La sangre es vida warhammer fantasy

Capítulo 25

Capítulo 25

Cuando Atlas se acercó a Mannfred von Carstein, sintió el peso de la expectativa cayendo sobre él como un tornillo de banco. Cada uno de sus movimientos fue calculado, cada palabra ensayada, porque sabía que su futuro dentro del Castillo Drakenhof estaba en juego. Con una profunda reverencia, presentó el antiguo tomo, Liber Mortis, cuyas desgastadas páginas soportaban el peso de siglos de oscuro conocimiento.

Los ojos de Mannfred brillaron con intriga cuando aceptó el regalo, sus labios se curvaron en una leve sonrisa de aprobación. "Una ofrenda realmente generosa", comentó, su voz suave y melosa pero teñida con un toque de amenaza. "¿Y qué, por favor, dime, buscas a cambio de este regalo real?"

Enderezándose, Atlas encontró la mirada de Mannfred con resolución inquebrantable. "Sólo busco la hospitalidad del Castillo Drakenhof y la oportunidad de profundizar en sus bibliotecas legendarias", respondió con tono respetuoso pero firme. "Los rumores hablan de un tesoro oculto de ciencia oculta escondido en sus profundidades, y estoy ansioso por descubrir los secretos que guardan".

La sonrisa de Mannfred se amplió hasta convertirse en una sonrisa malvada, sus pálidos rasgos se contrajeron por la diversión. "Tienes la hospitalidad del castillo, y si puedes encontrar el camino a las bibliotecas, puedes explorarlas", declaró, su voz con una nota de oscura promesa. "Pero ten cuidado, jovencito, porque pocos de los que se han aventurado en esos sagrados salones han regresado ilesos. El conocimiento que buscas tiene un precio, y puede que te cueste más de lo que crees".

Con un gesto de gratitud, Atlas aceptó la oferta de Mannfred, su mente ya acelerada con anticipación ante la perspectiva de desbloquear los misterios ocultos dentro de las oscuras profundidades del Castillo Drakenhof. No sabía los peligros que le aguardaban, acechando en los rincones oscuros de los antiguos salones del castillo, listos para atrapar a los incautos y reclamarlos como propios. Pero Atlas no se dejó intimidar, porque lo impulsaba una sed de conocimiento que ardía más que cualquier miedo o duda.

Con la promesa de las bibliotecas tentadoramente cercanas, se dirigió al corazón del castillo, preparado para afrontar cualquier prueba que le aguardara.

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Mientras Atlas deambulaba por los laberínticos pasillos del Castillo Drakenhof, no podía evitar la sensación de ser observado. Las pinturas que cubrían las paredes parecían seguir cada uno de sus movimientos con sus ojos fríos y ciegos, mientras las sombras bailaban y se movían como bestias contenidas esperando para saltar. Habían pasado varios meses desde su llegada, pero había avanzado poco en su búsqueda de las legendarias bibliotecas que se rumoreaba estaban escondidas en las profundidades del castillo.

Cada día que pasaba, Atlas profundizaba en las entrañas de la fortaleza, sus pasos resonaban en los antiguos muros de piedra mientras buscaba pasadizos ocultos y cámaras secretas. Pero el castillo era un laberinto de pasillos tortuosos y nichos ocultos, su diseño tan enigmático como la oscuridad que cubría cada rincón.

La frustración lo carcomía mientras consultaba el mapa que había elaborado minuciosamente usando el chip de IA incrustado en su mente. Pero los pasillos parecían moverse y cambiar con voluntad propia, desafiando sus intentos de recorrer sus traicioneros caminos. Era como si los mismos muros del castillo conspiraran contra él, conduciéndolo cada vez más hacia su oscuro abrazo.

Los rumores susurrados entre los otros invitados vampiros hablaban de bibliotecas aún más profundas, escondidas en los rincones más oscuros del castillo, donde conocimientos más raros y peligrosos yacían esperando ser desenterrados. Pero se decía que esos secretos sólo eran accesibles al propio Señor de Drakenhof, ya que era él quien tenía las llaves de los misterios mejor guardados del castillo.