~Capitulo 9 ~

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Estoy en el piso del salón de música con las manos temblorosas, sudando frío y con la cabeza metida entre mis piernas. Sobre pienso todo lo que ha pasado este último año y me culpo a mi misma por no haber hecho mas por mamá, por no haber estado en su último aliento hubiera luchado con el que fuera para haberla podido ver una última vez.

Maldita sea. Estoy bastante furiosa como si algo en mi interior quisiera salir pero no se atreve. Me entierro las uñas de los dedos en las palmas de las manos.

Deberías de hacer algo con esos chismosos del anuario, ellos no nos debieron tratar de asesinas.

Haz algo, no te quedes callada.

Vuelvo a la realidad y me miro las palmas de mis manos y están ensangrentadas pero no siento dolor.

De repente escucho la puerta abrirse y es Tammy la que se asoma.

- Casi me matas del susto. Llevo horas buscándote – ni siquiera me había dado cuenta de que ya era de noche estaba tan ensimismada que no me fijé en la hora.

- Per.. per.. perdón, no quería preocuparte – digo tartamudeando, ella llega justo a mi lado y me da un abrazo de consuelo.

- No tienes porqué darme explicaciones, esos del anuario se metieron con las chicas equivocadas – se le quiebra la voz al instante .

- Solo quiero irme de aquí – digo a media voz de tanto llorar y ella lleva mis cosas mientras nos dirigimos a su auto.

- Estuvimos buscándote por horas pero les dije a los chicos que yo me iba a ser cargo de ti y te iba a cuidar – dice prendiendo el auto – además te hice un favor para para que no te vieran en tu estado más vulnerable.

- Gracias – es la única palabra que pronunció en todo el trayecto camino a su casa.

Al día siguiente era el funeral de Amelia y no tenía muchas ganas de ir, pero si mamá estuviera conmigo querría que fuera, le pedí el favor a Tamara que me acompañará ya que no me sentía muy bien para estar sola en estos momentos, también fuimos con la abuela llevando un arreglo floral y dar nuestras condolencias a sus colegas, familia y conocidos que a decir verdad no eran muchos. Aun no había tenido el valor de abrir la nota que ella me entrego antes de partir de este mundo y en lo que va de las investigaciones no han encontrado al responsable de quien la pudo asesinar a sangre fría.

Al llegar al lugar había un enorme arreglo floral solamente con rosas blancas junto a la foto de Amelia y en la cinta dice que va de parte de la familia Rodríguez Roux o más bien de parte de mi padre , claro supongo que con esto el no asistirá.

Ya al finalizar la ceremonia el sacerdote da la última bendición, salimos de la capilla y le digo a mi abuela y a Tamara que voy a caminar un rato sola y que luego las buscaba para irnos a casa.

Estoy en medio del cementerio dirigiéndome a la lápida de mi madre, no había tenido el valor de visitarla en estos últimos seis meses ni siquiera cuando cumplió un año y eso me duele de verdad, quizá sea por el hecho de aferrarme a que siga conmigo ya que todavía no acepto su pérdida y que me dejó a muy temprana edad, leo en la lápida

Lilibeth Eiza Roux 1975 – 2024

Amada Hija, Esposa y Madre.

“En el jardín de recuerdos, tu eres la flor más bella. Nunca te olvidaremos”.

Me arrodilló junto con la poca nieve que está cayendo y paso mis dedos en la leyenda que está en la lápida con los ojos aguados, arreglo las pocas flores que quedan en un jarrón pero noto que hay una rosa roja en específico, la agarro y me pincho los dedos de la mano derecha al instante suelo la rosa y está cae en la nieve junto con la sangre que sobresale del guante que tengo puesto y hay algo atado junto con la rosa.

Reflejo del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora