Pensé en Mauro, ¿habría vuelto ya?, me levanté y guardé mi manta en la mochila, cuando estaba a punto de salir de aquella habitación para ir en su busca la cortina se hizo a un lado y apareció mi amigo sonriente, sin pensarlo corrí hacia él y me eché en sus brazos, solo fueron unos segundos pero en el momento que noté sus manos acariciar mi espalda me aparté de nuevo, por suerte Mauro no se lo tomó a mal, él era el único que sabía porque me comportaba de esa manera, me sonrió y me preguntó que tal estaba, le dije que apenas había dormido por culpa de su primo, le conté que se había negado a que durmiésemos en la misma habitación.
_ Tenías que haberle hablado de tus ataques de pánico, seguramente acabaría por ceder, aunque esta noche llegué un poco tarde, podría convencerlo para que nos diese un lugar en el que durmamos los dos juntos.
_ No lo creo, además ya le hemos dado lo más valioso que teníamos para que nos permitiese vivir aquí, ¿qué puede pasar si le pedimos una habitación para los dos?, seguramente piensa que todo lo que se ha llevado de mi mochila no es suficiente para soportar mi presencia así que no le demos aún más motivos para que termine vendiéndole mi sangre o mi alma.
Mauro se echó a reír antes de volver a hablar.
_ Parece que el viaje que habéis hecho juntos no ha sido suficiente para reconciliaros, seguís sin llevaros bien, tal vez necesites más tiempo para conocerlo, estoy seguro de que no es un mal tipo, por lo que he observado aquí todos lo quieren y lo respetan pero no hablemos mas de mi primo, ¿ ya has visto este lugar?
_ Para nada, creo que aún piensa que escondo algún siniestro plan y al parecer no confía en mí, igual tiene miedo que le robe sus oscuros secretos y se los venda al mejor postor, pero me da lo mismo yo tampoco confío en él. Vamos enséñame este lugar, aunque sinceramente espero no encontrarme con el ogro malo, seguramente no le guste que andemos husmeando por sus dominios y buscará cualquier excusa para echarnos.
_ Si nos echa no será por recorrer este lugar, mejor que no te escuche llamarlo así.
Me encogí de hombros restándole importancia a sus palabras y caminamos hacia el exterior de la cueva, antes de que viese la luz del día apareció Bastian.
_ Por fin te encuentro, creí dejar claro que aquí todos trabajamos por igual, para que esto funcione debemos colaborar todos, sin excepción alguna.
Sabía perfectamente que aquellas palabras iban dirigidas especialmente a mí porque su mirada se cruzó con la mía.
_ Lo siento primo, solo quería saludarla pero ahora mismo me pongo con lo que me pediste, te veo luego Vera.
Una vez que se marchó Mauro empecé a caminar detrás de él, no quería que pensase que era una vaga, ahora mismo iba a echarle una mano a mi amigo pero Bastian me agarró del brazo.
_ ¿A dónde crees que vas?
_ ¿No es evidente?, a tener un encuentro amoroso con Mauro.
_ Ya que te veo de buen humor tengo un trabajo para ti, ¿no pensarías que ibas a quedarte todo el tiempo en la habitación sin hacer nada?
_ Soy muy consciente de que aparte de pagar por acogerme en este lugar también debo pagar por la comida y las demás estancias que utilice. Si me dices que tienes pensado para mí empezaré de inmediato y con suerte no tendremos que vernos otra vez.
_ ¿Qué es lo que sabe hacer la princesa?
_ Sé poner una mesa cuando hay muchos comensales, sé donde va cada cuchillo y tenedor y además puedo escoger el vino apropiado con cada comida, aunque creo que eso no va a ser de mucha utilidad aquí, también la princesa sabe bailar el vals, el tango… puedo entretener a la gente si está aburrida, ¿qué te parecen mis habilidades?
Me agarró las manos y me empujó contra la pared suavemente acercándose un poco más a mí, su rostro se veía enfurecido, mi sonrisa irónica desapareció, intenté alejarme un poco de él, me incomodaba su acercamiento.
_ También sé abrir puertas, no hay cerradura que se me resista, mi padre me enseñó
Eché un vistazo a aquel lugar, desde mi posición solo podía ver dos habitaciones cubiertas por cortinas gruesas.
_ Pero parece que en ese sentido tampoco voy a ser útil, ya ves la princesita no es buena para nada, no creo que aquí exista un trabajo adecuado para mí.
_ ¡Eso ya lo veremos!
De nuevo agarró una de mis manos fuertemente y caminamos hacia el exterior de la cueva, se podía ver toda una extensa llanura y a lo lejos un acaudalado rio, había varias tiendas de acampada cubiertas de una tela gris, eran de grandes dimensiones y rectangulares, más a lo lejos había otras del mismo material pero más pequeñas y cuadradas y más numerosas.
_ ¿Qué es todo esto?
_ Ya lo averiguarás más tarde cuando tengas tiempo libre.
Me paré un instante haciéndome la sorprendida y lo miré.
_ Espera, ¿también tendremos momentos para nosotros mismos, no todo será trabajo?
_ No somos tiranos, aquí no esclavizamos a nadie, la gente también descansa y dispone de tiempo libre.
_ ¿Y qué se hace en este lugar cuando no se trabaja?
_ Algunos lo aprovechan para descansar o pasar tiempo con la familia, otros se reúnen en pequeños grupos y charlan de temas de interés, también juegan con los más pequeños e incluso algunos aprovechan ese tiempo para leer o aprender a luchar o usar armas.
_ Ya veo, ¿y si alguna pareja quiere tener un momento de intimidad?
_ Si estás pensando en Mauro ya te he dicho antes que…
_ Que si tú no tienes relaciones con las chicas de aquí entonces los demás tampoco pueden tenerlas, ¿y qué ocurre si vas a la ciudad en tu tiempo libre?, ¿tampoco allí puedes enrollarte con otras personas, o solo eso se te está permitido a ti?
Me agarró fuertemente del brazo y me llevó hacia una zona apartada de las miradas de la gente luego acercó su rostro a unos milímetros de la mía, yo intenté apartarme pero mi espalda chocó contra una gran roca que me impedía seguir avanzando, en ese momento su boca se aplastó contra la mía fuertemente, ese beso estaba lleno de rabia y a la vez de pasión, sentí la dureza de sus músculos contra mi piel, mi cuerpo se tensó de inmediato y con mis brazos intenté apartarlo, quería escapar de su abrazo pero sus manos me agarraban fuertemente, cuando aparté mi boca de la suya mi cuerpo temblaba, él me miró a los ojos, era una mirada intensa y fría al mismo tiempo, su voz sonó grave.
_ No intentes poner a prueba mi paciencia o acabarás lamentándolo.
Se apartó de mí y se alejó rápidamente dejándome en aquel lugar en un estado de miedo y excitación. Al volver la vista hacia él lo encontré hablando con alguien que inmediatamente reconocí, mi estado de ánimo se volvió aún peor cuando la chica de pelo corto y rubio se acercó a mi lado, la mirada de Debra también era fría y dura, esperaba por mi bien que no hubiese visto nada de lo que había ocurrido con Bastian. Me pidió que la acompañara y durante las dos horas siguientes me dediqué a guardar granos de maíz que recogía en la parte alta del valle y luego traía hasta una de aquellas casetas de tela donde los guardaba en pequeños contenedores de plástico. Después de terminar de recoger los granos de maíz ayudé a llevar cubos de agua del rio para que otros pudiesen potabilizarla, a pesar de no haber descansado nada durante horas y estar agotada no pensaba rendirme, trabajaría igual que lo hacían las demás personas, no iba a darle el gusto al cretino de Bastian de verme rendida aunque el cansancio me llevase al borde del desmayo. Además trabajar sin apenas descansar me venía bien porque así evitaba pensar en lo que había ocurrido horas antes con el primo de Mauro. Cuando el sol empezaba a calentar fuertemente paramos para descansar y comer. Nos pusimos en fila de dos y a medida que avanzábamos recogíamos una especie de cuenco ovalado con una cuchara en su interior y un vaso de barro con asa. Los primeros en la fila eran los niños más pequeños, luego estaban los ancianos de más edad y por último lo más jóvenes, no estaba segura de cuantos éramos en aquel lugar pero se podía ver una cantidad de personas bastante amplia. Escuché la voz de Mauro detrás de mí, lo saludé y esperé a que le sirviesen su comida para sentarme junto a él, por ninguna parte vi a su primo y me sentí aliviada. Los niños y los más adultos comían protegidos del sol en una de las tiendas donde había una mesa de madera larga y unos bancos a ambos lados también de madera, los demás se dispersaban por el lugar haciendo pequeños grupos. Me preguntó que tal lo llevaba y le dije que estaba agotada pero que estaba bien, le hablé de la larga caminata que debía de hacer para recoger el maíz y de la poca fuerza que tenía cuando llenaba mi cubo con agua y lo llevaba hacía la zona donde la hervían para su consumo posteriormente. Me miró las manos y observó las pequeñas ampollas que empezaban a salirme.
_ Lo siento, sé que no estás acostumbrada a este tipo de trabajo, voy a hablar con Bastian para que te de un trabajo donde no se requiera tanto esfuerzo.
_ ¡No, por favor no lo hagas!, déjame hacer esto a mi modo, además no tienes que protegerme siempre, quiero trabajar como los demás, no quiero parecer débil, solo necesito un poco de tiempo para adaptarme, esta es la primera vez que me siento útil así que no hagas nada.
_ Está bien, como tú digas.
Después de comer ayudé a varias mujeres a lavar todos los vasos, platos y cucharas que se habían utilizado, nadie me había dado un nuevo trabajo y Bastian seguía sin aparecer, luego ayudé a cosechar varios tipos de legumbres, cuando paré para descansar tenía el cuerpo dolorido. Me encontré con María que estaba con un grupo de niños, le sonreí y fui hasta ella. Le pregunté donde estaba el baño porque llevaba días sin poder darme una ducha, me miró sorprendida y luego se echó a reír.
_ ¿Aún no te han enseñado este lugar? Venga vamos.
Dejó los niños con otra chica y me acompañó para que conociese el funcionamiento de este lugar. Nos fuimos directamente hacia las tiendas de tela de mayor tamaño, en el lugar se encontraba un hombre de unos cincuenta años más o menos, tenía el pelo largo y una pequeña barba, delante de él encima de una cama estrella echa de madera y alta se encontraba un niño sentado con las piernas hacia el borde de la cama, el hombre le limpiaba una pequeña herida que tenía en una rodilla mientras intentaba consolar con palabras al niño con lágrimas en los ojos, el pequeño no tendría más de cinco o seis años. María me dijo que el lugar era una improvisada enfermería, no tenía mucho material como el lugar al que había ido cuando visité a mi primo Mateo, aquí había un par de camas igual en la que estaba el niño, unas linternas y unos faroles colgados del techo, sabanas, mantas, telas estrechas cortadas como si fuesen vendas, un bisturí y pocas cosas más, María me dijo que los medicamentos se guardaban en otro lado, aunque la gente aquí era de fiar, a veces por desesperación se hacía cualquier cosa. Al acercarnos al hombre me preguntó si era la chica nueva, que me había visto antes en el rio, me preguntó si había venido con Mauro.
_ ¿Conoce a Mauro?
_ Si, lo conocí esta mañana cuando tuve que curarle de un corte en el abdomen y otro en el brazo.
_ ¿Cómo, Mauro está herido?
_ Tranquila, no eran graves ni muy profundos, está fuera de peligro.
En cuanto terminase mi tour por este lugar tenía que hablar con Mauro. Después de salir de la primera tienda nos fuimos hacia la segunda, aquella la conocía porque la había visto cuando los niños y los ancianos se sentaban para comer, aparte de la mesa grande y los dos bancos de madera al fondo se encontraba un banco largo en el que el asiento se levantaba y dentro se podía ver varios juguetes, muñecas de trapo, peluches, juegos de madera, coches y motos de madera... Toqué algunos de aquellos juegos, me recordaban a mi niñez, solté la muñeca que tenía en la mano y me levanté rápidamente, quería apartar aquellos recuerdos de mi mente, María dijo que aquellos juguetes los hacían la gente de más edad para los niños ya que por su condición no podían hacer trabajos que suponían gran esfuerzo pero querían ser útiles y contribuían de ese manera, me parecía maravilloso. Algunos jóvenes en sus ratos libres aprendían a hacer algunos de esos juguetes, los ancianos estaban siempre dispuestos a enseñarles. La tercera carpa era la zona de almacenaje, allí se llevaba una parte de la cosecha, la cuarta tienda era la cocina, una estrecha pero larga mesa, un horno de leña echa de barro y piedra, una cocina también de leña, un lavadero de piedra donde se limpiaba los cacharros, el menaje donde habíamos comido un rato antes amontonado encima de una estantería de madera y poco más. Las otras tiendas que había más alejadas y eran mucho más pequeñas eran las habitaciones de algunas de las personas que vivían en el lugar. Un poco más alejado y entre dos rocas grandes había una pequeña carpa, al entrar supe inmediatamente que aquello eran los baños por el olor que desprendía, en la parte más profunda había una profunda zanja que desaparecía entre las rocas, una plancha fabricada de pequeños barrotes de madera se sostenía encima de unas piedras bordeando un agujero que parecía profundo, una especie de barril ancho y alargado hacia de bañera, a su lado había varios paños y jabón hecho por la gente de la comunidad, si querías agua caliente tenías que calentarla y traerla en cubos hasta el lugar. Por lo que me contó María algunas personas se contentaban con lavarse con los paños y se duchaban una vez a la semana, sobre todo en invierno, había otro baño similar a este a unos metros de aquí para los chicos. Luego me llevó dentro de la cueva, pasamos por varias habitaciones como la nuestra había contado hasta diez, me enseñó una pequeña cocina dentro de una habitación, cuando el invierno era crudo solían cocinar allí, tampoco podía faltar un baño muy similar a los de afuera aunque éste era compartido por hombres y mujeres, la cortina tenía unos gruesos cordeles a ambos lados que se sujetaban en los ganchos que estaba clavados en la pared para impedir el paso de otra persona si alguien se encontraba en el interior.
_ ¿Crees que pueda utilizar este baño?
_ Te ayudaré a traer el agua. Tenemos unos paños que son utilizados como toallas para después del baño, Bastian, Hanno y Alba compraron unos rollos de tela a buen precio unos meses atrás y conseguimos hacer paños para todos, no son muy grandes pero te servirá, espera te conseguiré uno.
Después de ayudarme a traer agua hasta aquella especie de pequeña bañera y darme un paño de un metro de largo por unos treinta centímetros de ancho más o menos me dejó para que pudiese bañarme, no me demoré mucho en el lugar, no estaba muy segura de cuanta intimidad podía guardar ese lugar, me vestí rápidamente con una camiseta limpia, una sudadera y unas mallas negras, unos calcetines cortos y las mismas botas. Mientras me secaba el cabello observé que detrás del farolillo que estaba en una de la cavidades de la pared e iluminaba el cuarto había un agujero, cogí el pequeño banco de madera que había allí y me subí en él, acerqué el farolillo hacía la pared y metí mi mano aún a sabiendas que podía encontrarme con algún bicho, lo único que encontré fue una telaraña pero el agujero era bastante profundo para esconder los medicamentos y el dinero que aún llevaba conmigo, los agarré del suelo junto con mi ropa y los envolví en la camiseta, luego despacio los introduje en el agujero bien al fondo, cuando me aseguré de que quedaban bien ocultos coloqué de nuevo el banco en su sitio y salí de allí, esperaba que nadie los encontrase. Al salir al exterior el frio golpeó mi rostro, la gente estaba haciendo cola para tomarse una sopa calentita antes de regresar a sus dormitorios. Busqué a Mauro, necesitaba hablar con él, lo encontré hablando con un par de chicos casi al final de la fila, cogí mi cuenco y mi cuchara y me puse detrás de ellos, después de recoger mi cena me fui hacia ellos, no veía a María por ninguna parte, tampoco estaba Debra, le dije a Mauro que teníamos que hablar y todos a nuestro alrededor hicieron un coro de silbidos que hicieron que me ruborizase. Un segundo después se hizo un silencio, Bastian hacia su aparición junto con un chico que parecía unos años mayor que él, tenía su misma estatura y también estaba igual de musculado, a diferencia del primo de Mauro ese chico llevaba el pelo muy corto y una barba de varios días, también llevaba un tatuaje en uno de sus brazos musculosos, era una especie de dragón. No tardó en aparecer Debra junto con dos chicas más, se pusieron detrás de ellos haciendo cola, en cuanto los dos chicos les cedieron el lugar les sonrieron como tontas, María no tardó en aparecer, la llamé y luego de coger su sopa se dirigió hacia mí. Me preguntó cómo me sentía después del baño y le dije que de maravilla. El grupo empezó a hablar de política, luego de la gente de dinero, de bien como decían ellos, yo me sentía algo incómoda porque de alguna manera yo había vivido con esa gente, y después de las habilidades que tenían algunos, cuando llegó mi turno le dije que podía abrir cualquier puerta o cerrojo, que no eran un misterio para mí, algunos dudaban de mi palabra así que uno de ellos me retó a abrir un cofre que había robado hacia un tiempo y que tenía en su poder, se fue en su busca mientras yo le preguntaba a los demás si tenían un alambre fino por alguna parte, los dos chicos casi llegaron al mismo tiempo, uno de ellos me entregó el alambre mientras el otro cogía el cofre y me mostraba la llave con la que lo había cerrado para luego guardarla en el bolsillo, en apenas un minuto o minuto y medio el cofre estaba abierto, todos se sorprendieron y alabaron mi destreza, me preguntaron cómo lo había hecho y les dije que mi padre me había enseñado, cuando me preguntaron por mi familia les dije que habían muerto luego me levanté y llevé mi cuenco a la pileta donde la lavé junto con mi cuchara, Mauro se acercó y me dijo que había sido genial verme allí en medio de aquel grupo de chicos mostrando mis habilidades. Lo agarré por la camiseta y le dije que teníamos que hablar, lo llevé lejos de la gente y le pregunté porque no me había hablado sobre sus heridas, me preguntó cómo es que me había enterado pero no le dije, quería saber de qué manera se las había hecho. Me contó que antes de llegar aquí unos hombres los abordaron en el bosque y los atacaron, le pedí que me enseñara las cicatrices, tenía que comprobar por mí misma que no eran graves.
_ ¿Quieres que me desnude para ti?
_ No seas idiota, no sería la primera vez que te miro casi desnudo, ¿recuerdas cuando casi te mueres y tuve que hacerme cargo de tus heridas o lo has olvidado ya?, venga déjame ver esos cortes.
Sacó su camiseta y me acerqué para ver si realmente el médico que había limpiado sus heridas decía la verdad.
_ Te han dado unos cuantos puntos, así que en verdad era más profunda de lo que me ha dicho el hombre que te curó.
_ No te asustes, no ha sido para tanto, es menos de lo que parece.
_ Vaya por fin conozco a la chica nueva de la que todo el mundo habla.

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TABSAVIT
Historical FictionEn un mundo de caos y de destrucción una chica lucha por sobrevivir junto a su mejor amigo Mauro y acaban en un campamento junto a otra gente que también huyen de una vida precaria, allí conoce el amor y el calor de una gran familia pero también e...