabía que los cuerpos se quemaban pero siempre quedaba algunos rastros que podían darnos pistas de a quién pertenecía la tumba.
_ ¡Déjame Liam! , ¿y si es Mauro quién está enterrado ahí?
_ ¡Tranquilízate Vera!, a los muertos hay que dejarlos tranquilos, además así no vas a averiguar nada, olvídalo, necesitas guardar tus energías para seguir nuestro camino y encontrarlos cuanto antes, ellos son los únicos que pueden darte las respuestas que buscas.
Aquella noche nos quedamos a dormir en la que había sido la habitación de Mauro y de dos chicos más, las horas pasaban despacio y el amanecer no llegaba, mi cerebro no dejaba de hacer un montón de preguntas y sobre todo me tenía en vilo saber de quién era la última tumba enterrada en aquel trozo de tierra. Aunque aquellos pensamientos eran un poco crueles no deseaba que allí estuviese alguno de mis amigos, me hice más amiga de unos chicos que de otros por eso casi siempre estábamos los mismos en el grupo y me destrozaba pensar que cualquiera de ellos fuese la persona que había muerto y tampoco quería que estuviese la gente con la que más empatizaba como Clara, Elena, Eider… y mucho menos que fuese alguno de los más pequeños, los niños eran unas personitas muy vulnerables y más fáciles de ser derrotados por el virus de la gripe, mi único consuelo era pensar que tal vez fuesen atacados por intrusos y alguno de esos maleantes terminase bajo tierra. Cuando por fin amaneció nos pusimos de nuevo en marcha, yo sentía que mi cuerpo no había descansado lo suficiente pero al parecer tampoco era la única, los ánimos de ese día eran muy diferentes a los de días anteriores pero aún así sabíamos que teníamos que continuar. Ulmer nos llevaba dos días de adelanto y si queríamos alcanzarlos teníamos que ser más rápidos que ellos. Los dos primeros días los pasamos sin ningún percance serio, el tercero nos cruzamos con gente que nos pedían comida o algún tipo de ayuda que no podían solucionar por ellos mismos. La nieve lo había vuelto a cubrir todo con su habitual manto blanco, les dimos una de nuestras mantas más gruesas a una familia que llevaba a su cargo dos niños pequeños, esperaba que llegasen a su destino sanos y salvos. El cuarto día aparecieron los primeros problemas, normalmente no cabalgábamos por los bosques frondosos o que se veían peligrosos pero las pistas que nos había dejado nuestro amigo Ulmer nos llevaba hasta ese lugar. Desde que nos metieron en aquella jaula hasta que llegué a donde estaba en esos momentos sentí que había madurado y que el miedo a perder a las personas que realmente me importaban me hacía sentir un poco más valiente y más fuerte, por eso cuando tres hombres salieron de detrás de unos árboles y nos atacaron no me lo pensé dos veces y saqué mi cuchillo, por suerte ellos no llevaban armas de fuego y por desgracia para mí mi pistola se había quedado sin munición después de haberla gastado en aquel cobertizo que dejamos atrás unos días antes. Liam y yo les habíamos prometido a los padres de Hunter que cuidaríamos de él y esperaba poder por lo menos cumplir esa promesa, así que cuando uno de aquellos asaltantes intentó acercarse a mi joven amigo con mi cuchillo en la mano se lo lancé llegando a impactar en el cuerpo del intruso penetrando en el abdomen, aquel hombre chilló de forma dolorosa y luego se llevó la mano al lugar donde seguía el arma y que ahora lo rodeaba una mancha roja, el otro individuo venía dispuesto a abalanzarse sobre mí pero Liam sacó su pistola y apuntó a los dos asaltantes haciendo que levantasen los brazos a pesar de que uno de ellos estaba herido, solo estuvieron quietos unos segundos antes de que el herido cogiese mi cuchillo e intentase lanzarlo hacia Liam pero mi amigo fue más rápido y disparó el arma haciendo que su cuerpo sin vida cayese al suelo, el otro hombre se escapó ocultándose entre los árboles. Esta vez no había caballos ni otras mercancías que llevarnos, eran gente que no tenían nada que perder arriesgando sus vidas, no fuimos tras el compañero del que estaba a nuestros pies muerto, ya habíamos visto demasiado derramamiento de sangre y a no ser que nuestras vidas estuviesen en peligro no queríamos acabar con otra vida. Seguimos nuestro camino hasta que empezó a oscurecer y buscamos donde pasar la noche, el lugar eran unas grandes rocas al pie de una montaña donde se encontraba una pequeña y poco profunda cueva pero que nos mantendría a salvo del temporal de frio y nieve que empezaba otra vez a originarse. Por la mañana apenas pudimos avanzar unos kilómetros, a los caballos les era difícil trotar con unos centímetros de nieve sobre sus patas por lo que intentamos buscar un lugar donde cobijarnos hasta que el mal tiempo se disipase. No tardamos mucho en distinguir una estructura grande y metálica a lo lejos y que conforme íbamos avanzando hacia ella logramos descubrir que era un pequeño avión, tal vez de esos privados que poseían las familias adineradas, parecía casi intacto a no ser porque le faltaba el ala derecha y la cabina estaba por un lado metida hacia el interior del aparato y a muy pocos pasos de aquel vehículo se podían ver trozos de distintos tamaños de metal. A unos metros de aquel avión se encontraba un caballo atado a uno de los árboles y a su lado medio escondido un carruaje, nos movimos con precaución porque muy probablemente habría gente en ese lugar. Un hombre de unos cincuenta años más o menos salió por el agujero que había dejado el ala arrancada del avión, llevaba un rifle y nos estaba apuntando a los tres, nos dijo que no nos haría daño si continuábamos nuestro camino pero si nos acercábamos más a él nos llenaría el cuerpo de plomo, suerte que Liam era una persona carismática y logro convencerlo para que nos dejase pasar unas horas con él hasta que amainase el temporal. Lo primero que hicimos fue atar los caballos a los árboles que había a unos pocos metros de distancia y luego con el machete que nos habíamos llevado del hombre flacucho del cobertizo empezamos a arrancar ramas grandes para hacer un tejado y una pared que protegiese a los animales del viento y del frio antes de que se muriesen congelados, el hombre que estaba en el avión nos echó una mano, nos dijo que se llamaba Juan y que él y su familia habían encontrado ese avión tres días antes, no pudieron seguir caminando debido al estado de salud de su mujer. Antes de que regresásemos al aparato accidentado les pusimos a cada animal una manta sobre el lomo, luego nos dimos prisa para entrar en el avión, en el interior se sentía más calor y agradecí aquella temperatura, Juan nos presentó a su familia, su mujer tenía el pelo largo y acastañado, rondaba los treinta y pico o cuarenta años y mostraba una abultada barriga, detrás de ella se escondía un niño de cabellos rizados color marrón de unos ocho o nueve años y que nos miraba con timidez a través de unos ojos verdes. Habían tapado el gran agujero donde el ala del aparato había desaparecido con una lona gruesa que impedía que parte de aquel frio invernal no entrase en el habitáculo, el avión era amplio por dentro pero por su aspecto se notaba que no fuimos los únicos que terminaron pasando horas o días en aquel lugar, varios de los asientos de cuero en color oscuro estaban arrancados de su lugar y esparcidos por todo el aparato, al igual que otros restos de muebles y menaje, puertas de armario, una pequeña mesa destrozada…., cerca de la cola se podía ver un gran amasijo de cables, lo que había sido en su momento un baño ahora solo quedaba el recuerdo de ello convertido en destrozo, porquería y la pequeña puerta que separaba el compartimento del aseo con el otro espacio estaba destrozada y fuera de sitio, la única zona que se veía limpia era la que compartía aquella familia. Mientras descansábamos y conversábamos en el interior del avión afuera se escuchaba el rugir del viento, esperaba que el pequeño cobertizo hecho de ramas unas horas antes fuese suficiente para evitar que los animales se congelasen. Según nos contaron, aquella familia venía de una gran ciudad que estaba a unos cuatro o cinco días de cabalgar a caballo pero que aunque su mujer estaba a unos días tal vez dos semanas de dar a luz ellos se habían ido debido a que era imposible seguir viviendo allí. Era cierto que en aquella ciudad contaba con varios cuerpos de seguridad pero los impuestos que se crearon hacían imposible que pudiesen sobrevivir algunas familias. Muchos de ellos eran abusivos, se pagaba casi por todo, había comida a nuestro alcance pero era demasiada cara, los medicamentos eran fácil de conseguir siempre y cuando tuvieses dinero suficiente para costearlos, existía la luz y el agua pero también se necesitaba de dinero para que pudieses obtenerlos, había trabajo pero no pagaban lo suficiente como para que lograses cubrir todos los gastos a los que estábamos sometidos, toda esa palabrería que nos habían prometido era un engaño, te hacían creer que ahí la vida sería mucho mejor pero la protección que te prometían era una cortina de humo, lo único que les interesaba era volver a hurgar en nuestra privacidad, vigilaban tu vida, porque lugares te movías, quienes eran tus amigos y tus enemigos, quien era tu familia, que comías o cuánto dinero poseías… buscaban la manera de llevarte hacia sus propósitos o intereses. Ahora podía entender mejor a la gente que buscaba otra forma de vivir sin ataduras, a la que le importaba más su privacidad que su seguridad, esa gente con la que nos cruzábamos de vez en cuando en los caminos iban buscando otra manera de vivir más libre y lejos de una ciudad donde buscaban someterlos a su voluntad. Una vez que terminamos de comer Liam y Juan fueron a ver los animales y echar un vistazo por si había intrusos, la mujer estaba inquieta, era como si presentía que algo iba mal y unos segundos después había roto aguas, empecé a ponerme nerviosa porque no sabía qué hacer y le pedí a Hunter que avisara a su esposo, ninguno habíamos asistido antes a un parto y no estábamos seguros de lo que venía a continuación, aquella pareja creía que estarían instalados en alguna ciudad antes de que llegase el parto pero su bebé se había adelantado casi una semana.
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TABSAVIT
Historical FictionEn un mundo de caos y de destrucción una chica lucha por sobrevivir junto a su mejor amigo Mauro y acaban en un campamento junto a otra gente que también huyen de una vida precaria, allí conoce el amor y el calor de una gran familia pero también e...